016/ Ni una más

“Con 9 años, mi secuestrador me violó 200 veces en plena selva”

Durante siete meses, cuando tenía nueve años, Nada fue violada “cada día, menos los sábados”. Lo cuenta ahora, doce años después y a punto de denunciar el desamparo posterior

Nada Itrab al ser rescatada en 2014

Una niña con un velo azul recorre la pista de aterrizaje del aeropuerto acompañada de un agente de la UCO que no oculta la sonrisa cada vez que la mira. Él es José Miguel Hidalgo, entonces capitán y hoy comandante de la Guardia Civil. Ella, Nada Itrab. Tenía nueve años cuando la rescataron en la selva boliviana, a la que había llegado siete meses atrás de la mano de un vecino que resultó ser un depredador sexual. Un engatusador que contó con el beneplácito inicial de unos padres que terminaron condenados por abandono.

El antes y el después de ese episodio desgarrador en la vida de Nada son parte de un libro en ciernes, escrito por la periodista Neus Sala, y de una futura serie documental. Hay quien diría que la historia de Nada es de película.

Nada Itrab antes de ser secuestrada

Los infiernos de Nada

De origen marroquí, llevaba cinco años en España cuando Grover Morales apareció en su vida y casi acaba con ella. Pero no lo logró. El propio Hidalgo está convencido que Nada está hecha de una pasta especial. Sala lo ha comprobado en los tres años en los que se ha convertido en la familia que no la protegió, y en su segunda rescatadora. “Eres mi Ms. Clooney”, le dice la joven en referencia a Amal Clooney, la abogada que representó a la activista pro derechos humanos Nadia Murad. Como la superviviente del genocidio perpetrado por el Estado Islámico contra los yazidíes, a sus 21 años Nada ha sobrevivido a varios infiernos; uno detrás de otro.

El primero, el de una infancia marcada por la pobreza: “Vivíamos en un garaje, entre ratas”; ese fue su primer hogar en España. El segundo, una casa ocupada en L’Hospitalet de Llobregat, Barcelona, sin luz ni agua. Allí apareció a los nueve años Grover Morales Ortuño, un boliviano de 36 años que ocultaba su más reciente pasado, el del violador condenado en su país por abusar de sus dos hermanas, de 11 y 13 años. A España llegó con identidad falsa, haciéndose pasar por el vecino perfecto hasta que un día se desmarcó con esta propuesta: “Mis padres me contaron que por mis buenas notas Grover me iba a regalar el poder acompañarle a su país, donde era muy rico y me regalaría ropa y joyas”, recuerda Nada. Por supuesto, ese cuento de princesas mutó en pesadilla desde el primer momento, en el érase una vez.

El monstruo de la selva

En cuanto embarcó en esa aventura de ficción, en septiembre de 2012, Nada se dio cuenta de que algo fallaba. Grover se había quedado con todos sus documentos. Oficialmente, estaba secuestrada. “A veces pensaba en cuántas otras niñas estarían viviendo la misma realidad que yo”, confiesa a sabiendas de que su depredador la había llevado hasta lo más profundo de la selva boliviana, en la que su secuestrador podía actuar impunemente y donde además hablaban quechua, con lo que aislaba aún más a esa pequeña atrapada. En ese encierro, la convirtió en su esposa bajo una ceremonia de la secta AEMINPU. “Por eso iba con velo”, rememora Nada.

Grover Morales, violador de Nada

Los recuerdos de entonces todavía los está recomponiendo. “Me violó unas 200 veces, menos los sábados, que eran los días que no me violaba”; “el día de mi cumpleaños en la selva vino y me dijo: ‘Es tu cumpleaños’, y justo después me golpeó con un machete”; “me lo clavó en el pie y me hundió la cabeza en el agua… Yo pensaba que me iba a morir”. Sobrevivió a base de frutas y peces del río, caminando descalza entre serpientes y con picaduras por todo el cuerpo. En España la daban por ilocalizable y temieron perder su pista para siempre. El rescate de la UCO fue un operativo montado en dos fases, que casi le cuesta la vida a uno de los agentes. Cuando lograron dar con ella, el 8 de marzo de 2013, acababa de cumplir los 10 años secuestrada en la selva: “Fue el mejor regalo de mi vida”.

Nada Itrab

Del secuestro al desamparo

El secuestro de Aina es el podcast en el que Neus Sala recupera en 2020 la exitosa operación de rescate en la selva boliviana. Para entonces, el secuestrador, violador y torturador de Nada estaba en una prisión boliviana, cumpliendo una condena de 17 años -no fue hasta hace unas semanas que han tenido constancia de su muerte: el fin del miedo-. Pero hace cinco años, la pregunta que se hizo la periodista cambió la vida de ambas: ¿qué había sido de aquella niña? Y lo primero que descubre Sala aún lo narra con sorpresa, pues ante sí tenía a una joven superviviente, de notas brillantes pero abandonada por el sistema: “Desde que Nada salió de la selva hasta que yo contacto con ella nadie le había vuelto a hablar del secuestro. Tenía encapsulado ese episodio de su vida”.

Nada Itrab y Neus Sala

Durante más de una década, no se había desahogado con nadie. “Nunca hablé de ello porque mi madre me dijo que debía sentir vergüenza de lo que había pasado”, le confesó Nada a Neus. El espanto que sintió al escuchar esas palabras hoy va camino de convertirse en una querella contra la Generalitat: “¿Cómo puede ser que la devolviesen a unos padres que habían sido condenados por abandono?”. El periplo de Nada tras ser rescatada merece un libro aparte. En un primer momento, se quedó en un centro de menores bajo la tutela de la Dirección General de Atención a la Infancia y la Adolescencia (DGAIA), pero a los 14 años de forma unilateral se decidió que volviera con su familia, pese a desaconsejarlo los investigadores que llevaron su caso y las propias educadoras.

Nada Itrab y Neus Sala

Víctima de Trata, abandonada

Nada volvió a vivir en un piso ocupado, sin luz  ni agua, bajo la protección de unos padres que diez años antes habían sido acusados de abandonarla. Desamparada de nuevo, siguió con sus estudios, sin ayudas de ningún tipo. La Generalitat ni siquiera había solicitado que fuera dada de alta como víctima de Trata. La irrupción de Sala en su vida lo cambió todo. De entrada, porque salió de la vivienda familiar y ahora vive en un piso de protección para mujeres de La Ciba, donde continúa sus estudios de Derecho; las prácticas las hará con el litigio de su causa contra DGAIA. Pero, además, está contando su historia con un objetivo: que más niñas no pasen nunca por lo mismo que ella. “Quiere ser la Malala de la Trata”, revela con cariño Neus Sala. La periodista convertida en protectora confía en que esta vez sí todo salga mejor para Nada.

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