Inna Braverman: de sobrevivir a Chernóbil a crear energía con las olas

Su historia es la de una superviviente que convirtió un episodio traumático en motor de cambio. De una bebé sin aliento en Ucrania a una CEO en Nasdaq comprometida con el medio ambiente

En la costa de Jaffa, Israel, las olas rompen contra el malecón. Lo que para muchos es un simple espectáculo marino, para Inna Braverman es una central eléctrica en movimiento. Gracias a su visión, hoy “por primera vez en la historia de Israel, la energía de las olas está oficialmente conectada a la red eléctrica nacional. Las casas cerca del puerto de Jaffa pueden encender su televisor o la lavadora usando la fuerza de las olas”, afirma con orgullo. Y añade. “La energía de las olas por sí sola puede suministrar el doble de electricidad de la que el mundo produce actualmente”.

Un inicio marcado por la tragedia

La historia de Inna empieza muy lejos de las costas israelíes. Nació el 11 de abril de 1986 en Ucrania, y apenas dos semanas después, el reactor nuclear de Chernóbil explotó. El mayor desastre nuclear de la historia. “Fui una de las bebés que sufrió los efectos negativos de la explosión”, recuerda. Una mañana, su madre —enfermera de profesión— la encontró en la cuna, pálida, azul y sin respirar. Le practicó reanimación boca a boca y le salvó la vida.

“Crecí con la sensación de tener un propósito, de que recibí una segunda oportunidad”, dice. “Creo profundamente que la energía de las olas puede producir electricidad limpia para todo el mundo. Para mí es especialmente importante porque mi primera oportunidad de vida fue arrebatada por una forma no tan segura de producir electricidad”.

Cuando su familia emigró a Akko, en el norte de Israel, Inna nunca imaginó que acabaría liderando una empresa tecnológica. Estudió Ciencias Políticas y Literatura Inglesa en la Universidad de Haifa, con la intención de dedicarse a la política para “hacer algo bueno por la gente”. Pero al graduarse, no había políticos haciendo fila para incluirla en sus candidaturas. Terminó como traductora para una empresa de energías renovables, donde descubrió el mundo de la energía eólica, solar y marina.

Mientras que la solar y la eólica ya estaban consolidadas, la energía de las olas apenas estaba explorada. Según el World Energy Council, el potencial es tan grande que podría producir el doble de la electricidad que el planeta genera hoy. “Nadie lo estaba haciendo realidad, y yo sabía que podía lograrlo”, afirma.

En un evento social conoció a David Leb, un emprendedor que había observado durante años la fuerza de las olas desde un hotel para surfistas que poseía en Panamá. Ambos habían llegado por caminos distintos a la conclusión de que había que aprovechar esa energía. “Fue como un matrimonio empresarial perfecto”, recuerda Inna. Leb invirtió el primer millón de dólares en la empresa y así nació Eco Wave Power en 2011.

Una tecnología diferente

A diferencia de otros desarrollos que instalan costosos dispositivos mar adentro, Eco Wave Power diseñó un sistema de flotadores anclados a estructuras artificiales ya existentes—muelles, rompeolas, puertos—. Estos flotadores se elevan y descienden con las olas, transformando ese movimiento en electricidad. Además, en condiciones de tormenta se retraen para evitar daños.

Este enfoque terrestre reduce de forma drástica los costes de construcción, operación y mantenimiento, y facilita la conexión directa a la red eléctrica. El resultado: una energía limpia con un coste estimado de 42 euros por MWh, muy competitivo frente a otras renovables. “La tecnología es modular, escalable y puede adaptarse a distintos entornos sin perder eficiencia”, explica Braverman. Otro de los puntos fuertes del sistema es su bajo impacto ecológico. Al aprovechar infraestructuras ya construidas, evita dañar los ecosistemas marinos. “Convertimos estructuras que ya forman parte del paisaje costero en fuentes de electricidad limpia”, señala Inna. No es solo una innovación tecnológica, sino un ejemplo de desarrollo sostenible.

Los logros de Eco Wave Power han resonado en todo el mundo. En 2019, la ONU otorgó a la empresa el Premio de Acción Climática Global, describiéndola como “un ejemplo brillante de solución climática escalable y eficaz”. La compañía ha desarrollado proyectos en Israel, Suecia y Gibraltar (con financiación de la Unión Europea), y ha firmado acuerdos de gran escala en España y Portugal. En Mallorca, instalarán un sistema de 2 MW en Port Adriano para abastecer al puerto y su entorno, con una concesión de 20 años. En Portugal, planean un proyecto inicial de 1 MW en el Puerto de Leixões, primer paso hacia un acuerdo de 20 MW.

Del laboratorio al mar abierto

Los comienzos no fueron sencillos. Tras diseñar la tecnología junto a un equipo de ingenieros en Ucrania, realizaron pruebas en piscinas de olas en el Instituto Hidromecánico de Kiev. Con la aprobación del Ministerio de Energía de Israel, pasaron a pruebas reales en el puerto de Jaffa entre 2014 y 2020. Hoy, esa instalación ya está conectada a la red y demuestra que la energía de las olas no es solo un sueño experimental. En Estados Unidos, trabajan con AltaSea en el Puerto de Los Ángeles para implementar esta tecnología en la costa del Pacífico. Para Braverman, el potencial de las olas es “inmenso y en gran parte inexplorado”. Cerca del 40% de la población mundial vive a menos de 100 km de la costa, lo que facilita la instalación de este tipo de sistemas. “Nuestro objetivo no es solo alimentar hogares y empresas, sino impulsar un cambio global en la forma en que pensamos y usamos la energía”, asegura.

El camino, sin embargo, no está libre de desafíos. La regulación y la integración en mercados energéticos requieren apoyo político y visión a largo plazo. Pero Inna es optimista. “Si sobreviví a Chernóbil, puedo enfrentar cualquier reto. Solo necesitamos voluntad para que la energía de las olas se convierta en una fuente principal de electricidad limpia”.

La historia de Inna Braverman es la de una superviviente que convirtió un episodio traumático en motor de cambio. De una bebé sin aliento en Ucrania a una CEO en Nasdaq comprometida con el medio ambiente. La belleza del movimiento de las olas que tanta energía nos transmite, es para Inna el futuro de las renovables. “Es una oportunidad energética inagotable impulsada por el ritmo constante de nuestros océanos” termina diciendo.