La Comisión Europea ha vuelto a salir al paso de las acusaciones que se vierten sobre sus programas de diplomacia inversora: que están sirviendo para engordar las arcas de empresas chinas. El comisario europeo de Asociaciones Internacionales, Jozef Síkela, ha zanjado que Bruselas “no está en condiciones de confirmar la exactitud” de las noticias aparecidas en medios a este respecto, y ha defendido que el Banco Europeo de Inversiones (BEI) “está plenamente alineado con los valores y principios de la Unión Europea”.
De esta forma, Síkela da carpetazo por segunda vez en solo unos meses a otra pregunta sobre este tema: ¿a quién sirve el programa Global Gateway? Esta iniciativa fue presentada por la Comisión en el año 2021, con el propósito de destinar 300.000 millones de euros hasta 2027 para el desarrollo de infraestructuras en países de todo el planeta.

Este Global Gateway es la respuesta de la UE a la Nueva Ruta de la Seda, un programa de inversiones más grande puesto en marcha por China en 2013 (sus últimas estimaciones indican que en 2024 se superaron los 1.175 billones de dólares movilizados). Ambos programas pretenden ampliar la capacidad de influencia de sus respectivos bloques en terceros países, lo que se conoce como el poder blando. El problema es que el proyecto europeo ya ha sido señalado varias veces por sus adjudicaciones a empresas chinas, y la última polémica salpica al BEI que dirige la española Nadia Calviño.
Bruselas no confirma
El pasado junio, dos eurodiputados del grupo parlamentario de Renew (el grupo al que se adscribía Ciudadanos hasta la pasada legislatura) formularon la siguiente pregunta: “¿Puede la Comisión confirmar la exactitud de las recientes informaciones de medios sobre empresas chinas que han obtenido contratos en el marco de Global Gateway y en proyectos financiados por el BEI y aclarar el alcance de su participación?”. “En algunos años, se dice que obtuvieron contratos financiados por el Banco Europeo de Inversiones (BEI) de mayor valor que las empresas europeas”, incidían los parlamentarios.
“La Comisión no está en condiciones de confirmar la exactitud de informes recientes de medios de comunicación sin más detalles sobre la fuente de la información”, zanjaba el comisario hace solo unos días. “En el marco de Global Gateway, la UE promueve inversiones en infraestructuras en consonancia con nuestros valores e intereses”. Con todo, más allá de esta iniciativa, Politico informaba a finales del año pasado de que desde 2019 las empresas chinas habían recibido ya más de 1.000 millones de euros para proyectos financiados por el BEI de Calviño en Georgia, Senegal o Túnez.
El mismo medio incidía en que las empresas chinas obtienen un tercio de los contratos que sí reciben empresas europeas, pero las licitaciones que ganan las asiáticas son de mucho más valor.
¿Beneficia a competidores?
Los eurodiputados también preguntaban por qué medidas había adoptado Bruselas para garantizar que los proyectos financiados por la UE “no beneficien a competidores estratégicos ni socaven los intereses geopolíticos y económicos de Europa”. A esto, Jozef Síkela remitía a otra respuesta con su firma que dio antes del verano a otro eurodiputado, que inquiría sobre la posibilidad de excluir a empresas chinas “que incurran en prácticas corruptas y reciban ayudas estatales injustas” de las licitaciones europeas.

En aquella ocasión Síkela asumía que “las empresas establecidas en China podrían ser elegibles” salvo en proyectos europeos ejecutados por Bruselas de forma directa. En muchos casos, las inversiones de Global Gateway riegan proyectos en virtud de unos acuerdos con otros países, con sus propias normas de licitación. Con todo, la UE se reserva la posibilidad de invocar su Reglamento financiero de 2024 en caso de que una empresa sea “objeto de sentencia firme y culpable de fraude”, momento en el que serán excluidas de licitar a fondos y proyectos europeos.
