Asistir a la cumbre del G-20 cuenta. Y mucho. Un país anfitrión, y el resto de las 19 economías más importantes del mundo, debaten sobre los asuntos más determinantes a nivel global. Economías que agrupan el 90% del PIB mundial, el 80% del comercio global y dos tercios de la población del mundo.
España no es miembro del “club”, pero sí invitado permanente desde 2008. Sin embargo, ¿quién será en 2026 país anfitrión? Estados Unidos. España tendría que recibir una invitación de la primera potencia mundial a la que ha puesto en la diana de su acción exterior.
No es sólo que Sánchez acuda o no al resort propiedad de Trump en Miami, Florida: Trump Doval. Las presidencias G-20 se extienden de diciembre a noviembre del año siguiente. La anterior presidencia, que corrió a cuenta de Sudáfrica, tuvo 133 reuniones, que empiezan a nivel técnico y concluyen en la Cumbre. Estos encuentros -el número en 2026 será similar- los mantienen los sherpas –representantes de alto nivel de los líderes de cada país- y terminan en la cumbre. Se dividen en dos patas: la económica y la política.
“El país anfitrión tiene la prerrogativa de cursar las invitaciones”
Fuentes diplomáticas informan a este medio de que el presidente estadounidense busca dar mayor peso a la económica y focalizar las reuniones en los países miembros. Llegó, incluso, a plantear que los países invitados asistieran por videoconferencia. Desde España se hace gala de ser un país invitado permanente, sin embargo, esto no es realmente así. Las invitaciones se renuevan y el país anfitrión tiene la prerrogativa de cursarlas.
Europarlamentarios ya advierten a este medio de que el relato del Ejecutivo de Sánchez en cuanto a que “España es un actor global” pierde de manera paulatina su relato dentro de la UE, pero no formar parte de la Cumbre del G-20 alcanzaría ya otro nivel.

En este contexto, fuentes diplomáticas informan a Artículo14 que este riesgo ha influido en el sutil giro del Ejecutivo en cuanto a su relación con Estados Unidos en la última semana. “Las costuras de la relación bilateral están demasiado tirantes. Sería la primera vez que España quedara fuera, y Trump anunciará sus invitados en los próximos meses”. Pese a que consideran que sería subir varios escalones en las malas relaciones entre ambos países, y no creen que suceda, al Ejecutivo de Sánchez le conviene limar asperezas con la administración Trump.
Sánchez quedó fuera de la primera ronda de contactos España que Trump mantuvo al llegar al poder. España no fue seleccionada entre nueve países europeos y Marruecos. Y, aunque España no es país prioritario para EE UU a nivel político, sí lo es a nivel estratégico. Máxime cuando nuestro país “alberga” las bases militares estadounidenses de Rota y Morón.
Los últimos movimientos del Ejecutivo
Uno de los puntos de conflicto entre nuestro Ejecutivo y el de EE UU es la radical postura del Gobierno en contra de Israel tras la guerra abierta en Oriente Próximo con motivo del 7 de octubre. Una postura para arrebatarle el relato pro pro palestino en un momento, además, en el que los procesos judiciales abiertos contra su círculo le cercan cada vez más.
Este martes, por el contrario, Exteriores ha sorprendido con un comunicado en el que apoya el acuerdo firmado entre Trump y el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, en aras de conseguir la paz en Oriente Próximo: “España saluda la propuesta de plan de paz norteamericano para acabar con la guerra en Gaza, y hace un llamamiento a las partes a comprometerse con el fin de la violencia“, reza el texto enviado a los medios. Esta postura, que le une al resto de países europeos, le ha valido la crítica de sus socios de Gobierno, como SUMAR.

El plan de acción del Gobierno por el 80 aniversario de la ONU fue estratégicamente diseñado por Sánchez. Por primera vez, Sánchez ha propiciado que el Rey participe, lo que no ha ocurrido en las anteriores ocasiones. Por dos motivos: que el Monarca hablara sobre el conflicto en Oriente Próximo daba peso la acción exterior del Gobierno, y su presencia ayudaba a suavizar las relaciones con Trump. Al ir Felipe VI, el presidente estadounidense invitó al Jefe del Estado a la recepción en el hotel Lotte, y Sánchez se escudó en el Monarca para no asistir.
Pese a que el Rey está obligado por ley a refrendar la política exterior del Ejecutivo, sí puede negociar en los mensajes que pronuncia. La pluma de la Casa se notó en el discurso, en cuanto a que condenó con énfasis el ataque del 7 de octubre por el grupo terrorista Hamás y no utilizó la palabra genocidio, pero sí abogó por el reconocimiento de los dos Estados. Una posición que, si bien comparten países europeos, Trump rechaza por considerarla un premio a Hamás.

No obstante, Trump mantiene una relación cordial con Felipe VI, como se ha visto en distintas ocasiones -el encuentro en el despacho oval en 2018, o el funeral del Papa Francisco, son casos concretos-. Después del discurso del Rey, Zarzuela distribuyó cuatro días más tarde la fotografía del Monarca con el matrimonio Trump en la recepción, imagen en la que el presidente sale con el dedo pulgar hacia arriba, como hace en ocasiones, en señal de que se trataba de un momento positivo inmortalizado.
España, excluida en anteriores cumbres
La acción exterior del Gobierno ha tenido su coste. El pasado mes de agosto, España quedó excluida de la Cumbre de Seguridad entre EE UU y Europa para la negociación sobre Ucrania, mientras que el vicepresidente Vance y el viceprimer ministro británico, David Lammy, reunieron a representantes de Alemania, Francia, Italia, Polonia, Finlandia y Ucrania.
Los puntos de conflicto con Estados Unidos
El punto álgido de los desencuentros entre el gobierno de Estados Unidos y el de Sánchez ha sido la negativa del presidente para cumplir con el 5% del gasto del PIB exigido por EE UU. Si bien algunos países como Italia, han jugado con dividir el cumplimiento de la inversión en dos plazos, Sánchez optó por un mensaje directo para contentar a sus socios de Gobierno. Una postura que ha recibido los ataques públicos de Trump: “Es el único que se niega a pagar. Vamos a hacer que pague el doble”, ha sido una de sus frases, además de catalogar a España como “un problema” para la Alianza Atlántica.
El otro elemento en discordia es el acercamiento de España a China, principal rival de Estados Unidos. Principalmente por la reciente operación del Gobierno con la empresa tecnológica Huawei, por la que el ministerio del Interior ha firmado la adjudicación de un contrato por valor de 12,3 millones de euros. El objetivo es de este sello es encargar a la compañía la custodia digital de las escuchas policiales ordenadas por jueces y fiscales. O lo que es lo mismo: permitir que el principal adversario en el tablero internacional de Estados Unidos acceda a información confidencial de nuestro país.