Netflix estrena su nueva superproducción española: una miniserie de Nacho Vigalondo sobre la vida de Tamara

Una miniserie inclasificable sobre Tamara (Yurena), con fantasía pop, humor absurdo y una mirada tierna al fenómeno del tamarismo

Superestar (2025) - Cultura
Fotograma de la serie 'Superestar' (2025)
Netflix

En su apuesta más arriesgada del verano, Netflix estrena Superestar, una miniserie creada por Nacho Vigalondo y producida por Los Javis que se adentra en uno de los fenómenos más surrealistas de la televisión española: el tamarismo. Lejos de la comedia fácil o el morbo televisivo, la serie plantea una mirada tierna, absurda y profundamente humana sobre Tamara, la cantante que en los años 2000 fue conocida como Yurena. Y cuya imagen pública se convirtió en una caricatura nacional.

Desde antes de su lanzamiento, Superestar ha sido celebrada como una obra valiente que dignifica a figuras que durante años fueron tratadas como esperpentos. Con una estética entre el realismo mágico, la ciencia ficción y el kitsch pop, la serie es una de las producciones más originales que Netflix ha incorporado a su catálogo este año. En solo seis episodios, la ficción transforma el disparate en un drama existencial. Y a los iconos de la prensa rosa en protagonistas de una epopeya emocional.

Un retrato inesperado: Tamara como símbolo de nuestra televisión

El gran acierto de Superestar es no contar una biografía al uso. No hay un “así empezó todo” ni un recorrido lineal por los momentos de fama. Lo que ofrece la serie de Netflix es una reconstrucción onírica, a veces delirante, de lo que supuso ser Tamara en una España que consumía programas de zapping con hambre de espectáculo. Nacho Vigalondo, junto a Claudia Costafreda y el equipo de guionistas liderado por María Bastarós y Paco Bezerra, evita el juicio o la parodia y, en su lugar, propone una narrativa donde la ternura y el desvarío conviven en cada plano.

Póster de Superestar (2025) - Netflix
Imagen promocional con el póster de ‘Superestar’ (2025)
Netflix

En este contexto, Netflix vuelve a demostrar que sus apuestas en ficción española pueden ser tanto provocadoras como artísticamente relevantes. La figura de Tamara —interpretada con magnetismo por Ingrid García‑Jonsson— se convierte en el hilo conductor de una historia coral donde también brillan personajes como Paco Porras, Leonardo Dantés, Tony Genil o Loly Álvarez, encarnados por actores de primer nivel como Carlos Areces, Secun de la Rosa, Natalia de Molina y Pepón Nieto.

Fantasía pop con alma de autor

Lejos de buscar solo el impacto, Nacho Vigalondo apuesta por un enfoque introspectivo. Cada capítulo es casi una pieza de teatro visual que reflexiona sobre la identidad, la memoria, el rechazo y el deseo de ser amado. La serie no se ríe de sus protagonistas. Los observa. Los escucha. También los comprende. Y en ese gesto hay una voluntad de justicia poética que muy pocas veces hemos visto en la ficción televisiva.

Visualmente, Superestar es un festín. La dirección de arte abraza el exceso con inteligencia. Y la banda sonora —una mezcla de techno-pop, boleros y sintetizadores retro— acompaña con delicadeza las idas y venidas de unos personajes atrapados entre el sueño y el show. Es una propuesta que solo podía surgir de un creador como Nacho Vigalondo, que ya ha demostrado en cintas como Los cronocrímenes o Colossal su capacidad para mezclar géneros sin perder el pulso emocional.

La producción, a cargo de Suma Content (la misma productora de Veneno), ha contado con el apoyo directo de Netflix, que vuelve a confiar en el talento español más rompedor. El resultado es una serie que se aleja de la corrección para abrazar lo imprevisible. Muy en línea con otras apuestas arriesgadas que la plataforma ha estrenado en los últimos años.

Críticas y recepción

La recepción de Superestar ha sido, en su mayoría, positiva. Medios como Fotogramas la han descrito como “un acto radical de amor por lo fascinante”. Mientras que Cinemanía la señala como “una de las miniseries más singulares que ha producido Netflix en España”. El espectador se enfrenta a una propuesta que desafía sus expectativas. Pero que termina encontrando en el absurdo una forma de verdad.

No todo es unánime, claro. Algunas voces han señalado que su estructura fragmentada y su tono delirante pueden desconcertar a quienes esperaban una historia más convencional. Sin embargo, incluso esos matices juegan a favor del espíritu de la serie. Superestar no quiere complacer, quiere provocar una mirada nueva sobre lo que fuimos, lo que consumimos y lo que olvidamos.

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