Entre bolsos de alta gama y relojes a precios inaccesibles, para algunos, hay un pulso invisible que mueve el lujo mundial: el mercado chino. Lo que durante meses parecía en los parqués una industria en riesgo, ahora es un sector que respira con fuerza y retoma expectativas de crecimiento tras un período de incertidumbre.
Las acciones del conglomerado francés de lujo Louis Vuitton Moët Hennessy (LVMH) subieron ayer más de un 12% al cierre de la jornada de la Bolsa de París. A pesar de unos resultados, a priori, no muy buenos, los ingresos abrieron el apetito del inversor. Entre julio y septiembre del presente año, el grupo francés registró una facturación de 18.280 millones de euros, un -4,2% menos en términos absolutos. Pero con un incremento del 1% en ventas orgánicas, tras caídas del -4% y del -3% en el segundo y primer trimestre, respectivamente. En los nueve primeros meses de 2025, los ingresos alcanzaron 58.090 millones de euros, lo que implica una contracción del -4,4% absoluto y del -2% orgánico.
El crecimiento del trimestre reflejó mejoras en todas las regiones, salvo Europa, afectada por la disminución del turismo y las fluctuaciones cambiarias. Asia, con la excepción de Japón, mostró tendencias muy positivas respecto a 2024. Con unos resultados tímidos y una corrección de las ventas en el viejo continente y en el país nipón, pocos esperarían el subidón de la firma en los parqués. La clave está a más de 8.000 kilómetros del número 30 de la avenida Hoche en el 8.º distrito de París, la sede de la firma.
China: el salvavidas del lujo
El mercado chino se ha convertido en el principal impulsor de la recuperación del sector del lujo. Tras años de turbulencias, las ventas de LVMH -propietaria de marcas como Louis Vuitton, Dior o Loewe- en el país asiático, repuntaron un 7 % en el tercer trimestre de 2025 respecto al mismo periodo del año anterior.
Este crecimiento contrasta con la caída del -16 % registrada en la región durante el mismo lapso de tiempo en 2024, un reflejo de cómo las dinámicas del consumo en China pueden determinar el rumbo del mercado global. En aquel entonces, la desaceleración económica del país redujo el poder adquisitivo de los consumidores, las tensiones comerciales internacionales generaron incertidumbre y los efectos residuales de la pandemia afectaron el comportamiento de compra.
La recuperación actual se sustenta principalmente en un aumento del consumo interno. Atrás quedó el miedo a las ‘vacas flacas’. Los ciudadanos chinos vuelven a gastar motivados por una mayor confianza en la economía nacional y la estabilización del mercado.
‘The Louis’
Las ventas ya no dependen únicamente de los turistas nacionales, que adquirían productos fuera del país -en Europa, Estados Unidos o Japón-, sino que la mayor parte del consumo se realiza dentro de China. El cambio de tendencia sugiere que el país ha logrado superar buena parte de los problemas. Y consolida a la República Popular como el motor de recuperación del sector del lujo.

Otro factor clave en el repunte es la innovación en la experiencia de compra. LVMH y otras marcas han apostado por tiendas emblemáticas que combinan arquitectura, cultura y tecnología. Un ejemplo destacado es ‘The Louis’ en Shanghái, que abrió sus puertas el pasado mes de junio. Una tienda con forma de barco que ofrece al cliente una oportunidad de inmersión en la marca diferente. Lo que atrae tanto al público tradicional como a nuevos consumidores. Además, la renovación creativa de sus colecciones ha captado la atención del público chino.
En Bolsa
La subida del precio de las acciones de LVMH desató el efecto bola de nieve en el resto de firmas de lujo. En este sentido, algunas como Prada (7,68%), Moncler (7,77%) o Hermés (7,35%) registraron repuntes pronunciados al cierre del mercado bursátil en la sesión de ayer. No obstante, es la filial del propio holding francés, Christian Dior, la que se alza en Bolsa casi a la par que su matriz, un 11,97%. Pese a la mejora bursátil, el sector del lujo acumula pérdidas significativas en lo que va de 2025.
Antes del repunte registrado tras la presentación de resultados de LVMH, las firmas caían con fuerza. Hermès, que abrió el año en 2.301 euros por acción el 2 de enero, cerró en 2.033 euros hace dos días. La caída de casi 300 euros representaba un retroceso del -11,60%. Moncler, por su parte, corregía cerca de un -8,20%, desde los 52,76 euros del primer mes del año hasta los 48,42 euros de anteayer.
El ajuste más marcado corresponde a Prada, que perdía casi una tercera parte de su valor, pasando de 62,9 euros a 45,72 euros por título, un descenso del -27,30%. LVMH también se vio afectada por la volatilidad del mercado. El conglomerado retrocedía alrededor de un -16,20%, desde los 635,40 euros de apertura anual hasta los 532,20 euros del 14 de octubre.
Arma de doble filo
La reacción de los mercados refleja las expectativas de los inversores ante el cambio de tendencia de las ventas en China. Lo que hasta hace días era motivo de retroceso generalizado se ha transformado en el impulso que no solo eleva a LVMH, sino que arrastra al conjunto del sector. Sin embargo, esta dependencia del mercado chino supone un arma de doble filo. Aunque la demanda en esta región estratégica puede marcar la diferencia y devolver la confianza a los inversores, cualquier ápice de inestabilidad política o desaceleración económica podría volver a hundir la industria.