Tilikum era una orca de 7 toneladas que nació en las gélidas aguas del Atlántico Norte, cerca de Islandia. A los dos años de edad, fue separado de su manada por pescadores contratados por un acuario. Fue vendida primero al Sealand of the Pacific, un parque en Canadá donde comenzó su entrenamiento. Desde el inicio, Tilikum fue tratado como un animal problemático. Era el más grande del grupo, pero también el más acosado: dos orcas hembras lo atacaban constantemente, sin que el equipo hiciera nada.
Primera muerte: una noche helada en Canadá
En 1991, una joven entrenadora de 20 años llamada Keltie, cayó accidentalmente al tanque de las orcas tras resbalar en la plataforma. Era una nadadora olímpica, fuerte y con experiencia. Pero el agua no perdona, y Tilikum tampoco.
Testigos relataron cómo Keltie gritó pidiendo ayuda mientras tres orcas jugaban con su cuerpo, impidiéndole salir a la superficie. No era un ataque inmediato, sino un juego sádico, prolongado. El rescate fue imposible. “Fue como si no supieran lo que hacían…o peor, como si lo supieran perfectamente”.
La tragedia fue el principio del fin para Sealand, que cerró poco después. Pero Tilikum no fue liberado. Fue vendido a SeaWorld Orlando, donde se convirtió en semental para su programa de cría de orcas.
Segunda muerte: un cuerpo flotando
Años más tarde, en 1999, un hombre llamado Daniel fue encontrado muerto sobre el lomo de Tilikum. Se había colado al parque acuático por la noche para “nadar con las orcas”. Lo que ocurrió dentro del tanque es un misterio.
El cuerpo de Daniel presentaba múltiples heridas y laceraciones. La versión oficial habló de “accidente y negligencia del visitante”. Pero las preguntas no cesaron. “Nadie entra a nadar con una orca de seis toneladas por accidente. Mi hijo estaba perdido, sí, pero esto no fue un simple error”. SeaWorld silenció el caso, sin reconocer la implicación directa de Tilikum. El espectáculo continuó.
Tercera muerte: el asesinato ante el mundo
Fue en 2010 cuando el mundo presenció el horror. Dawn, de 40 años, era una de las entrenadoras más queridas y experimentadas de SeaWorld. Había trabajado con la orca durante años. Esa mañana, al terminar una exhibición, Dawn se encontraba al borde del tanque cuando Tilikum la agarró por el brazo y la arrastró brutalmente al agua. Testigos presenciales, incluidos niños, vieron la escena con terror. “Pensamos que era parte del show, hasta que vimos la sangre”.
Foto de la orca con la entrenadora
El ataque duró más de treinta minutos. El cuerpo de Dawn fue recuperado mutilado, con fracturas múltiples, el cuero cabelludo desprendido y signos claros de violencia. Esta vez no se pudo ocultar. La noticia dio la vuelta al mundo.
No ha sido el único ataque de una orca. Otro animal atacó a su entrenador, de nombre Ken, durante 8 interminables minutos. Logró salir con vida:
El documental Blackfish, en Netflix, sacudió a la audiencia. Con testimonios de exempleados, científicos y familiares de las víctimas, el film desnudó el sistema detrás del cautiverio de orcas. Murió en 2017 con 35 años, muy por encima de la esperanza de vida en cautiverio, pero lejos de los 80 años que puede alcanzar una orca salvaje.
Tilikum es recordado con ambivalencia. Para algunos, fue una bestia peligrosa. Para otros, un prisionero que expresó su desesperación de la única forma posible. Lo cierto es que su historia cambió la industria del entretenimiento marino. “Tilikum no fue un monstruo. Fue una víctima. Y arrastró consigo a tres seres humanos en su caída.”