Según un estudio de la Universidad de Nueva Gales del Sur, en el mundo hay 9.700 especies de aves. Estas aparecieron en el Jurásico y, hace un par de meses, supimos que la más antigua vivió en la actual China hace 172 millones de años, respondía al nombre de Baminornis zhenghensis y se asemejaba a un martín pescador con morro de velocirraptor. Este lunes, España descubrió que Pedro Sánchez, jugando a ser Carlos Linneo, había catalogado el 14 de noviembre de 2020 una nueva especie de vertebrado homeotermo con los miembros anteriores transformados en alas, el cuerpo cubierto de plumas y un pico córneo sin dientes: su ministra de Defensa, Margarita Robles. Una “pájara”.
El hallazgo ornitológico de la Margarita quercus no vio la luz en revistas científicas prestigiosas como Nature o Science, sino en un periódico generalista español. El Mundo reveló cómo el doctor Sánchez analizaba, ya digo, hace cosa de un lustro, semejante descubrimiento con su ayudante de cámara, el otrora glorioso y hoy proscrito José Luis Ábalos, un tipo capaz de citar a Quevedo en un WhatsApp y de clavarte un “espúrea”, en vez del correcto “espuria” –no es tan complicado–, en un texto de X donde señalaba que no se opuso a la publicación de los mensajes en torno a los que orbitan todos los medios patrios por entender “que son de carácter positivo”. Todos patinamos, supongo.
María Margarita Robles Fernández, leonesa, feminista y socialista sin carné, jueza, primera mujer en presidir una sala de lo contencioso-administrativo, en liderar una Audiencia Provincial –la de Barcelona– y la tercera en ingresar en el Supremo, se lanzó a la piscina política en 1993, cuando Felipe González la nombró subsecretaria de Justicia. Enemiga de Garzón, tuvo varios cargos en el epílogo de aquel gobierno socialista, regresó a la judicatura y, en mayo de 2016, regresó al ruedo partidista como segunda de Sánchez para las generales del 26 de junio. Llegó al Ministerio de Defensa en junio de 2018. Despierta ciertas simpatías en la derecha –al menos, en la mediática–, rollo Page. Lo hizo muy bien durante la crisis de la covid-19. La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, la llegó a comparar con Manuela Malasaña.
Por ello le preguntaron en La Sexta Noche, y Robles respondió: “No me gusta la confrontación y los ciudadanos no la entienden”. También le mostraron la dilatada hemeroteca de socialistas, incluidos Sánchez y Carmen Calvo, asegurando que “con Bildu no se acuerda nada”, que se trataba de una “línea roja”, y demás papeles mojados. Había que justificar el apoyo de los herederos políticos de la banda terrorista ETA a los Presupuestos, y la ministra recurría a los tópicos de que hay que “aceptar” la presencia de estos en el Congreso por “coherencia”, que todo debe entenderse dentro de la “normalidad democrática”, etcétera. Estribillos de primero de sanchismo, vaya.
Mientras tanto, Ábalos le escribía a Sánchez: “Estoy viendo la entrevista a Malasaña en La Sexta”. “Margarita dirás”, le contestaba el presidente. “Sí, según la nominó Ayuso”, le aclaraba su valido. Cuando la titular de la cartera de Defensa rechazaba la confrontación, el secretario de Organización del PSOE, combustible, le escribía al líder del Ejecutivo: “Por encima del bien y del mal. Un patrimonio nacional”. Sánchez: “Yo creo que se acuesta con el uniforme”. Ábalos: “Sí, el suyo”. Sánchez, tras varios jajajás: “Es una pájara”. Ábalos: “No sé si serán todos tan comprensivos”. Diez días antes, el 10 de noviembre, Sánchez llamó a su Renfield para “comentar la actitud de Margarita”. “Parece que el Ejército sea una cosa aparte del Gobierno”, criticó Ábalos. Omito los emoticonos. Jajajá, en fin.
El martes, Robles acudió a la Feria Internacional de Defensa y Seguridad de España (Feindef), sita en Ifema, y los periodistas le preguntaron por la “casquería” (Sánchez dixit). La ministra se lavó las manos, disimulando malamente su incomodidad: “¿Por qué me voy a sentir dolida? Es una conversación privada”, “en cualquier caso, lo importante es que trabajemos, vamos a seguir trabajando en el Gobierno, y no opino de una conversación privada”. Todo lo contrario que Susana Díaz, otra mujer socialista, sí, pero de otra especie.