Los muertos y heridos en las guerras no son cifras. Tras cada impacto de un misil en un edificio residencia se suceden las tragedias humanas. En Israel, quienes pagan el peor precio son los residentes en barrios o ciudades humildes, con edificios de vieja construcción que no tienen cuartos blindados.
En el segundo día de la guerra abierta entre Israel e Irán, un misil balístico iraní impactó en Bat Yam, un suburbio al sur de Tel Aviv, habitado mayormente por inmigrantes judíos llegados de la vieja Unión Soviética o países de Oriente Medio. Tres días después del suceso, en que murieron ocho personas y decenas resultaron heridas, se conoció la identidad de los fallecidos.
La historia de Nastia Borik, de 7 años
Entre ellos estaba la pequeña Nastia, un niña de 7 años que vino a Israel con su familia para curarse de un duro cáncer. La enfermedad no acabó con ella, sino un misil lanzado desde miles de kilómetros de distancia. Junto a Nastia también murieron su abuela Lena, otros dos nietos -Konstantin e Ilya- y todavía se está buscando el cuerpo de María, la madre de la pequeña.

La pequeña Nastia Borik estaba recibiendo un tratamiento especial para luchar contra la leucemia en Israel. Con un sistema sanitario de prestigio, que exporta al mundo nuevos avances para tratar enfermedades terminales, la familia de la niña ucraniana optó por dejar su país de origen, en busca de más seguridad y un mejor tratamiento para la pequeña.
La familia Borik, que no es de ascendencia judía, logró obtener un complicado permiso de residencia en Israel, donde se mudaron en diciembre de 2022. Inicialmente, el tratamiento ayudó a Nastia, pero la enfermedad se complicó y se extendió. El trasplante de médula ósea que se le realizó no logró detener la agresividad de la leucemia en su cuerpo.

Artem Borik, el padre de la familia, no podía haber recibido una peor noticia. El hombre, que forma parte del Ejército ucraniano, está destinado al frente para repeler las incesantes ofensivas de los invasores rusos. Ni Artem ni el marido de la abuela Lena pudieron mudarse a Israel, ya que las autoridades de Kiev no permiten a hombres menores de 60 años abandonar el país en tiempos de guerra.
Desde Ucrania, Artem hizo todo lo posible para recaudar fondos para sufragar los gastos médicos de su hija en Israel. La abuela Lena se mudó para ayudar a su hija Maria, y se trajo con ella a sus dos sobrinos. Los cinco fueron liquidados en el impacto directo sobre el edificio de Bat Yam, que era el típico edificio humilde y rectangular construido a toda prisa en los años fundacionales del estado judío.

En este tipo de edificaciones, con suerte hay un refugio compartido en la planta baja. A los que no disponen de zona protegida, se les pide mantenerse junto a las escaleras. Pero los misiles balísticos iraníes destruyen edificios, y la onda expansiva genera destrucción en barrios enteros.
El doble drama
La embajada de Ucrania en Israel se ocupa ahora del complejo proceso para repatriar los cuerpos a su país de origen. Una operación imposible mientras el espacio aéreo israelí siga cerrado. “Eran ciudadanos ucranianos de Odesa, que vinieron para tratar a su hija. Israelíes y ucranianos afrontan un destino compartido”, dijo el historiador Shimon Briman al medio israelí Ynet.

“El 14 de junio, cinco ciudadanos ucranianos, incluidos tres menores, fueron asesinados en un ataque masivo de misiles iraníes sobre Israel, cuando un proyectil impactó en Bat Yam. Diplomáticos ucranianos están en contacto directo con la policía israelí y otros servicios para identificar y repatriar los cuerpos de las víctimas”, aclaró la embajada de Ucrania.
En el fatídico ataque en Bat Yam también fallecieron otros cuatro civiles israelíes: Michael Nahum (61), Meir Vaknin (53), Bella Ashkenazi (90) y Efrat Saranga (44). Rachel y Bat-El, dos hermanas que residían en el edificio impactado, recordar el terrible momento del impacto. “Estabamos durmiendo cuando ocurrió, y no tenemos cuarto blindado o refugio. Escuchamos un fuerte estallido, vimos la luz del misil y mucho humo. Todo estaba lleno de vidrios de ventanas rotas, la puerta estalló. Salimos corriendo a escondernos en un parking”, explicaron.

Durante el viernes, se reportaron impactos directos en Haifa -con unos 23 heridos graves- y las baterías antiaéreas interceptaron misiles sobre los cielos de Tel Aviv. El comandante en jefe del Ejército israelí, Eyal Zamir, avisó a la ciudadanía: “Para eliminar la amenaza de un enemigo de esta magnitud, debemos estar preparados para una campaña prolongada”. El temor de muchos es que la situación derive en una “guerra de desgaste”, con un goteo diario de unos misiles que logran aterrar a toda la población de Israel.