El cardenal Juan José Omella, arzobispo de Barcelona y presidente de la Conferencia Episcopal Española, ha sido uno de los protagonistas del reciente cónclave que ha elegido al cardenal Robert Francis Prevost como nuevo Papa. En esta larga conversación con los medios tras la primera misa del pontificado de León XIV, Omella reflexiona sobre el perfil del nuevo Papa, el clima de las Congregaciones Generales y el papel de la Iglesia ante los desafíos contemporáneos. A continuación, reproducimos la entrevista completa en formato pregunta-respuesta.
En un momento de entrevista personal, Omella ha dialogado también con Artículo14 sobre el futuro papel de la mujer en la Iglesia, su valoración de los avances realizados por Francisco
¿Cree usted que el Papa León XIV va a seguir la senda que comenzó el Papa Francisco en torno a la mujer y la Iglesia?
No puedo entrar en el pensamiento de de León XIV todavía. Yo creo que el papel de cada persona dentro de la Iglesia es importante, sea hombre o mujer; todos tenemos la responsabilidad. Somos pueblo santo de Dios. Lo que no podemos es clericalizar a la iglesia. Ahora cada uno tiene una misión. Yo creo que eso lo tenemos todos claro, también la gran mayoría de cardenales y de obispos. Otra cosa es el feminismo… eso es otra historia, pero el papel de la mujer y del hombre, y yo creo que eso está claro en la Iglesia y el Papa lo ha impulsado en esa línea, el Papa Francisco lo impulsó.
Yo espero que el papa León XIV lo tenga claro. Porque él ha participado también en el Sínodo de la Sinodalidad, donde hablábamos mucho del santo pueblo de Dios, donde todos tenemos la gran tarea de evangelizar, todos tenemos la gran tarea de ser responsables. Y podemos tener una responsabilidad de gobierno en la Iglesia, claro que sí. De hecho, ya las hay: algunas mujeres ya la tienen.
Como sucede en el Dicasterio para los Obispos…
Y el cardenal Prevost estaba en el Dicasterio para los Obispos. Y allí teníamos, entre todos los cardenales, a tres mujeres. Nos ayudaban a preparar los candidatos para cada diócesis y presentárselos al Papa. Y esas mujeres han participado con toda normalidad. El cardenal Prevost tenía con ellas mucha confianza y veía bien que esto fuese así. Con lo cual, yo creo que esa línea de responsabilidad de cada uno dentro de la Iglesia está presente.
El Papa Francisco dijo: “Cuando hay mujeres, la cosa funciona”. ¿Está de acuerdo?
De hecho, la prefecta de la Vida Religiosa es una religiosa, la hermana Simona Brambilla, y la prefecta de la Economía del Gobernatorato es sor Rafaela Petrini, que también está en los órganos de gobierno. Yo creo que ellas dan un sentido que a veces los hombres no damos. La visión que tenemos en una familia es así: están el padre y la madre, cada uno da sus aspectos. Yo creo que eso es algo complementario. Dios nos ha hecho complementarios.
¿Cómo vivió el momento de la fumata blanca y la presentación del nuevo Papa?
Estamos muy contentos. Ayer, después de la votación y al ver la fumata blanca, salir todos los cardenales acompañando al nuevo Papa en la logia, contemplar la Plaza de San Pedro llena de gente gritando “¡Viva el Papa!”, primero sin saber quién era, luego ya cantando “León”… fue muy bonito. La Iglesia acoge con alegría al Papa, sea quien sea, porque es el representante de Jesucristo, el que nos lo hace presente. Después de la muerte de un pontífice tan querido como el Papa Francisco, fue muy consolador ver cómo el pueblo de Dios acoge con tanto entusiasmo a su sucesor.
Usted ha trabajado de cerca con el cardenal Prevost. ¿Cómo es él en las distancias cortas?
Le conocí cuando fue nombrado por el Papa Francisco miembro del Dicasterio para los Obispos, entonces aún Congregación. Me alegré mucho de ver a alguien que hablaba castellano, y que venía de Chiclayo, una ciudad del Perú. Allí había sucedido a un obispo que era de Zaragoza, mi diócesis. En su ordenación episcopal estuve presente en representación del arzobispo, y pasé una semana conociendo aquella realidad. Cuando nos reencontramos en Roma y le dije que conocía Chiclayo, conectamos enseguida.
