El derecho a una vivienda digna está recogido en nuestra Constitución y protegerlo implica garantizar las condiciones básicas para vivir, crear un hogar y formar una familia. Pero no todo vale.
La vivienda es un indicador clave en la medición de la pobreza, tanto en términos de coste económico como de calidad y servicios que afectan a la salud, la educación y la estabilidad. Lo que encontramos en España es que sube el precio y se reducen los metros. Se construye cada vez más pequeño y entre las arriesgadas propuestas que se citan están las casas unipersonales.
¿Acabaremos en “jaulas”, como en Hong Kong?
Si vamos reduciendo, acabaremos como en Hong Kong. En esta ciudad, una de las más ricas del mundo, más de 200.000 personas viven en casas “ataúd”, cubículos de poco más de un metro cuadrado en los que difícilmente uno se puede poner en pie o estirar las piernas. Son auténticas jaulas de cuyas paredes y techos cuelgan ganchos y barreras metálicas para colgar objetos personales. ¿Es la solución que queremos para España? En el mercado inmobiliario hay algunas así y con precios prohibitivos.
No daremos ideas, pero estos nichos chinos surgieron de una manera ilegal en algunos edificios de apartamentos. Ante la demanda de vivienda, los propietarios decidieron derribar paredes y construir estas unidades habitacionales con cocina y baños compartidos. Es fácil imaginar las condiciones higiénicas y los problemas de salud física y mental.
España tiene cada vez más hogares hacinados. Según Eurostat, se entiende como tal aquel que no dispone de una habitación por pareja, para cada inquilino mayor de 18 años o por cada dos jóvenes del mismo sexo de entre 12 y 17 años. La tasa no ha parado de crecer en los últimos años. Si en 2010 la tasa de hacinamiento estaba en el 5%, en 2020 había ascendido al 7,6% y el año pasado se situaba en 9,1%, que equivale a 4,4 millones de personas.

Tendencias demográficas
En España hay 5.671.919 de viviendas en las que viven dos personas y 5.541.399 de un único miembro, según la Estadística Continua de Población (ECP) del Instituto Nacional de Estadística, publicada en julio de 2025. Esta escasa diferencia de apenas 100.000 viviendas permite intuir que, siguiendo la tendencia actual, las casas unipersonales pronto se situarán en cabeza.
El estudio muestra cómo esa mayoría de hogares de dos miembros puede deberse a “la salida de los hijos de una vivienda familiar”, pero también la decisión de muchas parejas de no tener hijos, precisamente por la falta de un espacio que garantice intimidad, seguridad y bienestar y donde cada uno pueda desarrollar su personalidad. Cualquiera que sea el tipo de convivencia o el número de personas que lo habitan, el espacio es esencial para una mínima calidad de vida y una convivencia respetuosa. Una casa es para vivirla. La reducción se contradice, por otra parte, con la tendencia del teletrabajo. Una de cada diez personas trabaja telemáticamente.
En Madrid, 4.943 euros por metro cuadrado
Un piso de segunda mano de 80 metros cuadrados cuesta 395.000 euros en Madrid, 217.000 euros más que en 2015. Significa un encarecimiento del 121,5% en una década. El precio medio es de 4.943 euros/m2, según los datos del Índice Inmobiliario Fotocasa. El fenómeno se repite en toda España. En Valencia, Andalucía, Asturias y Murcia, la vivienda ha experimentado una subida por encima del 20% en solo un año.

Baleares es la comunidad autónoma con el precio del metro cuadrado más caro: 5.168 euros/m2. Le siguen, Madrid con 4.943 euros/m2 y País Vasco con 3.540 euros/m2. Castilla y León con 1.626 euros/m2, Extremadura con 1.269 euros/m2 y Castilla-La Mancha con 1.263 euros/m2 son las regiones más baratas.
Madrid cuenta con tres distritos por encima de los 8.000 euros: Barrio de Salamanca con 10.487 euros/m2, Chamberí con 8.931 euros/m2 y Retiro con 8.707 euros/m2. Incluso los más baratos, como Puentes de Vallecas, con 2.850 euros/m2, y Usera con 2.985 euros/m2, son inaccesibles.
Hipotecas de hasta 30 años
La mayoría de los padres del baby boom, en los años 60, pagaban su vivienda en 8 o 10 años. Los intereses bancarios eran altos, incluso por encima del 10% anual, pero hubo políticas de vivienda social y planes de construcción masiva. Las familias destinaban una parte menor de sus ingresos a la vivienda.
Actualmente, el alquiler supone el 47% del salario bruto y, de media, los hogares dedican más del 39% de sus ingresos al pago de la vivienda (incluyendo hipotecas y alquileres). El esfuerzo financiero supera el 30% recomendado por expertos y el Banco de España.
En la década de 2000, el periodo de amortización de una hipoteca media oscilaba entre 23 y 24 años, aunque el esfuerzo o salario bruto dedicado era menor que en la actualidad. La tendencia es agotar el periodo máximo de 30 años. En ciudades como Madrid y Barcelona supone un esfuerzo de más de nueve años de salario bruto. La exigencia sigue una lógica macabra: apretarnos el cinturón mientras encogen las viviendas.


