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La Copa Africana de Naciones Femenina (WAFCON), el diamante olvidado del fútbol femenino

Si el fútbol africano masculino ya suele vivir a la sombra de las grandes potencias europeas y sudamericanas, el femenino camina aún más lejos del foco mediático internacional. En ese silencio casi absoluto, la Copa Africana Femenina de Naciones (WAFCON)...

Si el fútbol africano masculino ya suele vivir a la sombra de las grandes potencias europeas y sudamericanas, el femenino camina aún más lejos del foco mediático internacional. En ese silencio casi absoluto, la Copa Africana Femenina de Naciones (WAFCON) se erige como un torneo de talento, pasión y resistencia que lleva más de tres décadas luchando por hacerse visible. A pesar de la calidad indiscutible de sus jugadoras y la entrega ferviente de sus aficiones, la WAFCON sigue siendo una de las competiciones más olvidadas del calendario global. Mientras la Euro femenina o la Copa América brillan con luz propia, esta gran cita continental del fútbol africano femenino sigue batallando contra el olvido. Pero el viento está cambiando: la creciente competitividad y el surgimiento de nuevas potencias están obligando al mundo a mirar hacia África. La revolución del fútbol femenino africano no espera permiso para brillar; exige ser reconocida.

La evolución de la WAFCON

La historia de la WAFCON arrancó en la discreción y el anonimato. En sus primeras ediciones, 1991 y 1995, el torneo no era más que una eliminatoria directa para acceder al Mundial, sin sede fija ni fase de grupos, apenas una serie de enfrentamientos entre selecciones que luchaban por una plaza en medio del casi total desinterés institucional.

No fue hasta 1998 cuando la competición dio un salto de calidad: se profesionalizó, adoptó un formato definitivo con país anfitrión, partidos televisados y una estructura competitiva clara. Nigeria, ya una potencia indiscutible del continente, tuvo el honor de ser la primera sede de esta nueva etapa y se consagró como su primera campeona.

Desde entonces, la WAFCON se ha celebrado cada dos años, con algunas interrupciones excepcionales, como la cancelación de la edición 2020 debido a la pandemia mundial que paralizó el deporte.

El reinado nigeriano en la competición

Hablar de la WAFCON es hablar, inevitablemente, de Nigeria, la indiscutible reina del fútbol femenino africano. La selección nigeriana ha conquistado el torneo en once ocasiones, incluyendo las primeras ediciones de 1991 y 1995. Desde entonces, su dominio ha sido absoluto, sumando títulos en 1998, 2000, 2002, 2006, 2010, 2014, 2016, 2018 y la más reciente WAFCON, celebrada en julio de 2025 en Marruecos.

Solo Guinea Ecuatorial, con sus campeonatos en 2008 y 2012, y Sudáfrica, campeona en 2022, han logrado interrumpir esta hegemonía nigeriana.

La historia del fútbol femenino en Nigeria está marcada por figuras legendarias como Perpetua Nkwocha, máxima goleadora en cuatro ediciones del torneo, y Asisat Oshoala, estrella del FC Barcelona y símbolo de la nueva generación que lleva el fútbol africano a los grandes escenarios europeos.

Perpetua Nkwocha, leyenda de la selección nigeriana
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Un torneo en expansión

La WAFCON no solo ha crecido en nivel competitivo, también en estructura y alcance. Uno de los hitos más significativos en su evolución fue la ampliación del formato: durante años, solo ocho selecciones disputaban el torneo. Pero en 2022, por primera vez, participaron doce equipos, divididos en tres grupos. Esta expansión abrió la puerta a nuevas selecciones y reflejó el crecimiento tangible del fútbol femenino en todo el continente.

En 2025, Marruecos ha vuelto a ser sede de una edición inolvidable, no solo por el nivel de juego, sino por la repercusión mediática. La gran final, Marruecos – Nigeria, se disputó en estadios abarrotados (al igual que las semifinales), con más de 45.000 personas en las gradas del Moulay Abdellah de Rabat. Un lleno histórico que parecía impensable hace apenas dos décadas.

