Pilar Alegría no es solo la voz del Gobierno de coalición. También es, desde hace años, una de las figuras más próximas a Pedro Sánchez. Perfil al alza en el socialismo, es la elegida para tratar de recuperar el poder en Aragón. Y también, dicen los suyos, es amiga de sus amigos. Quizá por eso, después de meses, decidió verse cara a cara con Paco Salazar, por quien dio la cara tras las acusaciones de acoso… aunque después se vio obligada a matizar.
La de este martes no fue una comparecencia fácil al término del Consejo de Ministros. Todos los focos estaban puestos en ella, las redes ya ardían. Este periódico publicó las imágenes de su comida en un restaurante de Madrid con Francisco Salazar, el ex secretario de Acción Electoral del PSOE cesado tras las denuncias de varias trabajadoras por presunto acoso en Presidencia.

“Un compañero íntegro”
La polémica se desató enseguida. En el Ejecutivo evitaban comentarios, pero el encuentro ha reabierto un asunto que en Moncloa daban por cerrado. Alegría fue, de hecho, una de las pocas dirigentes socialistas que defendió a Salazar cuando estalló el caso. Lo definió como “un compañero íntegro” y recordó que lo conocía “desde hace muchos años”. Tuvo que rectificar poco después y calificó de “necesario” su cese, subrayando que el partido debía investigar los hechos. Desde entonces, la investigación interna no ha trascendido.
Fuentes socialistas admiten que entre ambos existía “una relación de amistad” forjada durante años de trabajo conjunto en Presidencia. En su entorno enmarcan la comida de este lunes en ese vínculo personal, desvinculándola de cualquier cuestión política. Preguntada por los periodistas este martes, ella misma justificó su cita con Salazar explicando que se trató de un “encuentro personal”. “Es una persona que conozco desde hace muchos años y que no veía desde hace medio año”, defendió Alegría.

Alegría, a la vera de Sánchez
Alegría ejerce desde hace más de un año como portavoz del Gobierno, cargo que combina con la cartera de Educación y Formación Profesional. Cada martes, tras el Consejo de Ministros, comparece ante la prensa en La Moncloa para explicar las decisiones del Ejecutivo. En el partido, Sánchez confía en ella como una de sus principales voces públicas y la ha colocado también al frente de la política autonómica del PSOE. Su misión: reconstruir el terreno perdido y preparar la batalla electoral en Aragón, su tierra.
Aragonesa, maestra de formación y política de estilo prudente, Alegría ya fue consejera en el Gobierno autonómico y delegada del Gobierno en la comunidad. En Ferraz la consideran “una dirigente fiable y disciplinada”, que ha ido ganando peso a medida que Sánchez ha perdido a algunos de sus colaboradores más cercanos. Su perfil, más institucional que ideológico, le ha permitido moverse con soltura en una Moncloa marcada por las tensiones internas de la coalición.

La polémica con Salazar ha vuelto, sin embargo, a ponerla en el escaparate, y no para bien. Pero en el Gobierno intentan restar importancia a las imágenes y destacan su “profesionalidad” al frente de la portavocía. Su trabajo político “no se verá afectado”. Para el presidente continúa siendo una figura de confianza y, aseguran, su ascendencia interna no se verá truncada.


