“Que me conste a mí, desde luego que no”. Pedro Sánchez respondió con esta socorrida fórmula cuando le preguntaron recientemente en el Senado si Leire Díez, la llamada fontanera del PSOE, había recibido algún encargo de su partido. Querían confirmar los senadores si Díez había recibido instrucciones de Ferraz para reunir material comprometedor de mandos de la Guardia Civil y de fiscales. A Sánchez no le consta.
La fontanera —”ni fontanera ni cobarde”, según insiste— también niega actuar a las órdenes del PSOE, aunque las conversaciones que le han interceptado sugieren lo contrario. Poniendo por delante que era una emisaria del PSOE, Leire Díez logró citarse con dos fiscales (Grinda y Stampa), con un industrial detenido por fraude en la venta de hidrocarburos (Hamlyn) y también con un comandante de la Guardia Civil (Rubén Villalba).
A todos ellos los trató de sobornar de una u otra manera, fuera prometiendo favores judiciales en procesos que les afectaban o bien ofreciendo ascensos en su carrera profesional. Siempre a cambio, claro, de que colaboraran con su máquina del fango para embarrar a mandos de la UCO como el teniente coronel Antonio Balas (al frente de investigaciones sobre las corruptelas socialistas) o se prestaran a aclarar detalles sobre quién manejaba información de las saunas del suegro de Pedro Sánchez.
Leire y el comandante Villalba
El contacto que mantuvo con Rubén Villalba fue singular por varios motivos: porque Leire Díez insistió en que tenía “acceso al 1” —fórmula que repetía para referirse a la secretaría general del PSOE y a la presidencia del Gobierno—, porque desde el comienzo dejó claro su interés en obtener información sensible para “invalidar” las causas judiciales que afectan al Partido Socialista y también porque le pidió que cambiara de abogado para así asumir ella la estrategia de defensa suya, así como la de José Luis Ábalos y Koldo García.

(En este punto hay que recordar que el comandante Villalba está siendo investigado por su posible implicación en una presunta trama de corrupción que propició el enriquecimiento ilícito durante la pandemia de más de 20 individuos a través de adjudicaciones de mascarillas).
Ábalos, Koldo y el inspector Eladio
La insistencia a Villalba en que cambiara de abogado y las críticas al inspector Eladio —que es, según Leire Díez, quien ha marcado la estrategia de defensa a seguir al ministro Ábalos— disgustan a la fontanera, que quiere invertir esta circunstancia. Este comandante de la Guardia Civil llegó que ya ha conseguido que Koldo se aleje del citado inspector (y asesor) Eladio porque es lo que interesa al PSOE.
A lo largo de esta conversación, se arrogó incluso la capacidad de dictar la estrategia de defensa de los cargos socialistas investigados por la Justicia. Todo ello ha derivado en un pretendido ajuste de cuentas en los tribunales, puesto que tanto Ábalos como Koldo han presentado un escrito a la Justicia para presentarse como acusación particular contra Leire Díez al advertir “una red de injerencias y filtraciones orientadas a condicionar actuaciones judiciales y policiales”, lo cual entienden se hizo con el propósito de “dirigir una operación de inteligencia” que “afecta directamente al derecho de defensa”.
Las acusaciones de Gª Castellón y Aldama
Cabe recordar que el juez que investiga el caso Leire Díez ya aceptó que el magistrado jubilado Manuel García Castellón y el empresario Víctor de Aldama, presunto conseguidor del caso Koldo, ejerzan como acusaciones particulares contra la fontanera, ya que entiende que pudieron ser “víctimas o perjudicados” (también buscó munición contra ellos).


