Durante los años noventa, el nombre de Joe Eszterhas se convirtió en sinónimo de éxito, escándalo y guiones incendiarios. No había nadie en Hollywood que no supiera quién era. Su talento para el thriller y su olfato para los deseos ocultos de la audiencia le valieron contratos millonarios y el respeto —o el miedo— de los ejecutivos más poderosos de la industria.
Sin embargo, la historia de Joe Eszterhas no es solo la de un ascenso fulgurante, sino también la de un rechazo posterior que aún hoy resulta incomprensible.
Su consagración llegó con Instinto básico (1992). Una película que revolucionó el cine erótico y consolidó a Sharon Stone como icono global. Pero el verdadero motor narrativo del filme era el guion: provocador, inteligente, con diálogos afilados y una estructura milimétricamente construida.
La historia de una mujer acusada de asesinato que juega con la mente —y el deseo— de un detective policial no era nueva. Pero Joe Eszterhas logró dotarla de una ambigüedad moral que aún hoy provoca debates.
Un contrato de seis cifras y la caída
El éxito de Instinto básico fue tan abrumador que Joe Eszterhas firmó poco después un contrato de cuatro millones de dólares por un guion inédito: Showgirls. Nunca antes se había pagado tanto por una historia sin rodar. Aquello le convirtió en leyenda viva, pero también en objetivo fácil. Cuando la película, dirigida por Paul Verhoeven, se estrenó, fue masacrada por la crítica. A pesar de que con los años Showgirls ha adquirido el estatus de obra de culto, en su momento significó el principio del fin para la carrera del guionista.
A partir de entonces, cada nuevo guion de Joe Eszterhas fue recibido con desconfianza. El mismo hombre que había redefinido el thriller erótico en los años 90 fue tachado de vulgar, misógino o cínico. Jade (1995), Sliver (1993) o An Alan Smithee Film: Burn Hollywood Burn (1997) no hicieron sino alimentar la idea de que su mejor trabajo había quedado atrás. Hollywood le dio la espalda y nadie volvió a encargarle un proyecto de gran envergadura.

¿Qué ocurrió realmente con Joe Eszterhas? ¿Fue víctima de su propio éxito o simplemente su estilo dejó de ser tolerado en una industria cada vez más mojigata? A diferencia de otros guionistas, él no se plegaba a las fórmulas. Sus mujeres eran poderosas, enigmáticas y sexualmente independientes. Sus tramas oscilaban entre el deseo y el peligro. Y su visión del mundo no pedía permiso.
Joe Eszterhas escribía desde las tripas. Su prosa no tenía miedo a ser cruda. Sus diálogos no se escondían tras el doble sentido. En una industria que siempre ha preferido los atajos narrativos y los giros complacientes, su brutal honestidad acabó pasándole factura. Se le etiquetó como provocador sin matices, olvidando que detrás de cada línea había una visión única, un autor incómodo y necesario.
El exilio y la redención
Tras años de ostracismo, Joe Eszterhas decidió alejarse de Hollywood. Se trasladó a Cleveland y publicó una autobiografía titulada Hollywood Animal, donde expuso los entresijos más turbios de la industria. Lejos de callar, siguió escribiendo, pero en otro registro. Más íntimo, más político, más espiritual. Superó un cáncer de garganta y abrazó la religión, lo cual desconcertó aún más a quienes lo habían conocido como el enfant terrible de los noventa.
La figura de Joe Eszterhas ha sido reivindicada en los últimos años. Directores jóvenes, críticos y académicos han revisado su legado y reconocido la audacia de sus textos. Instinto básico es hoy una obra analizada en universidades. Y Showgirls ha sido revalorizada por su subtexto feminista. A pesar de ello, sigue sin ser invitado a la gran mesa de los guionistas celebrados. El estigma persiste.