“Esto es una vergüenza”: cientos de pasajeros claman contra el caos en los trenes

Un colapso que supera los retrasos: falta de información, ventilación y atención añaden indignación al escaso servicio

Una oleada de incidencias provoca retrasos en varias líneas de alta velocidad
Una oleada de incidencias provoca retrasos en varias líneas de alta velocidad. Europa Press
Europa Press

La estación de Chamartín se convirtió ayer en un escenario de tensión y descontrol: cientos de viajeros hacinados en el andén soportaron temperaturas superiores a 35 °C mientras los trenes acumulaban horas de retraso sin alternativa ni explicación. Las quejas se sucedían, los móviles buscaban aire, y la sensación generalizada se resumía en una palabra: hartazgo.

José Carlos Belda Gilar relata a Artículo 14 el momento que experimentó al llegar para abordar el tren con destino Murcia y se topó con un auténtico caos: “Una marabunta, mucha gente enfadada. Había tres trenes en dirección a Alicante —uno a las 15:00, otro a las 18:00 y otro el mío, a las 19:00—; los dos primeros aparecían retrasados y el de las 19:00 salía ya. El personal de Adif decía que no podía dar ninguna explicación. Imagino que es para no pagar más indemnizaciones. Vi varios ancianos mareados porque no había donde sentarse en la zona nueva de Chamartín, y hacía mucho calor. No había nadie para atendernos, ni darnos agua, ni facilitarnos información”.

Cientos de viajeros permanecen atrapados en la estación de Chamartín
Cientos de viajeros permanecen atrapados en la estación de Chamartín
Artículo 14

La desinformación fue uno de los problemas más denunciados. Juan Jiménez se encontraba esperando un Alvia con destino a León y Gijón, que debía partir a las 18:50 h, y se encontró con una suspensión total de la circulación por un incendio en las proximidades de la vía. “¿La explicación? Suspensión momentánea de la circulación derivada de un incendio ajeno a la explotación ferroviaria… Información oficial de Renfe tras dos horas de espera.”

Desde un AVE procedente de Barcelona, Álvaro relataba a su vez que su pareja había asistido a una parada de emergencia por el mismo motivo. “Dicen que pararon el tren por un incendio… esto huele fatal”, decía. Su desconfianza no era aislada: el silencio institucional y la repetición de excusas técnicas copiadas del manual habían empezado a irritar incluso a los más pacientes.

“Secuestrados” sin tren

A estos testimonios se suman los de otros viajeros que contaron esperas de hasta dos horas y media, con pantallas que actualizaban apenas con retrasos intermitentes, altavoces mudos y un calor que convertía los andenes en hornos. Varios manifestaron sentirse “secuestrados”, sin acceso a agua ni a ninguna alternativa, y evocaron experiencias anteriores en Atocha, donde la vieja estructura suele agravar los problemas cuando falla el sistema.

Desde Adif y Renfe, fuentes oficiales divulgaron escuetos comunicados: “Se trabaja para restablecer la normalidad”, “El incendio se encuentra controlado”, “No se prevé que los trenes se cancelen”. Pero en el terreno, esa retórica no calmaba a los miles de pasajeros afectados, muchos de ellos niños, mayores o personas con movilidad reducida, según denunciaron varios usuarios. “Un niño pequeño llorando del calor, sin sitio para moverse… me daba pena. Esto es una vergüenza”, señalaba Ana, una madre que añadió que debía renunciar a su viaje por la noche por falta de alternativas.

Cientos de viajeros permanecen atrapados en la estación de Chamartín
Cientos de viajeros permanecen atrapados en la estación de Chamartín

El sistema de reclamaciones se colapsó en línea, con errores en la web de Renfe y números de atención saturados. Varios usuarios consultados mostraron capturas de pantalla con el mensaje: “Hemos detectado labores de mantenimiento: inténtelo más tarde”.

A la indignación se unió la reflexión sobre el modelo ferroviario actual. “Pagamos billetes caros, se nos vende comodidad y puntualidad, pero esto es lo que hay: hacinamiento, calor extremo, sobresaturación… y ni una disculpa real”, resumía una viajera mayor, Pilar, que esperaba en un banco sin back‑up alguno ni control de aglomeraciones.

Caos en toda España

Pero el caos no se limita a Madrid, ni a Atocha ni a Chamartín. En Alicante, el Regional con destino a Valencia, programado para las 17:20 h, sufrió un retraso de 90 minutos que afectó a cerca de 150 viajeros, según testimonio de Marta López: “Comenzó a fallar el aire acondicionado y caía sudor por nuestras espaldas. Tampoco se nos informó con claridad ni se ofreció alternativa ferroviaria o en autobús”.

En Barcelona-Sants, el Cercanías R2N acumuló retrasos que superaban los 40 minutos por un problema técnico no explicado. “La gente protestaba en los altavoces: ‘¡Queremos saber qué pasa!’”, relata Jordi Ruiz, que viajaba a Blanes para visitar a sus padres. “Al final me fui en coche, porque Renfe ofrecía cero soluciones”.

Pero el problema ha ido más allá: hasta 23 trenes de la alta velocidad que conectan Barcelona con Madrid, Bilbao, Sevilla y Lleida han tenido que interrumpir su circulación al llegar a las estaciones más próximas o bien han quedado parados en medio de su recorrido durante dos horas y media debido al incendio de matorrales que se ha declarado a las 19:08 horas en Vinatesa (Lérida), muy cerca de las vías. La circulación no se ha restablecido hasta pasadas las 21:30 horas.

Los Bomberos de la Generalitat afrontan una difícil extinción de dos incendios simultáneos en la comarca de la Segarra, el de Torrefeta y Florejacs. EFE

En Lérida-Pirineos, una incidencia técnica derivada del inmenso incendio que asola la comarca, obligó a suspender la conexión con Madrid y Barcelona durante más de dos horas. “Nos reubicarán en un bus que tarda el triple”, denuncia Nuria Soler, que debía llegar a Zaragoza: “Hubiese preferido un tren, aunque hubiera tardado un poco más; al menos sabría a qué atenerme”. En Sevilla-Santa Justa la tarde también fue un caos. Un cercanías hacia Cádiz acumuló retraso tras retraso.

Ante esta situación, el ministro de Transportes no ha salido aún a explicar lo ocurrido; el silencio gubernamental recuerda al simulacro de normalidad en redes sociales, donde se acumulan cientos de mensajes que pedían explicaciones y reclamaban responsabilidades.

Mientras tanto, hoy amanecen previsiones de ola de calor y nuevos atascos en el transporte. Y en Chamartín, muchos repiten el mismo gesto: llevan su propia agua, abanico, mascarilla por el polvo de las obras. No por precaución, sino por desconfianza: la de quien cree que “esto es una vergüenza” y que lo seguirá siendo hasta que se tomen las medidas necesarias.

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