“Hemos llegado a un punto de inflexión en la campaña, tras el preciso e impresionante ataque de anoche del Ejército estadounidense contra instalaciones nucleares clave”, declaró Eyal Zamir, comandante en jefe de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), tras el bombardeo del domingo de la aviación de EE UU sobre tres instalaciones nucleares de Irán.
Tras días emitiendo señales ambiguas sobre una posible participación directa en el conflicto que está redefiniendo Oriente Medio, Donald Trump consideró tras ordenar el ataque que las centrales nucleares iraníes quedaron “totalmente destruidas”, aunque desde el Pentágono precisaron que no pretenden una “guerra total” contra Irán.

Nuevo ataque balístico
La respuesta iraní fue inmediata: nuevos lanzamientos de misiles balísticos sobre el centro y norte de Israel causaron impactos directos, causando destrucción masiva de edificios. Se reportaron unos 86 heridos, ninguno de gravedad. La incógnita ahora será comprobar si el régimen de los ayatolás, duramente golpeado con una nueva ronda de asesinatos de cabecillas militares por parte de las FDI, se envalentonará a atacar objetivos de EE UU en la región.

“Irán debe hacer la paz”, urgió Trump en su comparecencia en la Casa Blanca, donde amenazó con más ataques si Teherán no se rinde. Oficiales del Pentágono aclararon que todavía es demasiado pronto para confirmar si los bombardeos sobre las centrales de Fordo, Natanz e Isfahán -las dos primeras ya fueron dañadas por Israel-, lograron eliminar todas las capacidades de enriquecimiento de uranio.
Irán defenderá sus intereses
“No estamos en guerra con Irán, sino con su programa nuclear”, matizó el vicepresidente estadounidense JD Vance. Desde Teherán, el ministro de exteriores iraní Abbas Araghchi replicó que los bombardeos implican el fin de toda solución diplomática al conflicto. El viernes, se reunió con líderes europeos en Ginebra para mostrar predisposición al diálogo, aunque excluyendo hablar directamente con Washington. “Irán se reserva todas las opciones para defender sus intereses de seguridad y su población”, alertó.
Desde Israel, fuentes cercanas al primer ministro confirmaron que Benjamin Netanyahu supo del ataque “al menos 24 horas antes”. El funcionario citado por Times of Israel comentó que Israel aceptará frenar los ataques si Irán desmantela su programa nuclear. “Depende de Irán, no de nosotros. Si hay un acuerdo, estaremos contentos con el resultado“, agregó.

Los golpes sufridos por el régimen de los ayatolás y sus proxis fortalecen la posición de Israel en Oriente Medio, y refuerzan la figura de un Netanyahu cuya popularidad cayó a mínimos históricos tras la matanza del 7 de octubre de 2023. Con Hamás renqueante, Hizbulá fuera de juego, el régimen de Bachar al Asad en Siria liquidado y la República Islámica de Irán en las horas más bajas desde 1979, el líder del estado judío podría capitalizar políticamente los logros estratégicos en las próximas elecciones.
Trump implica de lleno a Estados Unidos en la contienda
Netanyahu logró lo que buscaba: que los bombarderos B-2 de EE UU entraran al terreno de juego. Junto a misiles disparados desde submarinos, Trump implicó de lleno a su país en la contienda. Estados Unidos ya era parte activa del conflicto, ya que compartía información de inteligencia con las FDI y los cazas israelíes o buena parte de su armamento llegan desde Washington.
Tras indicar que esperaría unas dos semanas para decidirse, Trump demostró que sus palabras son papel mojado. Con los almacenes de misiles balísticos severamente dañados y agotados por las salvas disparadas hacia Israel, los ayatolás disponen todavía de proyectiles de medio alcance y drones para apuntar a los cerca de 40.000 soldados americanos asentados cerca de sus fronteras.

En imágenes de satélite tomadas poco después de los bombardeos, se detectaron daños en la central de Fordo, que alberga sus centrifugadoras de enriquecimiento de uranio a unos 90 metros bajo tierra. Solo las pesadas bombas anti búnker de EE UU eran capaces de dañar el sitio. Según Dan Caine, comandante en jefe del Ejército estadounidense, se utilizaron 14 de estas bombas en el ataque. Acorde a la Medialuna Roja iraní, 11 personas resultaron heridas por los impactos.
Irán apela ahora a Rusia para ayudar en su respuesta a EE UU, aunque parece poco probable que Vladimir Putin opte por brindar ayuda militar a Teherán, dado que sigue enfocado en su campaña militar en Ucrania. En los 10 días de guerra contra Israel, el régimen de los ayatolás no ha recibido ningún apoyo. Hizbulá, la milicia chiita proiraní del Líbano se desmarcó de una posible represalia en los primeros compases, dado el duro golpe sufrido en su enfrentamiento con las FDI.
Desde el Golfo Pérsico, los países árabes suníes expresaron consternación por la escalada, aunque en privado el “mundo árabe moderado” ve con buenos ojos el debilitamiento del régimen iraní. Desde Arabia Saudí, su diplomacia exterior dijo seguir con “extremada preocupación la situación” y pidió una desescalada. En un comunicado conjunto, Francia, Alemania y Reino Unido avisaron a Irán de “no tomar ninguna acción que desestabilice más la región”, evitando así criticar la jugada de Trump. “Debemos prevenir que Irán adquiera la bomba nuclear”, precisaron los tres países europeos.

En Israel, las autoridades anunciaron que se reabrirá parcialmente el espacio aéreo. Unos 24 vuelos diarios traerán de vuelta a israelíes que se quedaron encallados en el extranjero, y los viajes de salida se limitarán a 50 pasajeros por avión, para evitar aglomeraciones en el aeropuerto cercano a Tel Aviv.
En Irán, donde sus 90 millones de habitantes viven atemorizados desde el viernes pasado, unas 400 personas han muerto y más de 3.000 resultaron heridas, según el ministerio de salud. “Estamos todos en shock, nadie esperaba que llegásemos a este punto en siete días”, dijo el empresario Peyman al New York Times. Si bien la mayoría de iraníes es favorable a la caída del régimen de los ayatolás, temen un cambio de régimen abrupto que acarree más inestabilidad y violencia interna en un país de compleja diversidad étnica y religiosa.
“Nuestros salvadores”
Por su parte, en Israel muchos consideran que están ante una nueva era de paz y prosperidad regional, pese a que la guerra en Gaza continua y 53 rehenes israelíes siguen en manos de Hamás. “Bibi (Netanyahu) y Trump son nuestros salvadores”, consideró Eldad Ella en Jerusalén. Tomer Shoshani vaticinó que “la guerra acabará, y seremos un país normal. Los turistas volverán”. Está por ver si tras la victoria militar, la pugna interna en Israel volverá a resquebrajar la sociedad. Por ahora, los tiempos y resultados obtenidos benefician a Netanyahu.