El tono triunfalista con el que el Gobierno anunció, a bombo y platillo, que España avanza hacia permisos de nacimiento y cuidado más amplios también ha generado malestar entre las familias monoparentales. Según Moncloa, la reforma, “coloca a las familias en el centro”. Pero si preguntamos a las familias monoparentales, la celebración es otra: hay aplausos, sí, pero suenan apagados. Porque detrás del titular envuelto envuelto en marketing se esconde una letra pequeña que sabe a engaño. “La alegría es contenida”, reconoce Carmen Flores, presidenta de la Federación de Asociaciones de Madres Solteras (FAMS).
En el caso de las familias monoparentales, formadas en un 80% por madres solas y que hasta ahora sufrían un trato desigual -ya señalado como discriminatorio por el Tribunal Constitucional-, la propuesta del Gobierno puede parecer generosa: de 16 a 28 semanas de baja -mientras que las formadas por dos progenitores tendrán derecho a 24-.
Pero no siempre lo que suma es lo que parece. “Es una alegría contenida… porque las cuentas no salen. Nosotras pedíamos 32 semanas por nacimiento, y lo que nos dan son 28 por nacimiento más cuatro por cuidado de menores hasta los 8 años. Eso no es una equiparación real”, lamenta Flores. “La diferencia son esas 6 semanas que, en las familias biparentales, se reparten. Nosotras seguimos estando en desventaja. Seguimos siendo discriminadas”.
La reforma no es un regalo. Llega forzada por la sentencia del Tribunal Constitucional, que en 2022 dictaminó que los hijos e hijas de familias monoparentales no podían recibir menos tiempo de cuidado que los de familias biparentales.
Pero hasta la aprobación del decreto, la realidad fue muy distinta: las solicitudes de ampliación se denegaban una y otra vez. “¿Qué ocurría? Que aunque teníamos una sentencia, las administraciones seguían diciendo que no. Ahora, por fin, ya no lo podrán hacer porque hay una legislación específica”, apunta Flores.
Lo dice sin euforia, porque sabe que este cambio es fruto del desgaste de muchas mujeres que han tenido que luchar solas. “Esto ha sido prácticamente una pelea individual de cada madre, con sus propios recursos. Hemos tenido que mover cielo y tierra para que nos reconocieran un derecho básico”.
La gran herida: sin retroactividad
El nuevo decreto tiene un punto negro que las familias no pasan por alto: no contempla retroactividad. “¿Y qué pasa con todas las que fueron a juicio? ¿Con las que llevan años peleando esto? Nada. Las dejan fuera”, denuncia Flores, sin ocultar su indignación.
Las nuevas semanas sólo benefician a quienes han dado a luz o adoptado a partir del 2 de agosto de 2024. Las demás, las que reclamaron cuando nadie las escuchaba, quedan excluidas. Y eso duele. “Encima, las semanas extra sólo pueden disfrutarlas los niños menores de un año. El resto también queda fuera. Así de sencillo”.
Entre el alivio y el enfado
En el colectivo, el sentimiento es ambivalente. “Claro que celebramos que se haya dado el paso y que se haya acatado la sentencia del Constitucional, pero esto no es la equiparación que pedíamos. Hemos pasado de estar muy mal a estar menos mal, pero seguimos mal”.
Las madres con las que hemos contactado en Artículo14 comparten esa misma sensación: el reconocimiento ha llegado, sí, pero con la promesa incumplida. “La palabra es esa: alegría contenida. Porque al final seguimos sin estar en igualdad de condiciones”.
“No vamos a parar”
“Sabemos que conseguir la equiparación total va a ser difícil, pero lo vamos a pelear. No vamos a parar hasta conseguirlo”, advierte Flores.
Desde el colectivo reclaman lo evidente: los mismos permisos que suman las familias biparentales, sin maquillajes ni descuentos por criar en solitario. Porque, si de verdad se quiere proteger a la infancia, no debería importar si hay uno o dos progenitores.
Avance sí, justicia no
El decreto supone un avance innegable: de 26 a 28 semanas por nacimiento, más cuatro semanas de cuidados. Pero, sin retroactividad y sin equiparación real, sigue habiendo desigualdad.
“Esto es un guiño del Gobierno, sí. Pero seguimos discriminadas“, insiste Flores.
La igualdad no admite parches
El nuevo permiso es un paso, una respuesta a medias que llega tarde y deja fuera a quienes más han peleado por este derecho.
La pregunta es inevitable: ¿por qué la maternidad en solitario sigue valiendo menos a ojos del Estado? “Hemos pasado de estar muy mal a estar menos mal, pero seguimos mal”, resume Flores. Las madres no entienden -y con razón- por qué cuidar en soledad en España sigue implicando tener menos derechos.
Y mientras esa respuesta no llegue, las madres monoparentales seguirán luchando. Porque la igualdad no se vende como un eslogan: se garantiza con justicia.