Roma vivió este sábado un momento histórico con la celebración de la Gran Procesión del Jubileo de las Cofradías, enmarcada en el Año Santo convocado por el Papa Francisco. En un acontecimiento sin precedentes, dos cofradías andaluzas –la Archicofradía del Paso y la Esperanza de Málaga y la Hermandad del Cachorro de Sevilla– encabezaron una manifestación de fe que representó la riqueza, diversidad y fuerza de la piedad popular española, junto a otras delegaciones como la del Dulce Nombre de Jesús Nazareno de León.
Desde primeras horas de la tarde, el entorno del Coliseo y los Foros Imperiales se llenó de miles de peregrinos y fieles, muchos llegados desde Andalucía, que no quisieron perderse este hito. Málaga estuvo representada por más de 1.700 hermanos de la Esperanza, que peregrinaron por las calles de Roma en una auténtica marea verde, entre rezos, salves y vítores. Los sevillanos no se quedaron atrás: miles de ellos se agruparon para acompañar con emoción al Cristo de la Expiración, conocido como el Cachorro, en su discurrir por la vía Claudia.
La procesión comenzó con la participación de una Dolorosa siciliana de Enna, que precedió al bloque de las imágenes españolas. El Nazareno de León fue la primera de estas en abrir paso, en un imponente trono adaptado para la ocasión, seguido por los titulares de Málaga y Sevilla. La imagen del Señor de León, del siglo XVII, fue recibida entre aplausos y vivas que anticipaban la emoción que vendría después.
La entrada del trono de la Esperanza de Málaga en la vía de San Gregorio, con el Coliseo de fondo, fue uno de los momentos más intensos de la jornada. Las aclamaciones a la Virgen, a Málaga, Andalucía, España y la Semana Santa se entremezclaron con los sonidos de las bandas y los aplausos interminables cuando la Dolorosa perchelera se detuvo. A los pies del Coliseo, la cantante malagueña Diana Navarro interpretó una conmovedora saeta que hizo enmudecer a los presentes y que concluyó con una ovación cerrada.
El paso de la Esperanza por la vía Claudia resultó especialmente impactante. Portadores del segundo turno, que aguardaban en las aceras, rompieron en vítores a la Virgen y fueron correspondidos por los hombres de trono que la llevaban por primera vez sobre sus hombros por las calles romanas. Fue un momento de unidad cofrade, de emoción compartida entre hermanos y devotos venidos de todas partes.
El Cristo de la Expiración, por su parte, estremeció a Roma con su presencia majestuosa. Bajo los sones de las bandas de música de La Puebla del Río y La Oliva de Salteras, el Cachorro ofreció una imagen de sobria grandeza que captó la atención y el respeto del público congregado.
No pasó desapercibida la presencia institucional malagueña. El alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, fue recibido con aplausos a su paso por la vía Claudia, acompañado por las concejalas Teresa Porras y Elisa Pérez de Siles. Su participación simbolizó el respaldo institucional y el orgullo de la ciudad por ver a su Virgen del Perchel en el corazón de la cristiandad.
La jornada ya había comenzado con una peregrinación histórica. Poco antes de las seis de la tarde, el estandarte de la Esperanza cruzó la Puerta Santa de la basílica de San Pedro, siendo llevado hasta la Cátedra del Apóstol. Allí, los malagueños rezaron el Credo y se detuvieron en oración ante la tumba de San Juan Pablo II, el pontífice que autorizó la coronación canónica de la imagen en 1988.
El Jubileo de las Cofradías en Roma ha dejado imágenes imborrables: la Esperanza cruzando la Ciudad Eterna como Reina, el Cachorro respirando devoción bajo el cielo romano, y el Nazareno de León anticipando con solemnidad la fuerza de una religiosidad que se manifiesta con arte, emoción y fe. Fue un día para la historia. Un día en el que Roma se rindió ante la Semana Santa de España.