Angosto, estratégico y de nuevo en el punto de mira de la economía mundial. El estrecho de Ormuz, una franja de apenas 33 kilómetros de ancho en su punto más estrecho, que separa Irán de Omán y los Emiratos Árabes Unidos (EAU), conecta mucho más que dos orillas. Por sus aguas transita aproximadamente una quinta parte del petróleo y gas licuado que se consume en el mundo, sobre las que planea la amenaza de un cierre.
La Asamblea Consultiva Islámica, el Parlamento de Irán, recomendó este fin de semana el cierre del estrecho de Ormuz en represalia por el ataque de Estados Unidos contra las instalaciones nucleares del país. En comentarios recogidos por la radio televisión pública iraní, el general Esmaeil Kousari, integrante de la Comisión de Seguridad Nacional del Parlamento, confirmó que la Cámara “ha llegado a la conclusión de que hay que cerrar el estrecho, pero la decisión recae en el Consejo Supremo de Seguridad Nacional“. De esta forma, la decisión final queda en manos del líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei.
A su vez, Irán es un importante productor de petróleo, con un bombeo de 3,4 millones de barriles diarios, según datos de abril de la Agencia Internacional de la Energía. De esta manera, se sitúa como el tercer productor más importante entre los doce miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), solo por detrás de Arabia Saudí (casi 9 millones de barriles diarios) e Irak (4,2 millones). Si hay una escalada, no es difícil prever una interrupción del suministro de petróleo iraní, cuyo principal destino es China.

Un punto crítico para el suministro de petróleo
Como explica la Administración de Información Energética de EEUU (EIA, por sus siglas en inglés), en un informe publicado el 16 de junio, el estrecho de Ormuz es uno de los cuellos de botella petroleros más grandes del mundo. A través de este se mueven grandes volúmenes de petróleo y aunque hay algunas alternativas de oleoductos que pueden evitarlo si se cierra, estas son pocas. Por ejemplo, en 2024, con los problemas en torno al estrecho de Bab al-Mandeb, la petrolera de Arabia Saudita Aramco cambió sus rutas y, utilizando su oleoducto, desvió el crudo hacia puertos del mar Rojo.
Con todo, el mercado se tensiona cuando se atisban riesgos sobre el tránsito en Ormuz, ya que entiende que la mayoría de los volúmenes que transitan por el estrecho no tienen medios alternativos para salir de la región. En 2024 y en el primer trimestre de este año, el flujo de petróleo a través del estrecho se situó en una media de 20 millones de barriles diarios, el equivalente a aproximadamente el 20% del consumo mundial de líquidos de petróleo y casi el 27% de su tráfico marítimo. Además, alrededor de una quinta parte del comercio mundial de gas natural licuado también circuló por el estrecho de Ormuz en 2024, procedente principalmente de Qatar.
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Se prevé una subida del precio del barril
En este contexto, los analistas anticipan una subida del precio del barril de petróleo. Hay consenso en qué impactará, aunque no se sabe con qué magnitud. Ole R. Hvalbye, analista de materias primas de SEB, publicó ayer, 22 de junio, una nota en la que advertía que dado que el mercado petrolero permaneció activo el domingo, la atención se centra en lo que ocurrirá al reanudarse la negociación. El viernes, el Brent cerró en 77,01 dólares por barril. “Con la reapertura de los mercados, la pregunta ya no es si el crudo reaccionará, sino en qué medida y con qué rapidez”, apuntó. Su previsión es que el Brent suba entre 3 y 5 dólares por barril al abrir los mercados.
Y a partir de aquí, la escalada puede ser continúa. Como explica Hvalbye, el principal riesgo para los mercados globales se centra ahora en los flujos de petróleo de Oriente Medio, en particular a través del Estrecho de Ormuz: “Cualquier cierre, o su propagación a otros productores regionales, elevaría significativamente los precios del petróleo”. “Se espera un salto en el precio del petróleo”, señaló Jorge León, jefe de análisis geopolítico de la firma de inteligencia energética Rystad y ex funcionario de la OPEP, el grupo de los principales países productores de petróleo, en declaraciones recogidas por The Guardian.
Dónde está el límite

La dificultad está en entender hasta dónde puede llegar esta subida. El responsable de estrategia de materias primas de ING Research, Warren Patterson, avisó a mediados de mes que una interrupción significativa de los flujos sería suficiente para impulsar los precios a 120 dólares por barril”, quién añadió que si las interrupciones persisten hacia finales de año, “podríamos ver al Brent cotizando a nuevos máximos históricos, superando el récord de cerca de 150 dólares por barril de 2008”, informa Europa Press. Por su parte, Singular Bank alertó la semana pasada de que una conflagración regional alentada por la actual “guerra abierta” entre Israel e Irán podría disparar el precio del Brent hasta los 170 dólares por barril.
Una subida del barril de petróleo puede suponer un freno a la actual desescalada inflacionista. El encarecimiento de la energía y de los costes de transporte pueden provocar un nuevo ciclo alcista de los precios que impactaría en toda la economía internacional. Durante la invasión rusa a Ucrania el precio del petróleo subió a 130 dólares. Su récord histórico fue en julio de 2008 en 147,50 dólares. Como señaló Hvalbye, “interrumpir el suministro afectaría directamente a los consumidores estadounidenses y a la base política de Trump, muchos de los cuales se sintieron atraídos por su programa antibélico. Por ahora, los mercados se mantienen a la expectativa. Pero esto no ha terminado. No terminará hasta que Irán lo diga”.