La presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, ha vuelto a situar a España en el centro del debate económico internacional. Durante su intervención en el prestigioso simposio de Jackson Hole, en Estados Unidos, la economista francesa destacó que la recuperación española tras la pandemia no puede entenderse sin la aportación de la inmigración.
Sus palabras han generado repercusión inmediata, al apuntar que la llegada de trabajadores extranjeros ha sido uno de los factores determinantes para sostener el empleo y el crecimiento del PIB en los últimos años.
Christine Lagarde y la resistencia del mercado laboral europeo
En su discurso, Christine Lagarde subrayó que el mercado laboral de la eurozona ha mostrado una resistencia mucho mayor de la esperada, incluso en un contexto de endurecimiento de la política monetaria.
Uno de los pilares de esta solidez, según explicó, ha sido la inmigración. De hecho, aseguró que casi la mitad del crecimiento del empleo en la eurozona en los últimos tres años se debe a los trabajadores extranjeros. Una cifra que ilustra el peso de este fenómeno en el sostenimiento de la economía.
Lagarde recordó que este comportamiento contrasta con lo que suele suceder en momentos de tipos de interés altos, cuando lo habitual es que el empleo se resienta. Sin embargo, la aportación de la inmigración ha permitido amortiguar ese impacto y mantener una evolución positiva del mercado laboral europeo.

Entre todos los países del bloque comunitario, Christine Lagarde puso el foco en dos casos concretos: España y Alemania. En el caso español, la presidenta del BCE señaló que la recuperación tras la crisis del COVID-19 ha sido una de las más sólidas de toda la Unión Europea. Y que los trabajadores extranjeros han desempeñado un papel crucial en sostener ese repunte.
En Alemania, añadió, el impacto es igualmente evidente. Sin la inmigración, el PIB alemán sería un 6% menor desde 2019. Un dato que muestra hasta qué punto los flujos migratorios han contribuido a mantener el dinamismo económico. En ambos escenarios, los extranjeros han compensado la pérdida de población activa nacional y han aportado mano de obra esencial en sectores clave.
La inmigración como motor silencioso de la economía
Las declaraciones de Christine Lagarde van más allá de un reconocimiento puntual. La presidenta del BCE planteó que la inmigración debe entenderse como un motor estructural de la economía europea. En especial, en un momento en el que el envejecimiento de la población amenaza con reducir la fuerza laboral disponible.

En este sentido, recordó que, aunque los trabajadores extranjeros representaban apenas el 9% de la fuerza laboral en 2022, fueron responsables de casi el 50% del aumento del empleo en la eurozona en el periodo 2019-2022. Un desequilibrio que, a su juicio, pone de manifiesto la importancia de estas aportaciones en un contexto de creciente presión demográfica.
La reflexión de Christine Lagarde también proyecta la vista hacia el futuro. Con una población cada vez más envejecida y un mercado laboral que demanda perfiles diversos, la presidenta del BCE consideró imprescindible seguir integrando a la inmigración en la estrategia económica de la eurozona.