Se caracteriza por una sonrisa repleta de dientes afilados, un aspecto travieso y orejas puntiagudas. Son los peluches de moda, Labubu, que nacieron en 2015 como creación del artista y diseñador gráfico nacido en Hong Kong, Kasing Lung.
Un muñeco que está haciendo de oro a la empresa de juguetes que lo comercializa, Pop Mart, que lo ha convertido en un fenómeno de masas y cuyo valor ya está por encima de compañías de renombre como Mattel, el dueño de Barbie, o Hasbro, propietaria de juegos universalmente conocidos como el Monopoly, My Little Pony o Peppa Pig.
La clave del éxito de este muñeco es que no es solo para los niños. Los adultos lo han incorporado, por ejemplo, como llavero para decorar bolsos o simplemente como una especie de amuleto. Tanto se ha disparado su popularidad que su compañía, Pop Mart, se ha revalorizado en bolsa más de un 600% en el índice MSCI chino en lo que llevamos de 2025 y ya se ha convertido en una de las empresas más rentables del año.
Las redes sociales han tenido mucho que ver con la difusión de estos juguetes. TikTok e Instagram han resultado ser los escaparates perfectos para mostrarlos al mundo, con un modelo de negocio que ha sido cuestionado porque puede generar adicción, como la lotería. Se venden en una caja misteriosa y el comprador no sabe qué Labubu le va a tocar lo que empuja a seguir comprando nuevas cajas hasta encontrar el deseado. Un fenómeno que ha llegado hasta el Gobierno chino, que ha expresado su preocupación por una posible adicción infantil lo que podría llevar a aprobar nuevas regulaciones sobre este tipo de productos que pueden parecer inofensivos pero que potencian el consumo. Los resultados económicos sí que son incontestables: la empresa prevé para este semestre un aumento del 200% en ingresos y de un 350% en beneficios. Hasta dos de las mayores firmas financieras internacionales se han hecho eco de su éxito. Morgan Stanley ha advertido sobre una sobrevaloración de la compañía y de los riesgos regulatorios mientras que Nomura considera que Pop Mart es un líder de consumo emergente en China con un elevado potencial de expansión global. Hay llaveros, colecciones destacadas, colaboraciones con Coca-Cola que se venden por todo el mundo, incluso dentro de la boutique oficial del museo del Louvre, en París.
La cantante y rapera tailandesa Lisa Monoban, integrante del grupo surcoreano Blackpink, popularizó el peluche entre los adolescentes al integrarlo en su bolso de lujo lo que desató la fiebre coleccionista en Tailandia y en el resto del sudeste asiático. Los tamaños son variables igual que su precio. Las figuras vinilo pequeñas de 7,5 centímetros, cuesta entre 15 y 30 dólares. Los colgantes o llaveros para los bolsos, entre 20 y 30 dólares. Las figuras de vinilo grandes, de 58 centímetros, suben hasta los 167 dólares. También hay ediciones coleccionables o cajas ciegas exclusivas que pueden alcanzar los 75 dólares y reventas y subastas que cuestan como una vivienda: se subastó uno de estos muñecos a tamaño humano, una edición única, por 150.000 dólares en Pekín.
En 2024, las ventas de Labubu rozaron los 420 millones de dólares. Un éxito que no entiende de género puesto que también lo ha lucido David Beckham como un accesorio de moda. Un negocio al nivel de obras de arte convencionales. Según el informe Art Basel & UBS, los muñecos coleccionables no son vistos solo como juguetes, que también, sino como activos culturales y económicos que pueden competir con cuadros, esculturas o fotografías en prestigio y rentabilidad.
Y hay negocios que se están tratando de incorporar al éxito económico de estos muñecos como la cadena estadounidense de ropa nupcial David’s Bridal y que ofrece vestidos de novia y de damas de honor en miniatura para poder vestir a los peluches. Sus clientes pueden pedir cita en una de sus tiendas para que el equipo de sastrería reproduzca el traje real de la novia pero en versión reducida de unos 25 centímetros con todos los detalles. El precio por tener un minivestido de novia cuestan es de 50 dólares y los publicitan como el mejor souvenir de boda.
Los tentáculos del negocio también se extienden a la hostelería. Existe en Houston, Estados Unidos, una cafetería donde disfrutar de una experiencia inmersiva inspirada en Labubu, con decoración kawaii, disfraces temáticos y bebidas creativas. Y por supuesto, una tienda boutique con accesorios para los muñecos donde podemos encontrar muebles en miniatura para coleccionistas.