Festivales y Guerra de Gaza

Artistas como Judeline y Residente cancelan su participación en el FIB por la conexión con Israel

El Festival Internacional de Benicàssim, que arrancará el próximo 17 de julio, ha perdido a varios de sus artistas confirmados tras revelaciones sobre su vinculación con un fondo estadounidense

Judeline ha cancelado su participación en el FIB por su vinculación con el fondo israelí KKR
Judeline ha cancelado su participación en el FIB por su vinculación con el fondo israelí KKR

El Festival Internacional de Benicàssim (FIB), que arrancará el próximo 17 de julio, ha perdido a varios de sus artistas confirmados tras revelaciones sobre su vinculación con el fondo de inversión estadounidense KKR, acusado de financiar actividades vinculadas con el conflicto entre Israel y Palestina. La ola de cancelaciones por razones éticas ha sacudido la programación del evento y ha puesto de relieve el creciente peso del activismo cultural en el ámbito festivalero.

Judeline, la primera oleada

La cantante gaditana Judeline fue la primera en anunciar su baja del FIB, el pasado 3 de julio, alegando que su decisión respondía a “la vinculación directa y evidente” del festival con KKR. Expresó su rechazo al “genocidio” y se posicionó “a favor de los derechos de Palestina hoy y siempre”. Desde que su anuncio se convirtió en noticia, su nombre ha desaparecido del cartel mientras ha contado con el apoyo total de su equipo.

Judeline, que este año dio un gran paso en su carrera actuando en el festival Coachella, ha anunciado que no participará en el FIB.

Residente: el más sonado de los boicots

El rapero puertorriqueño René Pérez, conocido como Residente, canceló este miércoles tanto su concierto en el FIB (programado para el día 19) como su actuación en el Morriña Festival, tras conocer que ambos eventos están “indirectamente vinculados” al fondo KKR.

Residente explicó que fue su hermano quien le alertó sobre esta conexión, motivándolo a investigar. En su comunicado, lamentó que “KKR invierte en empresas israelíes dedicadas a tecnología militar, vigilancia, espionaje y asentamientos ilegales en territorios palestinos ocupados”, lo que, según él, representa una contribución “indirecta al genocidio” y “violaciones sistemáticas de los derechos humanos”, según un comunicado que hizo recientemente por redes sociales. 

Consciente de las posibles consecuencias legales, Residente afirmó sin embargo que su conciencia no le permitía “participar ni un solo segundo en algo relacionado con esta tragedia”. En un emotivo mensaje, pidió disculpas a sus seguidores y finalizó con un enérgico “¡Que viva Palestina libre!”.

Un boicot global a KKR

La polémica no queda ahí: según diversas fuentes, la banda La Élite ya había cancelado su participación en el festival a finales de mayo, también por no querer estar relacionada con fondos que apoyan inversiones en territorios ocupados. Este es un ejemplo de cómo el conflicto israelí-palestino ha atravesado el contexto musical más allá del FIB, alcanzando otros festivales como Viña Rock, Resurrection Fest o Sónar.

Entrada del FIB del año 2024. EFE/Andreu Esteban

Desde mayo, un total de más de 50 artistas y colectivos han renunciado a participar en festivales gestionados por Superstruct Entertainment (propiedad de KKR). En el Sónar de Barcelona se contabilizaron 28 bajas , incluidas figuras internacionales como Juliana Huxtable o Animistic Beliefs. En otros escenarios como Viña Rock y Resurrection Fest, grupos como Reincidentes, Los Chikos del Maíz, Kamikazes o Sons of Aguirre también decidieron apartarse. Los artistas de talla global Brian Eno y Massive Attack llegaron incluso a pedir públicamente que no se les invitara a festivales vinculados a dicho fondo.

KKR y Superstruct: ¿quiénes son?

El fondo Kohlberg Kravis Roberts (KKR) adquirió en 2024 la plataforma de festivales Superstruct Entertainment, operando docenas de grandes citas en España –FIB, Sónar, Arenal Sound– y Europa. Pese a que KKR niega recibir beneficios directos de los festivales y asegura que las operaciones son gestionadas de forma independiente con el objetivo de reinversión en cultura, la llegada de este gigante financiero ha provocado protestas e interrogantes éticos.

En un comunicado, Superstruct hizo un llamamiento al “fin inmediato del conflicto” y defendió su compromiso con la música como espacio de unión. Además, subrayó que “KKR no obtiene dividendos directos de los festivales”, sino que busca incrementar su valor para futuras ventas, argumentando que los ingresos se reinvierten en infraestructuras y artistas.

Un mensaje a favor de Palestina en la última jornada del Sónar que se celebró Barcelona. EFE/Marta Pérez

El Ministro de Cultura español, Ernest Urtasun, declaró que KKR “no es bienvenido en España ni en la cultura española” y llamó a estudiar medidas para evitar que empresas relacionadas con asentamientos en Palestina obtengan normalidad en el mercado europeo. Desde Generalitat de Cataluña a ayuntamientos como Rivas-Vaciamadrid, colectivos políticos han exigido transparencia y explicaciones a Superstruct.

Pese a este clima de tensión, las ventas de entradas para los festivales no se han visto afectadas. En algunos casos, incluso se ha registrado un aumento en la preventa de abonos, según declaraciones de los organizadores consultados.

Fans de Residente sacan una bandera de Palestina en un concierto del rapero en Sevilla.

¿Qué futuro le espera al FIB?

El FIB, que espera atraer a decenas de miles de asistentes entre el 17 y el 19 de julio, afronta ahora una reestructuración de cartel. Aunque festivales anteriores han sufrido cancelaciones por este motivo, pocos tan destacados como Residente permanecen fuera de escena. La organización ya ha manifestado su intención de buscar sustitutos, pero la incertidumbre sobre nuevas bajas persiste.

Este pulso entre economía y ética artística plantea un desafío: ¿puede la industria cultural convivir con el patrocinio indirecto de quienes participan en conflictos internacionales? Las decisiones de artistas como Residente y Judeline marcan un antes y un después en la relación entre cultura, finanzas y los conflictos internacionales.