Entrevista con la directora de cine

Carla Simón: “‘Romería’ nace por querer conocer la historia de mis padres”

Presentada en Cannes, por fin llega a nuestros cines el tercer largometraje de la directora catalana Carla Simón, que cierra un ciclo de auto ficción, memoria y celebración popular

La directora Carla Simón, en la presentación de 'Romería', su nueva película
La directora Carla Simón, en la presentación de 'Romería', su nueva película
EFE

Carla Simón vuelve a tender puentes entre lo íntimo y lo colectivo con Romería, su nueva película. Esta vez, da un paso más allá de su estilo naturalista y juega con la fantasía, la ensoñación y la cámara lúdica de lo onírico: “Ha sido todo un reto”, asegura en conversación con Artículo14. Tras Verano 1993 y Alcarrás, la cineasta catalana se adentra en la memoria de sus padres, en la herida de una generación marcada por la heroína y el SIDA en los años 80, y en la necesidad de crear imágenes allí donde no hay recuerdos. “Para mí el cine es una manera de estar en el mundo y de mantenerme alerta, curiosa con las cosas”.

La directora reconoce que este proyecto le exigió un cambio de lenguaje. Frente al realismo de sus anteriores trabajos, Romería abraza una narrativa más libre, con una estructura episódica que acompaña a la protagonista en su búsqueda familiar. “Es un viaje de una chica que intenta reconstruir una historia a través de la memoria de los otros, no lo consigue y decide que para eso está la imaginación. Y en mi caso como cineasta, para esto tengo el cine: para crear esas imágenes que a mí me faltan”, explica Carla Simón.

La elección de Vigo como escenario no fue casual. Allí vivieron sus padres en los años 80, en plena efervescencia cultural y musical. “Mi padre era gallego y mi madre vivió con él en Vigo durante un tiempo. Cuando investigué la historia de mis padres, fui allí. En los años 80, Vigo estaba lleno de música, de movida, pasaban muchas cosas”. El título, Romería, refuerza esa doble dimensión de viaje físico y espiritual, a la vez que conecta con lo popular: “La protagonista hace un viaje físico, pero sobre todo un viaje para entender sus orígenes y crear su identidad”.

La religión aparece en Romería como un eco cultural más que como una creencia. Carla Simón explica que su familia fue radicalmente atea, sin rastro de práctica católica. “Yo crecí absolutamente atea y sin ningún conocimiento de la religión católica”, recuerda. Esa ausencia, paradójicamente, despertó en ella una fuerte curiosidad: entender qué significaban esos símbolos que para otros eran cotidianos. Esto explica por qué en todas sus películas aparecen elementos visuales religiosos, no como gesto de fe, sino como parte de un análisis social y cultural. “Siempre me ha atraído esa mezcla entre tradición y ruptura, cómo una generación criada en el catolicismo profundo decidió cortar con todo lo anterior”.

La cineasta española Carla Simón competirá en la sección oficial del Festival con Romería, el tercer largometraje de su carrera
La cineasta española Carla Simón competirá en la sección oficial del Festival con Romería, el tercer largometraje de su carrera

Hablar del SIDA sin tabúes

En el corazón de la película late el deseo de rescatar una memoria marcada por el estigma que dejó el SIDA y la adicción a la heroína. “Esa generación fue silenciada por el dolor y el tabú. Yo, que soy la siguiente generación, lo único que quiero es entender la historia de mis padres y abrazarla como sea”. Carla Simón habla sin nostalgia ni idealización: reconoce la crudeza de una época atravesada por la heroína, pero también la libertad que abrió caminos. Su película quiere ser, ante todo, un gesto de gratitud hacia “esa generación que rompió con los valores de una sociedad franquista, conservadora y católica”.

El trabajo que Carla Simón realiza con Llúcia Garcia y Mitch, los noveles -¿quién lo diría?- actores protagonistas, fue clave para arrojar luz a la historia. Los ensayos en Vigo incluyeron improvisaciones, noches compartidas y la reconstrucción de una memoria común entre personajes. Ese proceso permitió que la ciudad se convirtiera en un personaje más: “Rodar allí fue mágico, porque Vigo aún conserva la energía de los 80. El estreno fue muy emocionante, mucha gente me dio las gracias por hablar de algo que había quedado oculto bajo la alfombra”, recuerda Simón.

La actriz Llúcia García, protagonista de 'Romería', de Carla Simón
La actriz Llúcia García, protagonista de ‘Romería’, de Carla Simón

Retrato generacional

La ganadora del Oso de oro en Berlín asume que su cine se inscribe en la autoficción: “Sería casi hipócrita decir que no me reconozco en esto”, pero indica que su tercer largometraje tiene una intención de recuperar una memoria colectiva: “Creo que el motor de esta película, casi más que lo personal, ha sido la idea de intentar entender esa historia como la de toda una generación”. Para ella, el cine funciona como un modo de observar el mundo, de permanecer alerta y curiosa. “No sé qué vino antes: si mi vocación de cineasta me llevó a explorar la memoria, o si la necesidad de explorarla me convirtió en cineasta”, explica divertida. “Fue todo a la vez”.

La ruptura formal hacia el final de Romería, cuando la protagonista imagina la historia de sus padres, fue una apuesta arriesgada. Carla Simón lo sabía, pero confiaba en que el público seguiría de la mano de Marina, la joven que busca reconstruir un relato ausente. “Era un salto mortal, pero necesario: la cámara se libera, el tono cambia, y se abre otra dimensión. La primera vez que vi el montaje pensé: funciona”.

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