El discurso de Jerome Powell en Jackson Hole ha marcado un punto de inflexión en la política monetaria de Estados Unidos. El presidente de la Reserva Federal ha reconocido que la “situación desafiante” derivada de los aranceles de Donald Trump y el enfriamiento del mercado laboral obligan a reconsiderar la estrategia de tipos de interés. Sus palabras, más cercanas al ala dovish del banco central, anticipan la posibilidad de un recorte en la reunión de septiembre.
La presión de Trump sobre Jerome Powell
Desde hace meses, Jerome Powell ha sido el blanco de las críticas más duras de Donald Trump y su círculo más cercano. El presidente estadounidense ha insistido en que la Reserva Federal debe actuar con rapidez y contundencia para reducir los tipos de interés, convencido de que una política monetaria más expansiva fortalecerá el crecimiento económico en la recta final hacia las elecciones. Hasta ahora, la Fed había mantenido el rango de su tasa principal entre el 4,25 % y el 4,5 %, tras los recortes aplicados en 2024. Sin embargo, la insistencia de Trump y el deterioro de algunos indicadores económicos han ido debilitando la resistencia de Jerome Powell, que finalmente ha admitido la necesidad de replantear la estrategia.
Los riesgos que enfrenta la economía estadounidense
En su discurso, Jerome Powell reconoció que los aranceles impulsados por la administración Trump ya tienen un efecto claro en los precios al consumo. Aunque señaló que el impacto podría ser transitorio, advirtió de que el escenario es complejo porque el mercado laboral muestra signos de debilidad. “El mercado laboral no está particularmente ajustado y enfrenta crecientes riesgos a la baja”, afirmó Powell. “Los riesgos para la inflación están sesgados al alza, y los riesgos para el empleo, a la baja: una situación desafiante”. Estas declaraciones muestran la dificultad de mantener un equilibrio entre la lucha contra la inflación y la necesidad de sostener el empleo.

El giro de Jerome Powell llega a pocas semanas de la reunión del Comité Federal de Mercado Abierto, prevista para el 16 y 17 de septiembre. Allí se decidirá si la Reserva Federal aprueba un nuevo recorte de tipos. Probablemente, de un cuarto de punto. La decisión no será sencilla. Una parte de los miembros de la Fed teme que una bajada demasiado rápida pueda desatar nuevas presiones inflacionistas. Otros consideran que el debilitamiento del mercado laboral obliga a actuar de inmediato. Powell, con su discurso, parece alinearse ahora con estos últimos.
El impacto de los aranceles en los precios
Uno de los elementos que más preocupa a Jerome Powell y a los analistas de Wall Street es el efecto de los aranceles sobre la inflación. Walmart, el mayor minorista del mundo, advirtió esta semana que los gravámenes ya están aumentando sus costos, lo que inevitablemente repercutirá en los consumidores. Al mismo tiempo, los precios al productor reflejan una tendencia al alza que podría trasladarse a la inflación en los próximos meses. Si los precios suben al mismo tiempo que el empleo se enfría, la Fed se enfrentará a un dilema especialmente complejo.

Los bancos de inversión y los analistas financieros llevan semanas especulando con un recorte de tipos en septiembre. El informe de empleo de julio, que mostró una fuerte desaceleración en la contratación, reforzó esta expectativa. Con las palabras de Jerome Powell en Jackson Hole, las apuestas de los mercados se inclinan aún más hacia un inminente movimiento. El propio Powell reconoció que los “riesgos cambiantes” justifican un ajuste en la postura de la Reserva Federal. Aunque trató de mantener un tono prudente, los inversores interpretaron su mensaje como una señal clara de que la bajada de tipos está más cerca que nunca.