Caos en Chamartín: una incidencia eléctrica paraliza los trenes de alta velocidad y deja a cientos de pasajeros sin respuestas

La ola de calor y la falta de información convierten la estación en un hervidero de pasajeros sin respuestas

Cientos de viajeros permanecen atrapados en la estación de Chamartín
Cientos de viajeros permanecen atrapados en la estación de Chamartín

En este arranque de julio, miles de viajeros se han trasladado a la estación de Chamartín, en plena ola de calor, justo cuando muchas familias comenzaban sus vacaciones. “En Madrid, el aire es caliente como un secador de pelo y el sueño, estos días, depende de si tienes aire acondicionado o fe. Llegas a la estación de Chamartín —todavía en obras eternas— y te encuentras con lo que pensabas que solo pasaba ‘en otros sitios’: cientos de personas hacinadas, abanicos en modo supervivencia, niños y mayores sin saber dónde meterse”. Lo cuenta una de las viajeras afectadas, Beatriz Gallástegui, que ha pasado el día encerrada en la estación.

“Todos los trenes, con retraso. Las pantallas piden disculpas sin más. Nadie da explicaciones. Nadie sabe nada. ¿Dónde está el progreso del que tanto hablan algunos? En la vida real, la de a pie y a pie de andén, no somos usuarios: somos supervivientes de la desinformación, del calor y del caos. Lo menos progresista”, continúa. En la estación, todavía inundada por unas obras que se alargan en el tiempo, cientos de viajeros esperan algo de información para saber si podrán o no viajar a sus destinos.

“Y lo peor es esa sensación de resignación compartida, de ‘es lo que hay’, ‘no queda otra que pagar un billete desproporcionado y no saber cuándo ni cómo vas a subirte a tu tren’. Porque este año me ha salido más barato viajar fuera de España que volver a casa con Renfe (no tengo otra opción, es la única empresa)”, añade Beatriz, cuyo destino es Santiago de Compostela, en Galicia.

Cientos de viajeros permanecen atrapados en la estación de Chamartín
Cientos de viajeros permanecen atrapados en la estación de Chamartín
Artículo 14

“Se preveía que iba a haber operación salida de vacaciones. Estamos sufriendo una ola de calor, y no hay previsión. Una vez pasado el control, la gente hacinada, desmayada, sin aire acondicionada, sin información, con retrasos… Nadie te da ningún tipo de explicación. Es tercermundista”, añade esta viajera, que no sabe cuándo podrá volver a su casa. Nadie había recibido notificaciones sobre los retrasos, ningún tipo de aviso ni, por supuesto, ningún tipo de solución.

Problemas en Levante

Una incidencia en la catenaria en la estación de Madrid‑Chamartín-Clara Campoamor provocó el pasado jueves la interrupción del servicio de trenes de alta velocidad, dejando sin tensión eléctrica varias vías de llegada y salida. Un descarrilamiento de la locomotora motriz a las 13:50 horas fue la causa según Adif, que tardó horas en restablecer el suministro. La incidencia afectó principalmente a destinos de Levante, como Valencia, Alicante y Murcia, mientras el resto de rutas se reubicaron temporalmente en Atocha.

Las consecuencias no tardaron en manifestarse: alrededor de 34.000 pasajeros sufrieron retrasos, cancelaciones o desvíos. Ferrocarriles como Renfe, Iryo y Ouigo informaron de demoras medias que rozaban los 40 minutos, aunque en muchos casos llegaron a superar las dos horas.

Estación de tren en Sevilla - Sociedad
Cientos de pasajeros aguardan en la Estación de Tren de Santa Justa
EFE/José Manuel Vidal

El origen del desastre fue un fallo eléctrico provocado por el descarrilamiento de un eje que dañó la catenaria, cortando la tensión en varias vías. Adif se movilizó para retirar el tren afectado, y comenzó rápidamente las reparaciones. Pero la restauración del servicio tardó horas en llegar: hacia las 15:00, los trenes del norte empezaron a recuperar la normalidad; sin embargo, los de la línea de Levante —con destino a Valencia, Alicante o Murcia— siguieron enredados en desvíos, cancelaciones y retrasos que superaron los 120 minutos en muchos casos.

Renfe, Iryo y Ouigo se vieron obligadas a reprogramar salidas y derivar convoyes a Atocha. Mientras tanto, miles de usuarios dependían exclusivamente de la improvisación colectiva: información extraída de pantallazos en redes sociales, conversaciones entre pasajeros y la paciencia como estrategia de supervivencia frente al calor y el silencio institucional.

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