“Se avecina una revolución con CRISPR.” – Jennifer Doudna
En un laboratorio silencioso de la Universidad de California, Berkeley, una mujer observaba estructuras de ARN (una molécula crucial en la expresión génica, actuando como intermediario entre el ADN y la síntesis de proteínas) cuando tropezó con el descubrimiento que cambiaría el rumbo de la ciencia moderna.
La Dra. Jennifer Doudna, bioquímica estadounidense, no se propuso cambiar el destino de la humanidad. Su trabajo ha sido tan innovador que en 2020, se convirtió en una de las pocas mujeres galardonadas con el Premio Nobel de Química, junto a la microbióloga francesa Emmanuelle Charpentier, después de haber desarrollado una de las herramientas científicas más revolucionarias de nuestro tiempo: CRISPR-Cas9, un sistema que permite editar genes con una precisión sin precedentes. Su descubrimiento abre la puerta a curar enfermedades genéticas antes consideradas incurables, mientras nos obliga a hacernos preguntas existenciales sobre los límites éticos de intervenir en el proceso de la naturaleza humana.
De tardes lluviosas en Hawai a la cima de la ciencia
Jennifer creció en Hawái, hija de un profesor de literatura estadounidense. Aunque su mundo estaba lleno de novelas escritas por grandes autores, su mente fue capturada por la ciencia desde joven. Tenía apenas 12 o 13 años cuando su padre le dejó en la cama una copia de ‘La doble hélice’, la famosa crónica del descubrimiento del ADN. Ese fue su primer contacto con el misterio molecular de la vida.
A diferencia de otros científicos que dedican su vida a una sola línea de investigación, Doudna se describe como alguien que ha explorado la ciencia desde su juventud como si fuera un buffet de comida. “Tomas un poco de aquí, pruebas algo allá, y luego ves cómo se conectan. Así terminé trabajando en CRISPR que era un proyecto paralelo”. Lo que comenzó como una curiosidad terminó siendo una revolución científica.
Ciencia y sueños turbios
CRISPR-Cas9 es una herramienta molecular que permite “cortar y pegar” fragmentos de ADN, modificando el genoma con precisión quirúrgica. Este avance ha cambiado por completo la forma en que enfrentamos la medicina, la agricultura y la biotecnología. Pero Doudna reconoce sentir vértigo desde que tiene en sus manos una herramienta tan poderosa. “Tuve un sueño con Hitler usando una máscara de cerdo, queriendo aprender sobre nuestra tecnología” reconoció a la revista de la universidad MIT. Ese sueño fue uno de los muchos que la persiguieron después de publicar su trabajo. Años después, aún recuerda la ansiedad de ver cómo la ciencia avanzaba más rápido que la discusión ética.
Atrapada por las dudas, en 2015 pidió una moratoria mundial sobre la edición genética en embriones humanos aunque en estos diez años su visión ha evolucionado. “Creo que hoy no debería usarse clínicamente, pero en el futuro, tal vez. Al principio no lo entendía, pero ahora recibo mensajes a diario de familias afectadas por enfermedades genéticas”.
Uno de esos mensajes incluía la foto de un bebé con una enfermedad neurodegenerativa rara. “Era hermoso, perfecto. Y sabías que iba a sufrir. Tengo un hijo. Mi corazón se rompió. Creo que esta tecnología existe como una forma de ayudar y debemos hacerlo. Sería inmoral no hacerlo”.
CRISPR para salvar el planeta
Aunque mucho del debate sobre CRISPR se ha centrado en la medicina, Doudna cree que el mayor impacto inmediato estará en la agricultura. “El potencial es enorme, especialmente mientras enfrentamos el cambio climático y el crecimiento de la población”.
Desde el Instituto de Genómica Innovadora, que ella misma fundó, Doudna lidera investigaciones para crear cultivos más resistentes al calor, la sequía, las plagas y otras amenazas derivadas del cambio climático. El objetivo es garantizar la seguridad alimentaria sin recurrir a métodos químicos contaminantes. CRISPR permite hacer ediciones genéticas precisas en plantas sin introducir ADN de otras especies, lo que podría facilitar su aceptación pública. Sin embargo, aún hay desafíos importantes.
“El problema no es solo técnico, también es político y cultural. En un país una planta editada puede ser legal, y en otro puede estar prohibida. Eso crea una situación complicada”, dice.
En un mundo donde el cambio climático amenaza la seguridad global, Doudna cree que la ciencia debe estar al servicio de soluciones urgentes, y que el papel de las mujeres en este campo será cada vez más crucial.
Feminista en formación
“Durante años no quise ser vista como una ‘científica mujer’, solo quería ser científica” reconoció Doudna hablando con National Geographic.
Como muchas mujeres en campos dominados por hombres, Jennifer pasó gran parte de su carrera intentando que su género no definiera su trabajo. Con cada triunfo se dio cuenta de que el problema no desaparecía al ignorarlo. No debía pedir perdón por triunfar. “He visto de cerca el sesgo contra las mujeres. A veces es sutil, pero real.”
Satisfecha de considerarse una “feminista en formación”, habla abiertamente de cómo muchas mujeres en la Academia de Química dudan de sus propias capacidades. “Veo a mujeres que no creen en su talento, que no se postulan a becas o promociones por miedo. Eso rara vez le pasa a un hombre.”
El horizonte a 10 años
Doudna cree que el cambio más importante para las mujeres sucederá en los próximos 10 años cuando se sientan bienvenidas en todos los sectores profesionales, desde la ciencia hasta las empresas, pasando por el liderazgo político. “En el pasado hemos excluido a muchas mujeres valiosas que no se sentían habilitadas ni bienvenidas para contribuir”.
La historia de Jennifer Doudna es la de una pionera arquetípica creadora de un descubrimiento revolucionario. Es también la historia de una mujer que se atrevió a hacer preguntas de forma diferente, e incomodar con respuestas honestas liderando desde la conciencia y la colaboración.
Gracias a CRISPR, ha abierto una puerta que nos obliga a redefinir lo que significa ser humano, lo que es éticamente aceptable, y lo que es científicamente posible. “El futuro ha llegado y la pregunta que debemos hacernos es ¿cómo usaremos lo que hemos descubierto y quiénes nos liderarán?”
En un mundo donde las decisiones científicas tendrán cada vez más peso en nuestras vidas, la voz de mujeres como Jennifer Doudna son absolutamente imprescindibles.