Diario de una maltratada: “Esto es tu culpa, eres una mentirosa y voy a mataros a ti y al muerto de hambre con el que estés”

Artículo14 accede al diario personal de una mujer maltratada: "Él era la misma persona que me pegaba, y la única que tenía cerca para consolarme"

“Me pegó u puñetazo en la nariz, y una patada en la mandíbula, por todo el cuerpo sentí golpes. Cuando la paliza acabó me miré en el espejo, estaba llena de sangre. Él, me vino a abrazar”. Esta es tan sólo una pequeña parte de todo lo que sufrió S.C, y fue redactando de su puño y letra para no olvidarlo.

Condenado a sentencia firme por un delito de maltrato habitual, un delito leve de vejaciones, tres delitos de amenazas, seis delitos de lesiones y con agravante de reincidencia.

Por todo ello, fue condenado a 3 años y 2 días de prisión, 530 días de trabajos en beneficio a la comunidad, 20 años a no portar armas y 15 años con orden de alejamiento de 500 metros. ¿Lo sorprendente? Sigue en libertad.

“Él era la misma persona que me pegaba, y la única que tenía cerca para consolarme. Me pedía perdón, yo me veía inferior, vulnerable, sola en ese piso con él… tenía una dependencia emocional terrible”.

Te empuja, te escupe, te insulta… pero te quedas. Estás enamorada

“Te golpea, te abofetea, te amenaza… pero te sigues quedando. Estás enamorada. Las agresiones suben de nivel; te apunta con una pistola cargada, te controla el móvil, te sigue a cada sitio que vas… y te sigues quedando porque estás enamorada”.

Casi un año de relación hizo falta para que S.C cogiera las fuerzas suficientes y decir basta. Nueve meses en los que lejos de ser los más idílicos, apasionados, los más emocionantes de una pareja que está comenzando a dibujar su futuro, se conviertan en un infierno.

En octubre de 2022, S.C comienza una relación con D.G. Ya se conocían desde hace años, de hecho, este, un año antes había intentado contactar con ella, pero nunca obtuvo respuesta. Tras mucha insistencia, comienzan a hablar y acaban quedando; “Teníamos conversaciones en persona muy bonitas y parecía un príncipe azul“.

“Antes de que te vayas a ningún sitio, te mato”

“Al poco tiempo de empezar la relación, insiste en convivir; cedo”. Desde el inicio las discusiones eran frecuentes, siempre motivadas por los celos. “Pasó el tiempo con el constante control, yo llegaba tarde de trabajar y noche sí, noche también, se repetían los celos con el móvil”. “Puta, muerta de hambre, perra, basura“, le decía.

Un día, D.G no dejaba de mandarle mensajes mientras ella trabajaba, por lo que esta le bloquea. Acaba presentándose en su lugar de trabajo con la excusa de que tienen que ir a una fiesta y tras la jornada laboral, se dirigen al lugar de la celebración; todo el trayecto con una discusión continua; una discusión que siguió durante la velada e hizo que abandonaran el evento antes de lo previsto.

Al llegar a casa, la tortura no cesó, comenzaron los tirones de pelo, tirones de orejas, patadas por todo el cuerpo, puñetazos…mientras le decía “Esto es tu culpa, eres una mentirosa y voy a mataros a ti y al muerto de hambre con el que estés”.

“Empecé a creer que lo que tenía eran celos y que apartándome de mis amigos esos celos acabarían y todo estaría bien”. Pero no fue así. Hechos como este se sucedieron uno tras otro, comenzando en lugares públicos y continuándolos en casa. “Le gustaba tirarme colillas y apagarlas en mi cuerpo”.

S.C saturada decide tomarse un tiempo y viajar a Barcelona con unas amigas; pero D.G se entera, y comienza a recriminarle que seguro va a ver su ex novio, a “ese catalán de mierda” y termina con la siguiente frase: “Antes de que te vayas a ningún sitio, te mato”, todo, mientras le propina puñetazos en la cabeza y le agarra del cuello poniéndola contra la pared.

“Ese día tuve mucho miedo; pero me pidió perdón”

A la vez que ese miedo crecía, los chantajes emocionales aumentaban. “Para San Valentín me compró una perrita por un episodio de infidelidad que cometió, y me rogó que no lo dejara. Me la quitaba para que yo hiciera lo que él quisiese y la escondía en casa de sus padres.  Tras cada engaño, un mismo pensamiento inundaba a S.C: “La culpa es mía si me es infiel, no le gusta mi forma de vestir ni mis actitudes sexuales”.

“El día que me fui para siempre después de tener una noche de vejaciones sexuales, estaba encerrada en casa, y yo ya no quería vivir más, y pensé en que antes de que me matara a golpes, me mataba yo“. Todo lo rápido que pudo cogió una bolsa de basura y metió lo básico, dejando incluso la puerta abierta. Se resguardó en casa de sus padres.

Pero a los pocos días le llegó una carta con un ramo muy grande de rosas. En la carta se podía leer: “Te espero en Salinas a altas horas de la madrugada para hablar” y la siguiente frase “Tú y yo brillamos en el cielo como estrellas”.

“Tuve miedo”, asegura, pero más claro tenía que jamás le iba a perdonar.