Anna Weyant en el Thyssen: jóvenes mujeres pintadas con mirada feminista

La primera exposición monográfica dedicada a la artista canadiense en un museo español explora la adolescencia femenina con humor negro, diálogo con obras maestras y una potente reflexión sobre los cuerpos y el poder narrativo femenino

'Feted', 2020, de Anna Weyant, en el Museo Thyssen
'Feted', 2020, de Anna Weyant, en el Museo Thyssen

Desde el 15 de julio al 12 de octubre de 2025, el Museo Nacional Thyssen‑Bornemisza abre por primera vez sus puertas a una exposición monográfica dedicada exclusivamente a una artista contemporánea: Anna Weyant (Calgary, 1995). En el marco del programa sobre la colección de Blanca y Borja Thyssen‑Bornemisza, la muestra comisariada por Guillermo Solana reúne 26 pinturas y obras sobre papel que recorren su producción más reciente, junto a cinco piezas de la colección permanente seleccionadas por la propia artista, para trenzar un diálogo visual entre épocas y sensibilidades.

Un universo femenino entre lo onírico y lo real

Anna Weyant construye un mundo poblado por jóvenes mujeres que transitan la adolescencia suspendidas entre la inocencia y el enigma, encarnando un cruce entre cultura popular estadounidense, surrealismo europeo y tradición pictórica clásica. Su figuración —de cuerpos líricos y atmósferas ambiguas— refleja la tensión inherente a ese umbral vital: la infancia que se escapa, el peligro que acecha, la expectativa que pesa. Globos medio inflados, lazos deshechos o flores marchitas llenan sus naturalezas muertas, símbolos delicados de temporalidad frágil.

Las protagonistas de Anna Weyant no son observadas, sino que observan: miran hacia atrás y adelante, y habitan espacios domésticos que ella transforma en escenarios simbólicos. La elección de encarnar sus cuerpos y sus estados emocionales desde una perspectiva femenina consciente responde a una estrategia artística y política: visibilizar la voz de mujeres cuyos deseos, temores o contradicciones han sido históricamente invisibilizados. Su mirada combina ironía con compasión, cuestionando los cánones de belleza y la infantilización persistente.

La exposición contrapone obras de Anna Weyant con piezas de artistas como Mattia Preti, Piazzetta, Magritte, Christian Schad y Balthus, seleccionadas por ella como referentes visuales y conceptuales. Pinturas barrocas de género que exploran la temporalidad contra sus jóvenes suspendidas; retratos enmascarados que resignifican la identidad femenina; imágenes siniestras que dan cuerpo a la tensión creciente entre lo aparente y lo oculto. Este montaje crítico reubica a una mujer en el centro de la historia del arte, pero desde su propio enfoque estético.

La muestra forma parte de la iniciativa ‘Noches Thyssen’, que permite visitar gratis las exposiciones temporales los sábados de 21:00 a 23:00 horas; un gesto que amplía el acceso a públicos diversos y conecta con la apuesta del museo por democratizar el arte contemporáneo,

Perspectiva de género, política y representación

La elección de Anna Weyant como protagonista de una primera monográfica en el Thyssen tiene un significado simbólico: el despliegue de una narrativa pictórica femenina en un museo históricamente vinculado al arte canónico masculino. Weyant pinta personajes que son conscientes de su visualización, que existen con agencia y contradicción. Su presencia en Madrid dialoga con la necesidad urgente de romper los sesgos de género en los grandes relatos artísticos, al tiempo que ofrece una nueva variedad estética: humor negro, colores apagados, escenas matizadas, cuerpos en aparente abandono pero tensionados.

Weyant representa a una generación que se forma siendo consciente de la brecha de género en el arte: sus pinturas denuncian el silencio propio del pasado y reconstruyen un relato donde las mujeres jóvenes tienen ojos, voz y mirada. El hecho de que esta sea su primera exposición monográfica en un museo subraya la urgencia de intervenir sobre las estructuras institucionales que aún limitan la visibilidad femenina.

La decisión de incluir figuras como Artemisia Gentileschi, Tamara de Lempicka o Sophie Taeuber‑Arp en proyectos curatoriales recientes demuestra una línea de continuidad feminista en la recuperación de la Historia del Arte. Anna Weyant construye un puente entre esas búsquedas históricas y la creación contemporánea, proponiendo un reflejo estético del presente frente a las ausencias del pasado.

La exposición de Anna Weyant en el Thyssen es una itinerancia feminista que va más allá del puro gesto simbólico. Pone en valor cuerpos femeninos sensibles, narrativas intermedias entre niñez y adultez, y un lenguaje pictórico que combina realismo figurativo con atmósferas críticas y oníricas. Este relato renovado cuestiona los silencios institucionales y abre una puerta para que la voz femenina —ya no silenciada— se convierta en lenguaje central del arte contemporáneo.

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