El cineasta y magnate televisivo Tyler Perry se ha convertido en una de las figuras más poderosas en la industria estadounidense del entretenimiento audiovisual a base de completar películas y series a toda prisa –solo este año ha estrenado tres largometrajes– y sin molestarse en cumplir valores de producción básicos con ellas. Pero su nuevo trabajo, Seis Triple Ocho, ha sido concebido como una excepción en el grueso de su obra, una réplica del tipo de dramas basados en hechos reales que hablan de asuntos importantes y a menudo aspiran a premios, y su tosquedad general parece responder no tanto a estrecheces presupuestarias como a las limitaciones artísticas de un director perdido dentro de un territorio narrativo que le queda grande. Es una película tan rudimentaria, superficial y llena de la clase de diálogos que ningún ser humano ha pronunciado jamás que sentarse a verla puede resultar en una experiencia francamente incómoda pese a que, al menos sobre el papel, el asunto que trata es sorprendente e inspirador.
Lo que Seis Triple Ocho recrea es la historia de la unidad 6888, la única del ejército norteamericano compuesta íntegramente por mujeres negras y pertenecientes a otras minorías étnicas que sirvió en Europa durante la Segunda Guerra Mundial, 855 mujeres de color que se enfrentaron a la misión aparentemente imposible de clasificar millones de cartas y paquetes que los soldados destinados en el viejo continente y sus familiares habían tratado de mandarse mutuamente y que llevaban años sin ser entregados. Tras idear un novedoso y eficaz sistema de trabajo, aquellas heroínas anónimas lograron repartir más de 17 millones de piezas de correo en menos de tres meses –se les había concedido un plazo de medio año para hacerlo– pese a tener que soportar racismo, sexismo y condiciones muy por debajo de sus contrapartes masculinas; por entonces, cabe recordar, el ejército del país seguía segregado y, si las mujeres soldado eran víctimas de bullying, las mujeres soldado negras lo eran mucho más.
En concreto, la peripecia argumental de la película gira en torno a dos personajes principales: por un lado Lena Derriecott (Ebony Obsidian), una joven que decide unirse al esfuerzo bélico cuando su novio muere en el frente; por otro, la Mayor Charity Adams, comandante de la unidad 6888, a quien Perry convierte en una máquina expendedora de discursos solemnes y a quien la actriz Kerry Washington encarna con el tipo de intensidad caricaturesca propia de un intérprete convencido o bien de estar haciendo algo extremadamente importante o bien de que el Oscar está en juego.
Es evidente que la película ha sido concebida para homenajear la hazaña de aquellas mujeres, pero todas las decisiones tomadas desde detrás de la cámara tienen el desgraciado efecto de deslucirla. Perry compone el relato casi exclusivamente a través de situaciones estereotipadas y, además de escenificarlas con la sofisticación propia de una función teatral de instituto, entretanto da muestras de no tener ni idea de cómo estructurar una historia. Por lo que respecta a los personajes, funcionan como meros símbolos de nobleza o villanía en lugar de como seres humanos dotados de una personalidad distintiva, y la película los usa sin reparos para manipular emocionalmente al espectador con dosis parejas de insistencia y desfachatez.
Asimismo, Seis Triple Ocho se empeña en verbalizar, repetir y subrayar hasta la saciedad cada una de las enseñanzas que la película pretende impartir, a la manera de un cómico que repite varias veces el mismo chiste con la esperanza de que en algún momento el público acabará riéndose –esa, de hecho, es la estrategia que Perry sigue cuando dirige comedias–, y a causa de ello acaba prestando mucha más atención a la discriminación racial y de género de la que aquellas mujeres fueron objeto que a la magnitud de su gesta; en lugar de dedicarse a celebrar lo que consiguieron, prefiere centrarse en lo que tuvieron que soportar. Dicho de otro modo, dedica a los logros de sus protagonistas el mismo desinterés que sufrieron en su día. Al menos en ese sentido, no se la podrá acusar de no reproducir fielmente la Historia.