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Jesús Colina, sobre León XIV: “El Papa defiende la responsabilidad real de las mujeres en la Iglesia”

El periodista y escritor publica el primer libro sobre el Papa León XIV, donde recorre su trayectoria espiritual, su elección y los retos de su pontificado

“Dios nos quiere”. Con estas tres palabras —sus primeras desde el balcón de San Pedro— comenzó el pontificado de León XIV. No fue una fórmula retórica, sino, como apunta el periodista Jesús Colina, “una hoja de ruta teológica condensada en un susurro”. La elección de Robert Prevost sorprendió a muchos, pero al desentrañar su biografía, su perfil agustiniano y su modo de ejercer el poder sin imponerse, empieza a revelarse como un gesto lleno de sentido. “Es un Papa que inspira serenidad”, confiesa Colina, autor de Dios nos quiere, la primera biografía del nuevo pontífice. Serenidad no como ausencia de conflicto, sino como promesa de reconciliación en una Iglesia que ha conocido demasiadas heridas internas y externas.

En esta entrevista, Jesús Colina habla con hondura de lo que el Papa lleva dentro: la impronta de san Agustín, la escucha, la valentía silenciosa. Analiza su posible continuidad con Francisco —en la sinodalidad, en la reforma de la curia, en la centralidad del amor—, pero también su impronta propia, capaz de mirar al futuro con audacia ante desafíos como la inteligencia artificial, la soledad urbana o los abusos sexuales. Si algo transmite León XIV es que el cristianismo no ha perdido su potencia humanizadora. Pero para que vuelva a irradiar sentido, antes debe volver a las entrañas: “Dios no se encuentra fuera —recuerda Colina, evocando a Agustín—, sino cuanto más profundices en ti mismo”.

'Dios nos quiere', el libro de Jesús Colina sobre el Papa León XIV
‘Dios nos quiere’, el libro de Jesús Colina sobre el Papa León XIV

¿Por qué ha titulado el libro Dios nos quiere?

Porque fueron las primeras palabras que pronunció León XIV al asomarse al balcón de San Pedro, tras el “la paz esté con vosotros”. Estábamos todos tratando de comprender quién era y qué quería decirnos, y él empezó así: “Dios nos quiere”. Esa frase, que parece sencilla, es profundamente agustiniana y condensa un programa de pontificado. En su pensamiento, san Agustín es una figura clave. León XIV bebe de él la idea de que no somos nosotros los que buscamos a Dios, sino que es Dios quien nos ha amado primero. Nuestra vida no es más que una respuesta a ese amor. Empezar con esa frase es hacerlo con lo más íntimo, disruptivo y radical del cristianismo.

¿Ve una continuidad con la última encíclica de Francisco, Dilexit Nos, centrada también en el amor de Dios?

Totalmente. El corazón como impulso vital, como lo más íntimo de nuestra intimidad. También lo dice san Agustín: no encontramos a Dios fuera, sino dentro, cuanto más profundizamos en nosotros mismos. Dios nos ha creado, y descubrir eso es descubrir que somos amados. Es un mensaje especialmente potente para este mundo, donde la ley de la oferta y la demanda ha secado el alma. Vivimos en ciudades que son torres de soledad. Y en ese sufrimiento, Prevost ha sabido empatizar profundamente. Por eso su mensaje —amor y paz— es tan necesario.

¿Qué le lleva a pensar que Robert Prevost fue elegido por eso?

En las congregaciones generales, los cardenales tenían claras las prioridades para la Iglesia: una de ellas, la necesidad de unidad. Vivimos en una sociedad polarizada, y también la Iglesia ha sufrido divisiones, incluso amenazas de cisma. Basta ver cómo los católicos se atacan entre sí en redes sociales. El escándalo que eso causa fuera es tremendo. Y sin embargo, el perfil de Prevost encajaba: en sus años como prefecto del Dicasterio para los Obispos, demostró humildad, capacidad de escucha, ausencia total de protagonismo. Eso, que para los medios le dejaba fuera de las quinielas, para los cardenales fue decisivo. Era alguien que construía puentes, que servía, y esa es la expresión más repetida desde su elección: “crear puentes”.

Papa
El Cardenal Robert Francisco Prevost antes de ser elegido como papa León XIV
Efe

¿Entonces la división dentro de la Iglesia es real o más una narrativa mediática?

Los periodistas usamos categorías que a veces simplifican demasiado: conservador, progresista, tradicionalista… pero cada persona es única. Claro que ha habido tensiones en la Iglesia, y siguen existiendo, pero también hay una conciencia clara de un bien mayor. Los cardenales han dado su vida por la Iglesia, y fueron capaces de superar gustos y preferencias para elegir lo que creían mejor para ella. Primó el bien común.

¿Cuáles cree que son los rasgos biográficos clave de León XIV?

