No convence con sus explicaciones a sus socios de Gobierno, tampoco a sus aliados parlamentarios, pero hoy Pedro Sánchez descarta por completo el escenario de un adelanto electoral y rechaza también someterse a una moción de confianza. Sí reta al PP y a Vox a que se atrevan a presentar una moción de censura, pero lo hace porque sabe que cohesionaría así a sus compañeros de filas, cada vez más descontentos por el olor de la corrupción.
Desde el estallido del informe de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil que salpica al ya exnúmero tres del partido, Santos Cerdán, el jefe del Ejecutivo ha pasado de comparecer cariacontecido, pidiendo perdón, a hacerlo alternando posiciones defensivas y ofensivas. Recuperando el tono y las formas que le son habituales.
Lo hace sobre la base de una de las pocas certezas que hoy albergan en Ferraz: “En el bloque [de investidura] no hay interés en ir a unas elecciones”. Los aliados suben el tono, pero los socialistas no aprecian un peligro inmediato. Nada que les haga suponer que han tensado demasiado la cuerda de la paciencia de los partidos cuyos votos les son imprescindibles.
Tampoco lo detectan en la Ejecutiva del partido (la Comisión Ejecutiva Federal), que ha mantenido su última reunión antes de la remodelación “profunda” que Sánchez prevé realizar el 5 de julio, en Madrid, cuando está convocado el Comité Federal, máximo órgano de dirección del partido. En esta cita el líder socialista tiene previsto hacer cambios más allá de sustituir al secretario de Organización, cuya parcela han cubierto de manera interina.
Obviando la ausencia de Cerdán, es la misma Ejecutiva designada en el 41 Congreso Federal de diciembre de 2024, en la que Sánchez apostó por la continuidad de los cargos que él mismo había situado en este órgano. La contestación, por tanto, se esperaba mínima.
Fuentes de la Comisión Ejecutiva Federal explican que han intervenido “la mayoría” de los cerca de 50 dirigentes que integran este órgano. Nadie ha pedido elecciones, afirman, ni tampoco el relevo del secretario general socialista. “Han planteado visiones personales de lo que está sucediendo”, afirma un segundo interlocutor.
Destaca el “apoyo al presidente” que todos han mostrado, y el “sentimiento de traición” que comparten ante la actuación de Cerdán. “Ha habido reacción y ofensiva, también defensa de la honorabilidad del partido”, sintetiza otro dirigente.
Juanfran Serrano, quien fuera mano derecha del secretario de Organización caído, explicó que se había sentido defraudado por el que fuera su jefe. Según estas fuentes, presumió del trabajo realizado, y consideró injusto que a él y al equipo más próximo al exnúmero tres se les mire con recelo. En distintos niveles del partido asumen que buena parte de este equipo se verá relevado en muy poco tiempo.
Más allá de ello, y por más que fuentes del Gobierno consideren “muy grave lo ocurrido”, también lo sitúan un peldaño por debajo de la gravedad necesaria para que dimita el jefe del Ejecutivo.
Explicaron que el presidente tardó en salir a comparecer porque decidió escribir él mismo su intervención. En su discurso acotó cualquier actuación al ámbito del Congreso: comparecerá ante el pleno para hablar específicamente de este caso e impulsará una comisión de investigación del caso Koldo, pero lo hará sin asumir ninguna actuación desde el Ejecutivo.
A nivel partido, además de expulsar definitivamente a José Luís Ábalos 15 meses después de abrirle expediente, han decidido que el Comité Federal del 5 de julio se celebre en Madrid, no en Sevilla, como se planeó inicialmente. Y han aprobado la auditoría externa adicional de las cuentas de la formación, que han comprometido formalmente el mismo día en el que aprobaban la que corresponde al pasado año. Cerdán también les ha regalado unos minutos de alivio cuando ha renunciado a su escaño.
Además, Sánchez ha insistido en que no contempla tirar la toalla, porque entiende que esto supondría “una irresponsabilidad”, al facilitar el camino del PP a la Moncloa. “Somos el mejor Gobierno que ha tenido España en mucho tiempo”, llegó a felicitarse.
Lo hizo a sabiendas de que Koldo García, exasesor de Ábalos y supuesta pieza clave de la trama, guarda otras grabaciones además de las que ya se han utilizado en el informe de la UCO. En Ferraz lo saben, pero intentan aguantar el tipo, a la espera de poder calibrar la sensibilidad de estos archivos. Mientras tanto, los socios van apretando, poco a poco.
Podemos, el que se muestra más contundente, ha decidido plantar al presidente en su ronda de contactos para no regalarle una fotografía que le sirva para vender que cuenta con su respaldo. Aseguran que está “deslegitimado” para gobernar, y rechazan sumarse al “lavado de cara” de un “partido corrupto”.
“Será insuficiente si sale más información”
El nivel de contestación interna en un Partido Socialista que ha renovado todas sus direcciones territoriales en los últimos seis meses, y que mayoritariamente están alineadas con Ferraz, es mínimo. Eso no quita para que algunos de sus dirigentes reconozcan que esperaban más del presidente.
“Imagino que tendrá que quedarse algo en la recámara por si arrecian nuevos audios o informaciones”, asume uno de ellos. También advierte de que la hoja de ruta actual será “insuficiente” si “sigue saliendo más información”.
“Ojalá fuera el final, pero me temo que no lo será”, vaticina. Como él, dirigentes de todo el territorio contienen la respiración ante lo que pueda llegar.