Un inversor todavía anónimo ha salvado del cierre a la legendaria firma italiana de lencería de lujo La Perla.
El ministro de Empresas y `Made in Italy`, Adolfo Urso, ha adelantado la feliz noticia, y ha anunciado que el nuevo o nueva propietaria será presentada el 10 de junio pero que ya se trabaja para mantener los empleos de más de 200 trabajadores y poner en marcha un nuevo plan industrial conservando su mítica fábrica en la ciudad de Bolonia.
Un movimiento empresarial que recupera la historia de una empresa de ADN femenino, no solo por sus clientes sino porque fue una mujer, la italiana Ada Masotti, la que fundó la casa en 1954 en un pequeño taller de la ciudad de las torres medievales. Fueron los años sesenta un periodo de expansión con diseños únicos realizados con materiales de primera calidad como si fueran joyas, como perlas. Aunque también se cuenta que la fundadora adoptó el nombre de La Perla porque sus creaciones estaban encerradas en cajas revestidas de terciopelo rojas como si fueran conchas del mar. Una de las técnicas que desarrolló la visionaria de Ada fue el entramado del macramé, con el que refinó sus bordados sobre una base textil y le permitió que las prendas fueran más vaporosas y transparentes.
Fueron los años dorados de una empresa ligada al lujo, de la corsetería más valiosa y cara que existía en el mercado con el plus que siempre adquiere ser diseño 100% italiano y que con el paso de los años también se sumó a la moda de baño gracias a la visión de su hijo, que se hizo cargo de la empresa en las décadas posteriores.
Pero como todas las historias de las casas de moda legendarias, ha pasado por muchos altibajos hasta rozar la desaparición. El negocio fue dirigido por la familia fundadora hasta el año 2008, que pasó a manos del grupo de capital riesgo JH Partners y otros grupos empresariales que han sumido a la marca en números rojos y pérdidas millonarias que todavía son más profundas desde la pandemia.
Eran años difíciles, en plena crisis financiera, cuando los clientes parecían ya no estar dispuestos a gastar grandes cantidades de dinero en ropa interior, que no se podía enseñar, lo que repercutió en las ventas y en unos números rojos de 45 millones de euros. Desde entonces, La Perla no ha remontado el vuelo.
La empresa se vio obligada al cierre de tiendas e incluso a paralizar la producción por completo durante diez meses en 2023, con una deuda fiscal de 3,2 millones de euros para evitar su cierre definitivo. Una situación que se agravó por la falta de financiación por parte de Tennor Holding, propiedad del empresario alemán Lars Windhorst, que adquirió la marca en 2018 y la escasez de recursos que afectó a las tres principales divisiones del grupo: su sede en Londres, la planta de producción y la red comercial en Italia.
“Estamos listos para asignar La Perla a un sujeto unitario que ha mostrado interés por la marca, la planta productiva y los trabajadores, presentando un proyecto concreto para su relanzamiento”, destacó Urso, que también reconoció “el compromiso de las trabajadoras que siempre creyeron en la recuperación” y que se encuentran en un ERTE parcial a la espera de encontrar el milagro que se ha producido.
Ojeando sus diseños a lo largo de las décadas, podemos observar cómo ha ido evolucionando la moda de la ropa interior. En los años sesenta, los sujetadores eran de colores vibrantes para una generación de jóvenes que buscaba un estilo fresco y poco convencional con nuevos iconos de moda como Brigitte Bardot o las esbeltas Twiggy y Jean Shrimpton.
En los años setenta, la corsetería se convirtió en una forma de expresión por la libertad sexual y el compromiso con los derechos de las mujeres. La Perla avanzó en diseños más ligeros, cómodos y holgados y dio paso a la década de los ochenta, donde la moda femenina abrazó los extremos, con trajes de día para la nueva mujer profesional y. ropa extravagante para la noche. No son simples sujetadores, es la historia reciente de la moda interior femenina que ya cuenta con un nuevo inversor para vestir a las próximas generaciones de mujeres.