En primera persona

Rosa Dávila, la primera mujer al frente del Cabildo de Tenerife: “No basta con romper el techo de cristal”

Rosa Dávila es la primera en lograrlo. Muy vinculada a la Igualdad, avisa de que todavía queda “camino por recorrer” para que estar en la primera fila no sea la “excepción”

Rosa Dávila es la primera mujer en presidir el Cabildo de Tenerife. “No basta con romper el techo de cristal, hay que hacer que no vuelva a cerrarse nunca más”, defiende en conversación con Artículo14. Y en ello está, tratando de abrir camino a muchas otras mujeres en las Islas. Defendiendo “la igualdad real”, tratando de transformar desde la política esas “inercias” en las que un hombre siempre ha estado en al cúspide del poder.

Antes de llegar a la Presidencia del Cabildo, Dávila acumuló una extensa trayectoria institucional. Fue directora del Instituto Canario de Igualdad, directora general de Transportes y la primera mujer en ocupar la Consejería de Hacienda del Gobierno de Canarias. Ese recorrido, confiesa, no estuvo exento de barreras ni de prejuicios. “Me enfrenté a esos prejuicios sobre el liderazgo femenino. Cada barrera superada es un peldaño más que otras mujeres podrán subir con más facilidad”, afirma, recordando que muchas veces tuvo que demostrar “el doble” para que se la reconociera con “la misma legitimidad” que a los hombres.

La bandera de la igualdad

Ya en el Cabildo, una de sus primeras decisiones fue situar la igualdad como eje transversal de las políticas públicas de la isla. No se trata solo de crear programas específicos, explica, sino de impregnar todas las áreas de gestión de una “mirada inclusiva”. Dávila cree en que no basta con atender a las víctimas de violencia de género, sino que la respuesta debe ser integral, desde la prevención educativa hasta la corresponsabilidad social.

“Las víctimas deben sentir que hay administraciones cerca, que pueden confiar en el sistema, que no están solas, denunciar con seguridad y recibir acompañamiento real”, argumenta en la conversación mantenida con este periódico.

Desde que está al frente del Cabildo, ha reforzado los recursos de atención a mujeres, ha impulsado la integración de la perspectiva de género en políticas de empleo, transporte y vivienda, y ha estrechado la coordinación con los ayuntamientos para que la igualdad no dependa del lugar de residencia, sino que sea un derecho garantizado en todo el territorio insular. Su paso previo por el Instituto Canario de Igualdad le marcó “profundamente” y hoy asegura que su máxima es “convertir la igualdad en un principio institucional asentado, no en un mero discurso”.

El peso de los estereotipos

Dávila admite que la igualdad todavía es una meta en construcción. “Queda camino por recorrer para que acceder a estos puestos deje de ser una excepción y se convierta en algo normal”. En ese sentido, reivindica la necesidad de más mujeres en espacios de decisión económica y técnica, así como la importancia de impulsar la conciliación y el emprendimiento femenino en sectores innovadores. Reconoce que los estereotipos aún pesan y que la corresponsabilidad familiar sigue siendo una deuda pendiente.

Mirando hacia el futuro, su objetivo es dejar “un legado” que vaya más allá de las cifras y los programas. Aspira a que se recuerde su paso por el Cabildo como el de una dirigente que abrió oportunidades, defendió a las más vulnerables y lideró con visión de futuro. “Espero dejar un Cabildo transformado, moderno, eficiente, accesible y con una política de igualdad institucional asentada”, afirma.

Al mismo tiempo, confía en que los avances de la próxima década permitan consolidar “una sociedad más justa y equitativa” en Tenerife. Sueña -según nos cuenta- con una isla donde la igualdad sea transversal en todas las políticas públicas, donde las mujeres ocupen con normalidad los máximos niveles de decisión, y donde la corresponsabilidad en los cuidados deje de ser una aspiración para convertirse en una realidad cotidiana.

Rosa Dávila dice ser consciente de que ser la primera “implica abrir camino”. Su liderazgo, defiende, se construye sobre esa convicción y sobre “la esperanza de que otras mujeres puedan llegar más lejos, con menos obstáculos y más certezas”. Una tarea que, como ella misma recalca, no debe limitarse a romper techos de cristal, sino a garantizar que esos techos no vuelvan a cerrarse jamás.

TAGS DE ESTA NOTICIA