El ‘síndrome de la quemada’: cuando la empresa te lleva al límite

Muchas veces se dice que lo mental puede tener una repercusión en lo físico y también sucede con el síndrome del quemado. Se pueden sufrir alteraciones gastrointestinales, cefaleas y migrañas y trastornos del sueño

“Estoy quemada”. Es un comentario demasiado habitual entre mujeres trabajadoras. Puede ser fruto de interminables horas de trabajo, de fuertes picos de estrés o de tener un superior que no escucha ni atiende a tus necesidades. El llamado en inglés burnout o síndrome de desgaste profesional provoca un agotamiento emocional y, en el extremo, muchas ganas de dejar el empleo.

Es exactamente lo que le sucedió a Mercedes, trabajadora en el sector de la publicidad, acostumbrada al estrés y a las horas extras. Pero una cosa es tener mucho trabajo y otra cosa que te genere pesadillas. “Me di cuenta a los seis meses de haber entrado, como me estaba sintiendo no estaba bien, y que no podía ni normalizarlo ni soportarlo más”. Tuvo muchos síntomas, como “presión en el pecho, angustia, falta de aire, taquicardias, idas frecuentes al baño. También me di cuenta de que yo no me caía bien a mí misma trabajando, no me gustaba cómo era, cómo me sentía ni cómo trataba a la gente”.

El trabajo en su empresa era insostenible. “Sufría malos tratos en el día a día, presión interna y externa sobre el trabajo a realizar y el maltrato puntualmente de un compañero de otro país en una videollamada que fue lo que me llevó al límite. Está muy normalizado el trabajar hasta tarde, horas extras, la presión por llegar a contrarreloj con todo, por ganar concursos. Yo no me pedí una baja porque no sentía que estuviera tan mal como para pedirla, me sentía culpable y que me dirían que era una exageración”.

Nivel de estrés

Según el último informe Women Work de Deloitte, en el que han participado 5.000 mujeres trabajadoras de seis países, ese estrés cada vez va a más. La mitad de las encuestadas describen sus niveles de estrés como más elevados que hace un año. Y la salud mental (48%) se ha situado como una de las tres principales preocupaciones de las mujeres, casi al nivel de su seguridad financiera (51%) o sus derechos (50%).

Te sientes agobiada, sabes que la causa reside en el trabajo y sin embargo dos tercios de las encuestadas reconocen que no se sienten cómodas explicando en su empresa que la salud mental es la causa de una baja o permiso laboral.

Lo síntomas son variados, desde agotamiento, una espiral de conductas negativas hacia una misma y hacia el resto de compañeros, sentirse poco realizada profesionalmente, adquirir una frialdad afectiva y reducir la productividad, estancamiento y apatía.

Esa quemazón es la respuesta ante una situación de estrés laboral que permanece en el tiempo y que las mujeres sufren especialmente por varios motivos: porque desarrollan trabajos peor remunerados que los hombres, porque no consiguen en ocasiones alcanzar los puestos de responsabilidad a los que sí llegan ellos o porque se ven obligadas a reducir sus jornadas para hacerlas compatible con la conciliación.

Y la obligatoriedad de volver a la oficina después de la pandemia, tampoco ayuda. Según el análisis de Deloitte, el fin progresivo del teletrabajo y de los modelos híbridos está teniendo efectos adversos sobre la salud y la productividad de las trabajadoras.

El 95% de las mujeres consultadas creen que al solicitar medidas laborales flexibles les afectará negativamente en su progresión profesional y otro 93% no espera que su carga de trabajo se reduzca si también baja el número de horas dedicadas al empleo.

Impacto en la salud

Los trastornos para la salud se pueden medir en varios planos. Puede generar trastornos de conducta vinculados al descontrol de impulsos, a problemas alimentarios o agresividad. Pero también puede provocar trastornos emocionales relacionados con la baja autoestima, la depresión, ansiedad y el déficit de atención y concentración.

Muchas veces se dice que lo mental puede tener una repercusión en lo físico y también sucede con el síndrome del quemado. Se pueden sufrir alteraciones gastrointestinales, cefaleas y migrañas y trastornos del sueño.

Mechi decidió dejar el trabajo, es la última de las opciones para muchas mujeres. Aprendió a escuchar a su cuerpo. “A registrarme a tiempo, a no minimizar lo que me pasa, a hablar y a moverme de los lugares que no quiero. Aprendí que nada es definitivo y que primero está mi bienestar, aunque aclaro que todo esto viene de mi experiencia con el enorme privilegio de poder elegir de qué trabajar, de poder dejarlo y tomarme el tiempo para mí, de incluso tener un trabajo”.

Y reconoce que las mujeres parten desde una situación más débil. “La desventaja para la elección de nuestros trabajos, la precarización de los mismos, las percepciones de tener que aguantar, cargar, agradecer incluso por tener un lugar en un espacio profesional, el tener que atravesar más barreras, más pruebas para demostrar nuestra valía, soportar más malos tratos, ninguneos”.

Pero es erróneo pensar que el burnout solo le afecta a la trabajadora. La empresa también sale perdiendo porque experimenta un fuerte nivel de abandono en la plantilla, la insatisfacción laboral que se va alimentando entre los trabajadores de tal manera que se produce una fuerte tensión entre ambos bandos y una pérdida de la motivación que se puede traducir en una caída de la productividad. Tanto empresa como trabajadora acaban ardiendo.

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