“En búsqueda de la justicia: el 7 de octubre y más allá”, es el título del libro publicado por el Proyecto Dinah, una iniciativa impulsada por expertas israelíes que exige justicia para las víctimas y supervivientes de violaciones durante la matanza de Hamás. La imagen que ilustra la portada son jóvenes, indefensas y aterrorizadas, corriendo en un terreno abierto. Es una evocación a las brutales escenas vividas en el festival de música electrónica Nova, donde además de asesinar a 378 personas, los terroristas de Hamás perpetraron los peores casos de violencia sexual contra mujeres israelíes.
Las tres autoras de la investigación concluyeron tras recabar pruebas y testimonios de lo ocurrido en aquel Sabat negro que Hamás usó la violencia sexual como “parte de una estrategia genocida deliberada”. Entre otros detalles, el informe recoge el testimonio de una superviviente a un intento de violación, testigos que vieron asaltos sexuales, y las memorias de 15 rehenes que fueron liberadas del cautiverio en Gaza.

“El proyecto busca reformular el discurso sobre los casos de violencia sexual, tomando el 7 de octubre como catalizador para desarrollar herramientas y estrategias innovadoras que combatan el negacionismo y garanticen la rendición de cuentas en los casos ocurridos en todo el mundo”, afirman las investigadoras. Para hacer justicia, exigen que tribunales internacionales contribuyan en la causa.
La búsqueda de esa justicia se hizo extremadamente difícil en las condiciones del 7 de octubre de 2023, cuando en un solo día se asesinaron a unas 1.200 personas y 251 fueron secuestradas por el grupo islamista. “La mayoría de las víctimas (de violaciones) fueron asesinadas, las evidencias forenses eran difícil de obtener porque era una zona de guerra. Esto creó profundos retos para exigir justicia”, aclaran en el libro.
Además, la tradición judía dicta que los cadáveres deben ser enterrados lo antes posible tras la muerte, por lo que muchos rescatistas priorizaron recolectar partes de cuerpos mutilados para intentar brindar un funeral rápido y lo más respetuoso posible. Muchos cuerpos estaban completamente carbonizados, y presentaban señales de violencia extrema.

Si bien Hamás denegó las acusaciones de que sus integrantes se encarnizaran contra las mujeres, una misión de la ONU concluyó en marzo de 2024 que había “motivos razonables” para creer que ocurrieron múltiples casos de violaciones en varias localizaciones, que incluían también violencia grupal. También se apuntó a “información convincente” sobre los abusos sufridos por las rehenes durante su cautiverio en Gaza.
De hecho, antes de ser asesinados por Israel, tres de los principales líderes de Hamás también fueron acusados por la Corte Penal Internacional por crímenes contra la humanidad y violencia sexual, así como asesinato, exterminio y tortura, ocurridos durante la matanza en el sur de Israel.
En aquel fatídico ataque, que cambió la historia de Oriente Medio, miles de terroristas de Hamás y de otras facciones palestinas cruzaron la frontera y atacaron múltiples poblados fronterizos israelíes, así como el festival de Nova. De inmediato, Israel inició la represalia sobre la Franja de Gaza, que según el ministerio de salud gazatí ya se ha cobrado más de 57.500 víctimas mortales, aunque hay estimaciones que apuntan a más muertes.
La experta en derecho Ruth Halperin-Kaddar, la abogada y ex fiscal militar jefa Sharon Zagagi-Pinhas, y la exjueza y fiscal general adjunta Nava Ben-Or consideran en su escrito que Hamás usó las violaciones como “arma táctica, como parte de su estrategia genocida con el fin de aterrorizar y deshumanizar a la sociedad israelí”. Las autoras dicen que revisaron un gran volumen de fuentes, desde publicaciones en redes sociales hasta testimonios grabados, así como evidencias forenses o pruebas visuales y de audio.

Una de las 15 rehenes preguntadas confirmó que fue forzada a cometer un acto sexual, antes de ser abusada física y verbalmente. Ella y otras seis cautivas confirman que fueron obligadas a desnudarse durante su estancia en Gaza. La mayoría confirmó “contacto físico indeseado en sus partes íntimas”, y otras afrontaron amenazas de matrimonio forzoso.
El Proyecto Dinah concluyó que los incidentes de violencia sexual fueron “sistemáticos y generalizados” durante el 7 de octubre. Cinco testigos reportaron al menos cuatro casos de violaciones grupales, e incluso tres casos de mutilación de partes íntimas. En total, se confirmaron agresiones en seis puntos: el festival de Nova, la ruta 323, y los kibutz Be’eri, Alumim, Nahal Oz y Re’im.
“La mayoría de las víctimas fueron permanentemente silenciadas”, ya sea porque murieron en la matanza, o por el profundo trauma que sufrieron y las bloqueaba para contar lo ocurrido. Con el informe, las autoras concluyeron que “es esencial no sólo para las víctimas individuales, sino para afirmar principios más amplios: que la violencia sexual en los conflictos es una grave violación del derecho internacional, que los autores rendirán cuentas y que la comunidad internacional no permitirá que tales crímenes se cometan con impunidad”.