La verdad es que es un hombre entrañable. Lo habéis visto también vosotros: cercano, humilde, espiritual, como escuché que decíais en las radios (cuando pudimos escuchar las radios). Es un hombre muy espiritual y muy pastor, y además está muy bien preparado intelectualmente, pero sabe hablar con la gente sencilla. En Perú lo querían muchísimo. De hecho, antes de venir al cónclave, después del funeral por el Papa Francisco en Barcelona, una pareja me saludó: “Somos de Chiclayo, saludos para nuestro obispo, el cardenal Prevost, lo queremos mucho”. Fue emocionante ver cómo lo recuerdan con tanto cariño. Es un hombre cercano, preparado y luego tiene esa mirada también mundial, porque al haber sido superior general de los agustinos, tiene una visión universal de la Iglesia. Ha recorrido el mundo. Es un pastor, un intelectual, y un hombre muy espiritual.
¿Qué impresión le ha dado estos días?
Es un hombre muy espiritual, muy pastoral, muy preparado intelectualmente. Pero también sabe estar con la gente sencilla y explicarse con sencillez. La gente de Perú le quiere mucho. Hace poco, antes de venir al cónclave, justo después de la muerte del Papa Francisco, salí de la catedral de Barcelona —donde hicimos el funeral por él— y una pareja me paró: “¿Usted irá a Roma, verdad?”. “Sí”, respondí. “Mire, nosotros somos de Chiclayo y queremos mucho a nuestro obispo, el cardenal Prevost. Salúdele.” Me emocionó. Qué cosa tan bonita que unos feligreses le recuerden con tanto cariño.
¿Qué otras cualidades destacaría de él?
Además de lo espiritual y pastoral, tiene una mirada muy amplia, muy mundial. Ha sido superior general de su orden, los agustinos, y ha recorrido comunidades en todo el mundo. Eso le ha dado una visión muy universal de la Iglesia.
¿Qué espera de sus relaciones con figuras políticas como Pedro Sánchez o Donald Trump?
Bueno, estos temas políticos no los domino tanto. Si Pedro Sánchez decide venir a la misa de inauguración del pontificado, será muy bienvenido. La Iglesia acoge a todos. En el funeral del Papa, en las audiencias, hemos visto pasar a muchos presidentes y ministros. Y sobre Trump, me imagino que, como el Papa León XIV es estadounidense, podrán tener una relación más fluida. Ojalá. En estos tiempos, que alguien pueda hacer de puente para la paz en el mundo es muy necesario. La Iglesia ha servido de mediadora muchas veces, ya sea directamente el Papa o sus delegados.
¿Cómo han influido las Congregaciones Generales en el perfil del nuevo Papa?
Las Congregaciones Generales nos han permitido hablar con calma de los grandes desafíos que afronta la Iglesia y el mundo. De ahí puede salir el perfil del Papa que pueda responder a ellos. Yo iba tomando notas de todo lo que se decía. Me parece muy bonito cómo el Espíritu nos ha guiado hacia una persona que conoce la universalidad de la Iglesia y sus realidades sociales. No es un obispo de un rincón perdido, sino alguien que ha sido pastor, general de una orden y miembro de la Curia romana. Eso le da una visión concreta de los problemas. Y ya ayer anunció un poco por dónde quiere andar: sus preocupaciones y deseos.
¿Cómo vivió personalmente el cónclave y el momento de votar?
Nunca había estado en un cónclave. Me impactó mucho la entrada en procesión en la Capilla Sixtina. Recordaba escenas de películas como Las sandalias del pescador. Pero esto es la vida real. Entrar allí, ver el Juicio Final de Miguel Ángel, y pensar: “Aquí tenemos que decidir quién guiará la Iglesia”. Me vino a la cabeza el momento en que los apóstoles eligen al sucesor de Judas. También encerrados, también guiados por el Espíritu. Me entró un cierto temblor. Rezaba en silencio durante la votación: “Señor, que acertemos, que acertemos”. Es un momento de mucha responsabilidad.
Sin revelar lo confidencial del cónclave, ¿podría compartir sus impresiones o sentimientos de estas dos últimas semanas desde el funeral de Francisco?
No puedo revelar detalles, por supuesto. Pero sí le puedo decir algo: esta ha sido mi primera experiencia de cónclave, y me ha impactado mucho. Sólo conocía lo que se ve en películas como Las sandalias del pescador, pero vivirlo en persona es algo totalmente distinto. Uno siente la responsabilidad, el peso de la historia, la presencia del Espíritu. Hemos vivido días intensos, de oración y discernimiento. Y hoy puedo decir que me siento agradecido y esperanzado.
¿Algo más que quisiera añadir?
Simplemente reiterar que es una gracia enorme vivir en esta Iglesia, que sabe acoger a su pastor con alegría, que se deja guiar por el Espíritu, y que, pese a sus heridas y desafíos, sigue caminando con esperanza. El Papa León XIV es un hombre de fe, de comunión y de visión, y estoy convencido de que será un buen guía para este nuevo tiempo.