Hace años podríamos pensar que el sentido del humor era exclusivo de los hombres si nos fijábamos en los humoristas que copaban los escenarios. Pero las mujeres han ido conquistando esos espacios y demostrando que la comedia no entiende de género. Isabel Rey levanta el telón con Diva de barrio, un espectáculo en el Teatro Arlequín de Madrid en el que celebra la risa como lenguaje común. Su comedia nace de la gente corriente, de los códigos de la clase trabajadora que conoce de cerca. Pero, sobre todo, surge de una convicción: que el humor no tiene etiquetas.
“No creo que haya un humor femenino o masculino. Para mí, el humor es humor. Lo que cambia son las personas que lo hacen, sus vivencias, su forma de mirar el mundo. Al final, cada cómico o cómica habla desde su experiencia, y eso es lo que hace que cada humor sea diferente, no el género”.

Rey se mueve sobre el escenario interactuando con el público en una mezcla de improvisación y buen rollo. Es lo que se conoce como crowdwork: el arte de conectar en directo con quienes asisten al show. “Eso es suerte: no siempre la persona a la que preguntas te cuenta algo interesante o divertido. Ahí está la gracia del crowdwork: saber reaccionar rápido y resolver la situación con humor. A veces te toca alguien muy soso, otras te sale oro, pero lo importante es mantener la conexión con el público y que todos se rían, incluso el que ha participado”.
Para Isabel, esa conexión es una cuestión de energía. “Nunca nadie se ha ofendido en el escenario. Me encargo de crear una energía bonita para que todos podamos ser libres por un ratito, dejar los prejuicios a un lado y reírnos absolutamente de todo”.
Lucha por la igualdad en la comedia
Rey pertenece a una generación joven de cómicas que no ha necesitado abrir el camino como sus predecesoras. En ese sentido, se siente una afortunada. “Sinceramente, he tenido mucha suerte, porque cuando yo empecé ya había muchas compañeras que habían peleado por esa igualdad. Gracias a ellas, yo no he tenido ningún problema. Al contrario, mis compañeros de comedia son mis amigos y me han ayudado un montón”.

Para Isabel, el humor tampoco entiende de clases sociales. “El sentido del humor no tiene clase social. El cómico hablará desde su experiencia, por ejemplo, en el barrio de Carabanchel o en el barrio Salamanca de Madrid. Cada público se ríe con lo que le resulta cercano o con lo que le sorprende. Pero la risa, en el fondo, es universal: nos iguala a todos, vengamos de donde vengamos”.
Humor: remedio contra los problemas
Esa universalidad convierte su comedia en un espacio de encuentro, un paréntesis de risas frente a los problemas cotidianos. “El humor es esencial para sobrevivir en este mundo tan complejo en el que vivimos. Para mí, la mejor decisión que tomé fue aprender a traducir todo al código del humor. Es mi forma de resistir, de transformar lo difícil en algo que se pueda mirar con luz, aunque sea una pequeña. Porque cuando te ríes, incluso de lo duro, algo dentro se libera”.
También tiene sus líneas rojas. El humor de Isabel Rey no se sumerge en el terreno ideológico. “No me meto jamás en temas políticos, primero porque no me gustan y segundo porque no considero que tenga el conocimiento suficiente como para opinar con propiedad. Para todo lo demás… sin filtros, siempre con respeto en todos los temas, por supuesto. ¡Vamos niño! ¡Vamos loco!”.

Lo suyo no es un humor que busque polémica, sino complicidad. Y que el espectador se vaya cargado de buena energía cuando se baje el telón. “Me gustaría que se llevaran lo mismo que se llevan a día de hoy: una sonrisa de oreja a oreja, dolor de tripa de tanto reír y la cabeza un poco más ligera. Que por un rato se evadan de la realidad y se metan conmigo en mis historias. Y si además salen siendo un poco más tolerantes, con más ganas de disfrutar la vida y con ese sentido del humor que antes parecía más libre… ¡entonces ya sería la leche!”.
Diva de barrio es la celebración del humor como espacio común y una terapia fundamental en tiempos de crispación. La risa como medicina ante los problemas cotidianos.