Polémica consolidada
Aunque el comisario Síkela asegura que Bruselas no puede corroborar la veracidad de las informaciones aparecidas en medios (por desconocer qué informaciones han aparecido en los medios), el papel de China tanto el Global Gateway como en las inversiones del BEI ya han copado varios titulares en los últimos años. No solo en Politico, que informaba del asunto con un enfoque muy gráfico (“El plan de Bruselas de infraestructuras globales no desafía a Pekín: depende de él”). En los últimos años, las cifras de contratos ganados por empresas ligadas a Pekín han sido objeto de exclusivas en medios de todo el mundo.
Ya en 2020, antes de que comenzara formalmente el proyecto Global Gateway, The Wall Street Journal llamaba la atención en cómo las empresas chinas cada vez se abrían más paso en la licitación pública europea: “Ganan miles de millones en contratos europeos financiados por los contribuyentes”. Según el análisis del diario económico estadounidense, las compañías procedentes del gigante asiático consiguieron en ese mismo año 2.000 millones de euros en licitaciones públicas europeas, más del doble de lo obtenido anualmente hasta entonces.
Incluso el principal periódico de Hong Kong, el South China Morning Post, llamó la atención a este respecto en 2023, cuando repasó la lista de empresas participantes del comité de Global Gateway. En este listado aparecen empresas españolas, como Acciona, y europeas, como Volvo, Danone o EDP. Precisamente sobre esta última el diario hongkonés recordaba que el 21,4% de su accionariado está en manos de China Three Gorges (CTG), una firma controlada por la Comisión de Supervisión de Activos de Pekín.
El BEI ya excluye algunas empresas chinas
Precisamente por la cantidad de empresas chinas que licitan a los proyectos que cofinancia el banco de fomento europeo que dirige Calviño, también han aparecido noticias en los últimos meses que indican las medidas que este adopta frente a posibles casos de corrupción. En 2023, por ejemplo, el BEI alcanzó un acuerdo con la Corporación de Construcción de Ingeniería Civil de China, una empresa conocida como CCECC, tras detectar irregularidades en proyectos en Ecuador, Egipto, Serbia, Túnez o Ucrania. La CCECC siguió siendo elegible a proyectos tras firmar un compromiso por el que se adaptarían a los estándares que exige el BEI.
No han tenido la misma suerte otros conglomerados chinos como Sieyuan Electric o Gezhouba. La primera fue excluida desde junio y durante doce meses en proyectos financiados por el BEI por “un historial de mala conducta en relación con un proyecto financiado en Tanzania”, mientras que la segunda se enfrenta a la exclusión durante trece meses desde agosto por “una conducta prohibida” durante otro proyecto cofinanciado en Bosnia y Herzegovina.
“No se debe ignorar a China”
Mientras tanto, en todos estos años, Nadia Calviño ha sido una de las mayores defensoras de la necesidad de que la Unión Europea se abra a China. Lo dijo en abril de 2023, meses antes de ser nombrada presidenta del Banco Europeo de Inversiones, y en calidad de vicepresidenta y ministra de Asuntos Económicos. “Europa no debe dar la espalda a China, puede ayudar a poner fin a la guerra de Ucrania”.
Lo volvió a repetir este mismo verano de 2025 en un encuentro sobre seguridad y defensa europeas. “Se está formando un nuevo orden mundial, no debemos mirar al pasado”. La presidenta del BEI fue tajante al respecto. “Debemos centrarnos en lo que debemos hacer en lugar de en lo que hacen los demás”. Y fue igual de tajante, aunque no explicitó instrumentos como Global Gateway, al decir que “Invertir en cooperación es invertir en nuestra seguridad”.
Calviño cree que Europa debe tomar el relevo de EEUU a la hora de ser el faro que promocione los valores occidentales, de la misma forma que incide en que no se debe “ignorar a China”. “Se necesita un equilibrio adecuado, especialmente al tratar con superpotencias”. Aunque las dudas sobre las herramientas llamadas a competir con la diplomacia inversora china crecen. Casi tanto cómo la influencia que Pekín está tejiendo con su Nueva Ruta de la Seda.