La gripe aviar vuelve a situarse en el centro del debate europeo tras un repunte de casos que inquieta a científicos, ganaderos y autoridades sanitarias. La investigadora Ursula Höfle, del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC-CSIC), advierte en La Vanguardia que la situación en España “no es buena” y que podría empeorar con la bajada de temperaturas y la llegada tardía de miles de aves migratorias. Este patrón, habitual en otoño, se ha retrasado por las temperaturas anormalmente altas. Eso ha comprimido los movimientos migratorios y aumentado el riesgo de nuevas introducciones del virus.
El H5N1, variante responsable de la actual ola de gripe aviar, es especialmente preocupante por su elevada capacidad de contagio y mortalidad en aves silvestres. A diferencia de otros subtipos, provoca mortandades masivas que ya se han registrado en países como Alemania, donde se han encontrado centenares de grullas muertas.
Un virus que se desplaza con las migraciones y que encuentra terreno propicio
El avance de la gripe aviar está directamente vinculado al comportamiento de las aves silvestres. El virus se transmite por contacto directo con heces, secreciones o plumas contaminadas, y aunque no se propaga por el aire, el hacinamiento natural de las aves en sus rutas migratorias facilita su expansión.

Höfle destaca que la decisión del Gobierno de confinar temporalmente a las aves domésticas es “correcta y necesaria” para frenar el riesgo de contagio desde la fauna salvaje. La gripe aviar puede adherirse a botas, vehículos o utensilios procedentes de humedales. Esto obliga a extremar las medidas de bioseguridad tanto en explotaciones comerciales como en pequeños corrales.
El impacto en las granjas y un dato clave: millones de huevos menos
El sector avícola es el que más directamente está sintiendo los efectos de la gripe aviar. España cuenta con 47,8 millones de gallinas ponedoras, de las cuales cerca del 12 % viven al aire libre y han tenido que ser confinadas. Además, los sacrificios para contener brotes han superado los dos millones de aves, lo que representa alrededor del 4 % del censo total.
La consecuencia inmediata de la gripe aviar es una caída drástica en la producción. Cada gallina comercial produce unos 0,75 huevos al día, por lo que el sacrificio de aves supone una pérdida aproximada de 1,5 millones de huevos diarios. Este descenso, unido a otros factores como los costes de alimentación y energía, ya se refleja en el IPC: el huevo registra un encarecimiento del 22,5 % interanual.
Y aunque es pronto para medir el impacto exacto, los expertos advierten de que esta ola de gripe aviar puede tensionar aún más un mercado sensible a cualquier reducción de producción.
No solo es el sacrificio: el verdadero problema es el tiempo
Uno de los aspectos menos visibles de la gripe aviar es el tiempo que necesita una granja para recuperarse. Los productores recuerdan que, después de un sacrificio masivo, la explotación requiere de 6 a 8 meses para volver a su actividad normal. Los seguros y las ayudas pueden cubrir parte del daño económico, pero no aceleran la recuperación operativa ni la reposición de animales.

Este retraso en la capacidad productiva, combinado con las restricciones de bioseguridad, genera un efecto prolongado en el mercado del huevo. La gripe aviar altera así no solo la oferta inmediata, sino también la estabilidad futura de la cadena.
¿Existe riesgo para las personas?
Los expertos insisten en que el riesgo para humanos por gripe aviar es “muy bajo”. La infección requiere una exposición prolongada a ambientes contaminados con aves enfermas o sus excrementos. Además, no hay evidencia científica de que el virus se transmita por el consumo de carne o huevos correctamente cocinados.
La prioridad, subraya Höfle en La Vanguardia, es evitar el contacto entre aves domésticas y silvestres, reforzar la vigilancia epidemiológica y mantener estrictas medidas de bioseguridad. La gripe aviar sigue siendo, sobre todo, una enfermedad devastadora para la fauna y para el sector avícola. Pero no una amenaza directa para el consumidor.
Con el invierno a la vuelta de la esquina y los movimientos migratorios en pleno apogeo, Europa mira con preocupación una pregunta clave: ¿volverá la gripe aviar a tensionar el precio del huevo y otros productos básicos? Todo apunta a que el riesgo es real.


