Pasó de acaparar los sumarios de todos los informativos a no aparecer prácticamente en ellos. Desde su abrupta salida de la política en octubre de 2024, Íñigo Errejón ha optado por un silencio total. El que fuera uno de los referentes de la nueva izquierda española y portavoz parlamentario de Sumar, ha desaparecido prácticamente del foco público mientras se enfrenta a una compleja batalla judicial que ha eclipsado su trayectoria.
Alejado de los focos tras su dimisión
Errejón, de 41 años, dejó su escaño y cargos orgánicos tras hacerse pública la denuncia interpuesta por la actriz Elisa Mouliaá, con quien mantuvo una relación personal. La acusación, basada en supuestos episodios de coacción y abuso emocional, desencadenó su dimisión. Desde entonces, su rastro es mínimo: ningún acto público, ninguna entrevista y ninguna actualización en sus redes sociales. La última vez que escribió en su perfil de X (antes Twitter), fue para despedirse de su equipo parlamentario con un mensaje escueto: “Ha sido un orgullo trabajar con vosotros. Siento el perjuicio”.
Un caso que gana peso
Aunque al principio parecía que el caso se enfriaría por falta de pruebas sólidas, en las últimas semanas han surgido audios clave incorporados al sumario judicial. En ellos, Mouliaá habla con una testigo a la que insta a respaldar su versión. Algunas frases, como “cuenta lo que viviste… no hay que maquillar la realidad”, han sido interpretadas por la defensa de Errejón como una posible tentativa de manipulación de testigos.
El equipo legal del exdiputado ha solicitado al juzgado que se valore si estas presiones constituyen un delito de obstrucción a la justicia. Además, Errejón ha presentado una querella por calumnias e injurias, exigiendo una rectificación pública o, en su defecto, una indemnización económica.
Vida privada en un entorno exclusivo
Alejado del Parlamento, Errejón se habría instalado en una residencia de lujo en Húmera, una urbanización de alto nivel en Pozuelo de Alarcón (Madrid). La propiedad, valorada en más de dos millones de euros, le habría sido cedida por amigos cercanos. El chalet, de unos 700 metros cuadrados, cuenta con zonas ajardinadas, piscina y vigilancia privada. Allí ha sido visto en contadas ocasiones, siempre en situaciones cotidianas: paseando al perro o tomando café en el porche.
Se trata de un refugio discreto en un momento especialmente delicado. La Policía Judicial acudió a este domicilio para hacerle llegar una notificación legal, confirmando así que el político estaba residiendo allí oficialmente.
Mouliaá mantiene su versión
Por su parte, Elisa Mouliaá ha defendido públicamente su postura. En una reciente entrevista televisiva, visiblemente emocionada, expresó sentirse “linchada mediáticamente” y decepcionada con el sistema y los medios de comunicación. La actriz ha declarado que no piensa pedir perdón y ha solicitado que se hagan públicos los audios completos, no solo fragmentos.
Su relato ha polarizado a la opinión pública, mientras la justicia trata de esclarecer los hechos. El caso está en manos del juez Adolfo Carretero, quien deberá decidir en las próximas semanas si se abren nuevas diligencias contra Mouliaá o si se admite la querella de Errejón.
¿Y ahora qué?
A falta de novedades judiciales, todo apunta a que Íñigo Errejón seguirá manteniéndose en un segundo plano. Para muchos, su actitud responde a una estrategia de defensa prudente; para otros, es una forma de proteger su imagen tras un escándalo que amenaza con borrar años de carrera política.
Lo cierto es que, por ahora, su futuro es una incógnita. La justicia tiene la última palabra, y será ella quien defina no solo las consecuencias legales del caso, sino también si Errejón podrá, en algún momento, volver a la vida pública.