Anna Valcárcel es directora de Gestión de Talento y Recursos Humanos en Ávoris Corporación Empresarial, donde lidera la estrategia de formación, desarrollo profesional y cultura corporativa en una organización internacional con más de 6.000 personas. Desde sus inicios, su vocación ha estado clara: centrarse en las personas. A partir de una formación en Psicología se encaminó hacia el ámbito de los recursos humanos, con una trayectoria profesional que ha crecido dentro del sector turístico y que ha encontrado en Ávoris el entorno perfecto para consolidar su trayectoria.
Se incorporó a la compañía como técnica de desarrollo del talento y, tras asumir progresivamente nuevas responsabilidades, fue nombrada directora de Gestión del Talento en 2020. “Liderar desde la cercanía y el propósito, apostando por la diversidad y el liderazgo femenino, ha sido clave en mi recorrido”, afirma.
Desde su departamento, impulsa políticas alineadas con los objetivos estratégicos del grupo: formación continua, desarrollo de carrera, fidelización y relevo generacional. La escuela turística interna de Ávoris acumula ya más de 140.000 horas formativas al año, mientras que los programas dirigidos a talento joven acogen a más de 300 estudiantes anualmente, muchos de los cuales acaban incorporándose a la empresa.
Consciente de los desafíos que enfrenta el sector, Valcárcel pone el foco en la transformación: “Frente a un entorno de cambio constante, nuestros retos son claros: atraer, desarrollar y consolidar talento en una industria que se transforma rápidamente, impulsando la digitalización de RR. HH. y una cultura cada vez más inclusiva y sostenible”.
En Artículo14, analizamos con Varcarcel su trayectoria y su visión sobre el liderazgo femenino.
¿Cuál ha sido la decisión más difícil en su carrera profesional?
Asumir la Dirección de Gestión del Talento en pleno proceso de reorganización interna. En ese momento, el reto era doble: estabilizar los equipos y liderar una transformación profunda. Opté por una estrategia de cohesión metodológica, introduciendo nuevas herramientas de formación y evaluación del desempeño, y priorizando la escucha. Fue una decisión cargada de incertidumbre, pero clave para construir la confianza necesaria y afianzar mi estilo de liderazgo.
¿Qué consejo ignoró al inicio de su carrera y cuál fue la consecuencia? Y ¿cuál fue el más útil?
Durante años me costó delegar. Pensaba que el liderazgo se demostraba controlándolo todo. El desgaste fue enorme. El consejo que marcó un antes y un después fue: “confía y deja espacio para que otros brillen”. Comprendí que el liderazgo real está en construir equipos autónomos, con capacidad y espacio para crecer.
¿Cuándo dejó de sentir que ya no tenía algo que demostrar y empezó a disfrutar del éxito profesional?
Dejé de sentir que tenía algo que demostrar cuando entendí que el liderazgo no se impone, se ejerce con humildad. Ver crecer a las personas de mi equipo, verlas asumir responsabilidades y tomar decisiones, fue el mayor signo de éxito.
¿Qué mito sobre el liderazgo femenino le gustaría desterrar para siempre?
La idea de que para liderar hay que masculinizarse o esconder la empatía. La escucha activa, la flexibilidad y la emocionalidad bien gestionada no solo no restan eficacia: son superpoderes que transforman culturas.
¿Qué hábito o ritual sigue para mantener la creatividad y la claridad mental en su día a día?
El ejercicio físico me ayuda a mantener foco y creatividad. También viajar: me reconecta con lo esencial, me ofrece nuevas perspectivas y me recuerda que liderar también es explorar.
¿Cuál es su fórmula para conciliar la vida profesional con la familiar?
Conciliar es una elección consciente. Para mí, se basa en priorizar sin exigencias inalcanzables, apoyarme en mi red y establecer límites. No se trata de hacerlo todo, sino de estar donde importa, cuando importa.
Un error profesional del que aprendió una lección valiosa
Lancé una iniciativa sin asegurarme de que todos los equipos la comprendían a fondo. La implementación fue desigual. Aprendí que escuchar, preparar y acompañar es tan importante como innovar.
Si el éxito profesional fuera un deporte, ¿qué tipo de entrenamiento recomendaría para jugarlo bien?
Requeriría una combinación de fuerza y destreza: resiliencia para sostener y convicción para avanzar; agilidad para adaptarse y pasión para inspirar.
Un imprescindible en el bolso
Mis gafas de sol. Más que un accesorio, son mi pequeño refugio: me permiten observar, desconectar un segundo y seguir adelante con estilo y claridad.
Su cita o frase vital
“No se trata de tener tiempo, sino de hacer tiempo para lo que importa“. Me recuerda que lo esencial no depende de la agenda, sino de nuestras prioridades.