Me han impactado dos aspectos. Primero, su familia: su madre era una mujer muy avanzada, con una licenciatura en pedagogía en los años 50, con una gran creatividad musical y teatral. El padre fue héroe de guerra en Normandía y profesor vocacional. En momentos decisivos, Robert acudía a él para discernir su camino. La segunda anécdota es reveladora: cuando eligieron a Francisco, Prevost dijo a sus hermanos agustinos: “Estoy tranquilo, nunca me harán obispo”. Porque discutía con Bergoglio sobre temas eclesiales —probablemente cuestiones internas de los agustinos en Argentina— y no estaban siempre de acuerdo. Y, sin embargo, Francisco vio en él un perfil valioso, misionero, agustino, estadounidense. Yo estoy convencido de que Francisco preparó ese camino.

Parece el Papa perfecto para nuestro tiempo: estadounidense, misionero en Perú, prior general de los Agustinos, con una profunda espiritualidad y una gran formación…

Significa que tiene visión global. Un prior general viaja por todo el mundo, gestiona conflictos, conoce la diversidad eclesial. Además, su espiritualidad está muy formada. Parece el candidato perfecto para nuestro tiempo. Y eso lo vio también Francisco, que le confió responsabilidades muy delicadas en la curia, lo hizo miembro de múltiples organismos, y poco antes de morir, le elevó a cardenal obispo, un gesto excepcional.

Robert Francisco Prevost

¿Es entonces un papa “continuista”, por seguir con la expresión?

Sí, en lo esencial. León XIV continuará la línea de Francisco en puntos clave como la sinodalidad. Esa palabra rara que muchos aún no entienden significa que todos —sacerdotes, obispos, laicos, hombres y mujeres— somos protagonistas en la Iglesia. Y Prevost insiste especialmente en el papel de la mujer.

¿Qué importancia tiene que su primer nombramiento haya sido una mujer, Tiziana Merletti?

Es muy significativo. Nombró a una religiosa italiana como secretaria del Dicasterio de los Religiosos, supervisando órdenes masculinas. Eso demuestra que no cree en clericalizar a las mujeres, sino en darles responsabilidades reales. El Papa defiende la responsabilidad real de las mujeres en la Iglesia. Francisco ya había nombrado a otra religiosa como prefecta del mismo dicasterio, y hubo dudas teológicas que él zanjó con claridad: quien nombra y encomienda la misión es el Papa, no el sacramento del orden. Esa es la lógica en la que se mueve también León XIV.

Uno de los retos más delicados para cualquier pontificado es la lucha contra los abusos sexuales en la Iglesia. ¿Qué enfoque cree que tendrá León XIV en este ámbito?

Uno de los grandes desafíos para León XIV será continuar afrontando con firmeza la crisis de los abusos sexuales. Por un lado, está la necesidad de cerrar esa etapa con justicia y reparación para que nunca más vuelvan a ocurrir. Pero también está “el escándalo de los escándalos”: el hecho de que, en muchos casos, la Iglesia no solo no actuó con la debida diligencia, sino que encubrió crímenes para preservar una imagen de pureza y perfección que no se corresponde con la realidad. Eso ha causado un daño inmenso, tanto a las víctimas como a la credibilidad e integridad de la Iglesia.

Se necesita una auténtica purificación, una mano firme, una capacidad de reforma real. Y para ello será clave que el Papa tenga no solo la voluntad, sino también los equipos, las estructuras y las circunstancias adecuadas. No podemos permitir que esas heridas sigan abiertas. Además de los abusos físicos o sexuales, hay otras formas de abuso, más sutiles o menos visibles —como los de conciencia o poder— que también pueden convertirse en un verdadero infierno para quien los sufre. Esas realidades deben ser reconocidas y abordadas con igual seriedad.

Papa León XIV
El Papa León XIV ha nombrado a la monja Tiziana Merletti para la Curia Vaticana
KiloyCuarto

¿Cómo se enfrenta a los grandes temas pendientes?

En la reforma de la Curia, Francisco tuvo visión, pero no era canonista. Ahora León XIV, que sí lo es, debe ordenar todo lo iniciado. En la lucha contra los abusos, tiene el reto de aplicar con firmeza las medidas necesarias, y evitar errores del pasado como la cobertura por miedo al escándalo. En el ámbito económico, su origen estadounidense puede ser una ventaja: pragmatismo, transparencia y gestión. Pero dependerá mucho de los colaboradores que elija.

¿Cuál cree que es el gran desafío de su pontificado?

El más importante es el cambio de época que vivimos, marcado por la revolución tecnológica. La inteligencia artificial puede dejar sin trabajo a millones de personas. Hay proyectos avanzados de renta básica universal. En ese escenario, ¿qué puede aportar el cristianismo? León XIV se inspira en León XIII, que supo responder a los grandes sistemas inhumanos de su tiempo. Hoy necesitamos algo similar: un Evangelio que siga dando sentido a una sociedad que ha dejado de proponer sentido. Que nos dice qué comprar, pero no cómo amar o encontrar propósito. Ese es el gran reto de este pontificado.

¿Y a usted, personalmente, qué le ha cambiado este Papa?

Cuando vi aparecer a León XIV en el balcón, sentí serenidad. Me tocó. Y eso lo estoy escuchando también en otras personas. Hay una nueva esperanza. No sé explicarlo del todo, pero es real. Por eso quise escribir este libro, porque creo que es el hombre que la Iglesia necesita en este momento.

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