016/ Ni una más

Caso Pablo Laurta: el antifeminista que asesinó a su expareja y a su exsuegra

Laurta, fundador de "Varones Unidos", asesinó a su expareja, su exsuegra, a un conductor y secuestró a su hijo. Ha sido detenido

De negar la violencia de género a perpetrar un doble crimen machista. Pablo Rodríguez Laurta, de 39 años, no era un extraño para la justicia y su nombre era conocido en ciertos círculos. Uruguayo, empresario de marketing digital y fundador del grupo antifeminista “Varones Unidos”, Laurta ya había protagonizado incidentes graves antes de asesinar a su expareja, Luna Giardina, a su exsuegra, Mariel Zamudio, y al conductor que lo trasladó tras secuestrar a su hijo de cinco años.

El relato judicial y los testimonios reconstruyen a un hombre metódico, obsesivo y calculador. Giardina, su víctima, denunció en octubre de 2023 años de maltrato físico, psicológico, sexual y económico. Según su testimonio, Laurta la controlaba mediante amenazas y vigilancia constante: había instalado una aplicación en su teléfono para acceder a su cámara, mensajes, contactos y ubicación. Una restricción de acercamiento y un botón antipánico otorgados por la justicia no evitaron el hostigamiento y Giardina relataba a sus amigas el temor constante de que Laurta reapareciera.

Las instituciones consideraron que “no presentaba ideaciones homicidas”. Los antecedentes del acusado muestran un patrón de comportamiento extremo. En enero de 2024, tras violar la orden de alejamiento, Laurta fue detenido después de pasar tres días escondido en el techo de la vivienda de su expareja, durmiendo junto al tanque de agua. Allí permaneció vigilando los movimientos de Luna y de su hijo. Una pericia psicológica previa a su liberación determinó que no presentaba ideaciones homicidas, y su abogada lo describió como “tranquilo y educado”. Salió de prisión el 8 de febrero y regresó a Uruguay.

Sin embargo, su historial mostraba signos tempranos de radicalización y hostilidad. Laurta participaba activamente en redes sociales y foros del grupo “Varones Unidos”, donde cuestionaba las denuncias de violencia de género y promovía discursos antifeministas. El colectivo, que él mismo fundó, defendía el “desarrollo de modelos positivos de masculinidad” y decía centrarse en los derechos humanos de la población masculina y la mejora de las relaciones familiares, aunque en la práctica difundía un discurso contrario al feminismo y la ideología de género. Entre sus planteamientos más repetidos estaban la denuncia de las “acusaciones falsas”, el “suicidio masculino” y una supuesta “supremacía femenina” en la sociedad.

Unas ideas que ya defendía y publicaba abiertamente en redes sociales: llegó a escribir que el feminismo actual “solo busca crear una sociedad en la que las mujeres tienen derechos y los hombres responsabilidades”, y compartía frases como “los hombres controlando y manteniendo a raya a las mujeres en lugar de dejarse llevar por sus sentimientos, las pone a salvo”. En uno de sus mensajes más difundidos, publicó directamente que “las mujeres van a tener lo que se merecen muy pronto”, una advertencia que hoy adquiere un tono siniestro a la luz de los hechos.

Expertos en comportamiento señalan que esos espacios funcionaban como cámaras de eco para reforzar su percepción de víctima y justificar su violencia hacia Giardina. Las publicaciones y comentarios que hacía en estos entornos dan cuenta de un patrón de resentimiento acumulado que iba más allá de la disputa personal: expresaban la sensación de que su expareja le “había arruinado la vida”, frase que luego repetiría durante la fuga, según los testigos.

El plan criminal de Laurta comenzó a tomar forma semanas antes de los crímenes y la Justicia pudo reconstruir sus movimientos: el 4 de octubre viajó en autobús desde Salto a Concordia, cruzando ilegalmente el río Uruguay, y se alojó en un hotel donde contactó al conductor Martín Palacio. El 7 de octubre tomó un Toyota Corolla prestado por Palacio con el objetivo de trasladarse a Rafaela, Santa Fe, pero cambió la ruta a mitad del trayecto, según parece, tras asesinar al chofer. Posteriormente incendió el vehículo y continuó hacia la vivienda de su expareja en Córdoba.

Este es el momento en el que Pablo Laurta escapa con su hijo tras cometer los asesinatos:

Las cámaras de seguridad y los testimonios vecinales permiten seguir paso a paso la fría ejecución de los asesinatos. Laurta llegó a la vivienda en la madrugada del 11 de octubre. Allí asesinó a Luna Giardina y a su madre, Mariel Zamudio, antes de salir a un camino a jugar con su hijo, imagen que captura una de las cámaras de la zona. Tras tomar un taxi y luego otro vehículo hacia Entre Ríos, Laurta fue detenido en Gualeguaychú, donde la policía halló una pistola, presuntamente utilizada en los crímenes, y al menor bajo custodia estatal.

El testimonio del taxista que lo trasladó a Entre Ríos refleja su comportamiento obsesivo y controlador incluso tras cometer los asesinatos: durante el viaje, el niño estaba enfermo y descompuesto, y Laurta se negó a llevarlo a un hospital. Según el chofer, el hombre afirmaba que su expareja le había “cagado la vida” y amenazaba con que el niño no volvería a verla durante mucho tiempo.

Actualmente, el acusado se encuentra recluido en la cárcel de Gualeguaychú, donde es monitoreado las 24 horas ante su intento de pasar como inimputable. Así pasa sus días el psicópata, homicida y doble femicida Pablo Laurta, bajo estricta vigilancia.

Su madre, la periodista uruguaya Estrella Laurta, rompió todo vínculo con él tras los hechos. En declaraciones recientes, aseguró: “Tiene que quedarse en la cárcel toda la vida y más. La madre de mi nieto, que mañana cumple seis años, sin mamá, y con un padre que las asesinó”.

La historia de su vida y los indicios que dejó en su entorno y en redes sociales anticipaban la magnitud de los crímenes que cometería. Lo que algunos veían como actitudes obsesivas o preocupantes, para él era preparación: vigilancia constante, contacto con cómplices potenciales, y la construcción de un relato victimista que justificara sus acciones.

La investigación sigue abierta, con Laurta enfrentando causas por homicidio en Entre Ríos y Córdoba, mientras su historia se convierte en caso de estudio sobre la capacidad de ciertos perfiles para pasar de la amenaza a la acción violenta extrema. La cronología de hechos, el historial judicial, las denuncias previas y las señales que dejaba en redes construyen un retrato inquietante: el de un hombre que planificó meticulosamente un doble femicidio y el asesinato de un tercero, dejando un rastro de advertencias que, con el análisis correcto, podían haberse identificado.

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