A pesar de la liberación sexual en nuestros días, hay un fenómeno silencioso que aparece en muchos encuentros íntimos, conocido como brecha orgásmica. El orgasmo masculino sucede en la amplia mayoría de relaciones heterosexuales, pero el femenino queda en un vacío o, como mucho, en apariciones intermitentes.
Este fenómeno viene causado por algunas normas socioculturales, así como factores anatómicos que los expertos han señalado como claves en el suceso. Pero es posible sortear este margen y empezar a cerrar esta fisura íntima.
Qué es la brecha orgásmica y el papel de la sociedad en ella

La brecha orgásmica se define como la disparidad entre hombres y mujeres en la frecuencia en la que alcanzan el orgasmo durante las relaciones sexuales. Los datos dan una muestra irrefutable de ello.
De acuerdo con una publicación de Archives of Sexual Behavior, en los encuentros íntimos heterosexuales, el 95% de hombres alcanzan casi siempre el clímax. Por otra parte, esto apenas el 65% de las mujeres lo hacen.
Existe una gran diferencia con los encuentros homosexuales, donde más 85% de las mujeres y los hombres sí tienen estos clímax con mucha frecuencia.
Según los profesionales, uno de los factores principales tras la franja entre las personas heterosexuales es el “coitocentrismo” social. La psicóloga Laurie Mintz indica que 3 de cada 4 mujeres no alcanzan el orgasmo únicamente a través del coito, por lo que la idea cultural de la penetración como acto sexual principal les ha dejado a ellas sin su clímax.
Mintz también habla en su obra Aprender a leer y escribir sobre el clítoris que la educación también juega un papel clave en esto. Los varones aprenden a conseguir el placer, mientras que a las mujeres se les enseña a satisfacer al otro.
Algo que ella y otros expertos denominan como déficit de comunicación sexual. Un problema que acaba dando a ellas la presión por no herir las emociones de la pareja llegando a fingir orgasmos, y “respetar” la prioridad del clímax masculino.
El factor de la anatomía y cómo cerrar la fisura

En la brecha orgásmica, además de los elementos socioculturales, también participa la anatomía femenina.
Existe cierto desconocimiento sobre el clítoris, el cual es el único órgano del cuerpo humano con la única función de dar placer. Durante mucho tiempo, se omitió su papel en la educación, a causa de la censura sexual. Cosa que ha llevado a ignorarlo en el acto íntimo.
Expertos como Mintz y otros aseguran que es necesario hacer justicia en este aspecto. Para ello, la revolución orgásmica debe atravesar una reeducación sexual, fomentar la comunicación femenina sin prejuicios y ampliar el encuentro más allá del coito.
Las tres claves pasan por dejar de lado las imposiciones educativas y por dejar expresar a la mujer sus deseos sexuales. Así, los encuentros íntimos pueden verse beneficiados de una mejor conexión y satisfacción para el conjunto de participantes heterosexuales.
En definitiva, la brecha orgásmica es uno de los tabúes por resolver en la intimidad. La ciencia respalda que es posible revertir esta situación, pero para ello es importante superar las barreras socioculturales y aprender un poco más del placer femenino.