La WAFCON es una competición con muy buena acogida por parte del público
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Mucho más que un torneo

Esta competición no solo celebra el talento en el terreno de juego: también se ha convertido en una poderosa herramienta de transformación social. En un continente donde millones de niñas todavía enfrentan barreras culturales para practicar deporte, ver a mujeres liderar selecciones, marcar goles decisivos o levantar un trofeo continental tiene un impacto que va más allá del fútbol. Es un espejo en el que muchas se ven por primera vez reflejadas, una afirmación colectiva de que el sueño es posible.

Gracias a esa visibilidad, han florecido academias, programas formativos y proyectos de desarrollo en países como Zambia, Burkina Faso o Botsuana, que en los últimos años debutaron en el torneo. Allí, la WAFCON ha sembrado la semilla de nuevas generaciones de futbolistas y ha contribuido a fortalecer estructuras que antes parecían imposibles.

La competición ha contribuido en gran parte al crecimiento del fútbol femenino en África

Luces y sombras

Pero no todo ha sido aplauso y celebración en la WAFCON. La última edición del torneo volvió a sacar a la luz las grietas estructurales que aún frenan el desarrollo pleno del fútbol femenino africano. A pesar del talento desbordante y del creciente interés de la afición, muchas jugadoras siguen enfrentando condiciones precarias: impagos, entrenamientos en instalaciones deficientes, disputas contractuales y cuerpos técnicos sin profesionalización.

Sudáfrica, una de las selecciones más potentes del continente, aterrizó en la edición de 2025 tras semanas de tensión con su federación por salarios no abonados. Nigeria, a pesar de proclamarse campeona, no escapó a las protestas de sus futbolistas. En Zambia, las denuncias apuntaron a la ausencia de contratos y derechos laborales básicos.

La WAFCON crece, sí. Pero lo hace en medio de tensiones que revelan cuánto camino queda por recorrer. Porque mientras el talento no falta, el respeto a las jugadoras debe ser la próxima gran conquista.

La mirada puesta en 2026

La próxima edición de la Copa Africana Femenina de Naciones, que se celebrará en marzo de 2026 nuevamente en Marruecos, ya empieza a generar ilusión. No solo será clasificatoria para el Mundial de 2027, sino también una oportunidad para que nuevas potencias en construcción, como Senegal, Uganda o RD Congo, den el salto definitivo a la élite continental.

Con doce selecciones participantes, premios económicos más ambiciosos, cobertura televisiva internacional y escenarios de primer nivel, la WAFCON se encamina hacia su madurez competitiva. Lo que comenzó como un torneo casi invisible, se perfila ahora como el gran escaparate del fútbol femenino africano en plena expansión.

La voz del fútbol silenciado

La Copa Africana Femenina de Naciones ha recorrido un camino tan desafiante como inspirador. De ser un torneo casi invisible, relegado al olvido, ha evolucionado hacia una competición capaz de llenar estadios, movilizar naciones y proyectar a las futbolistas africanas como referentes globales. Lo que antes eran selecciones improvisadas, hoy son potencias que compiten con ambición y orgullo.

Los prejuicios y tabúes culturales siguen presentes, pero el fútbol femenino africano ha comenzado a transformar narrativas, a derribar barreras y a construir referentes. La WAFCON no es solo una competición: es una plataforma de visibilidad, identidad y empoderamiento colectivo.

Aún queda mucho por conquistar, tanto en recursos como en profesionalización y reconocimiento, pero lo que ya se ha logrado tiene un valor incalculable. Porque en cada gol, en cada pase, en cada celebración, no solo se juega al fútbol. En África, se defiende el derecho a soñar. Y ese sueño ya no se puede silenciar.

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