Francisco José Salazar Rodríguez ha sido durante años un personaje político clave en el engranaje del PSOE. Una carrera, siempre a la sombra de los líderes socialistas, que se vio truncada el pasado mes de julio tras la publicación de varias denuncias de comportamientos inadecuados hacia mujeres de su entorno laboral. Desde entonces, Salazar desapareció de la vida pública. Ni rastro de él desde que abruptamente tuviera que dejar sus responsabilidades públicas.
El 9 de julio, el Boletín Oficial del Estado (BOE) publicó su cese como secretario general de Coordinación Institucional en la Moncloa. La decisión fue adoptada por el Consejo de Ministros a propuesta del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, con carácter retroactivo al 5 de julio. El detonante fue la noticia de varios testimonios de mujeres que trabajaron con él, quienes denunciaron comentarios obscenos, invitaciones reiteradas a cenar fuera del horario laboral e incluso propuestas de quedarse a dormir en su casa.
Ese mismo fin de semana, Salazar debía ser nombrado adjunto a la Secretaría de Organización en el nuevo organigrama del PSOE. Sin embargo, la aparición de las denuncias, en El Diario, precipitó su renuncia inmediata al cargo y la renuncia a todas sus funciones en Moncloa y en la Comisión Ejecutiva Federal. La presión interna fue grande. El propio dirigente solicitó la apertura de diligencias previas internas en el PSOE para esclarecer lo ocurrido, aunque el partido aseguró que hasta ese momento no constaban denuncias en ninguno de los canales habilitados.

En paralelo, el PSOE anunció que la plaza que iba a ocupar Salazar quedaría vacante, dejando a Rebeca Torró, Anabel Mateos y Borja Cabezón como responsables de la Secretaría de Organización. Pilar Alegría, ministra de Educación y portavoz del Gobierno, primero defendió la integridad de Salazar, aunque más tarde rectificó al señalar que era “absolutamente necesario” que diera un paso al lado para no comprometer la imagen del partido en materia de igualdad y feminismo. Todo el partido se pronunció en dicho sentido.
Por su parte, Moncloa se envió un mensaje interno a todos los trabajadores recordando el protocolo contra el acoso sexual, y se anunció un curso de formación para septiembre dirigido a reforzar la prevención y actuación en este tipo de situaciones.
De la máxima confianza de Sánchez
El escándalo supuso un abrupto final para hombre muy próximo a Sánchez. Nacido en Montellano (Sevilla) en 1968, ingeniero técnico agrícola y licenciado en Ciencias Políticas, Salazar fue alcalde de su localidad entre 2003 y 2008 y ejerció como comisario de la Memoria Histórica en la Junta de Andalucía. Su trayectoria dio un salto con la crisis interna del PSOE en 2016, cuando se alineó abiertamente con el hoy presidente del Gobierno frente al aparato andaluz de Susana Díaz.
Fue entonces cuando se convirtió en uno de los organizadores de la plataforma que llevó a Sánchez a recuperar la Secretaría General en 2017. Posteriormente, se integró en el equipo de la Moncloa como adjunto al jefe de Gabinete Iván Redondo y más tarde como director de Análisis y Estudios. En 2024, se le confió la Secretaría General de Coordinación Institucional, un cargo que lo situaba en el corazón de la maquinaria gubernamental.
En búsqueda de trabajo
Tras su abrupta salida, Salazar ha desaparecido del plano político aunque mantiene contacto con algunos afines. Algunas fuentes aseguran que se le ha visto en Dos Hermanas, municipio donde ya había trabajado como técnico y donde el alcalde, Quico Toscano, fue uno de sus principales valedores en el pasado. Se llegó a sugerir en los mentideros políticos que iba a trabajar en el Hipódromo de ese municipio aunque fuentes del PSOE andaluz aseguran que está en Madrid y busca trabajo en el sector privado.
“Su intención es incorporarse en una empresa privada”, aseguraban este verano fuentes socialistas. Oficialmente, el silencio es total tanto en Moncloa como en Ferraz, como si hubiese literalmente desaparecido.