Si hay un país con deudas pendientes en igualdad de género ese es sin lugar a dudas Japón. En el país nipón el liderazgo empresarial sigue siendo mayoritariamente masculino y las mujeres enfrentan una de las tasas más bajas de representación directiva dentro del mundo desarrollado. Por ese motivo, el nombramiento de Mitsuko Tottori como presidenta de Japan Airlines marca un hito histórico. No solo es la primera mujer en encabezar la aerolínea más importante de Japón, sino que su trayectoria rompe con todos los moldes de lo que se espera en la élite empresarial japonesa. De haber comenzado su carrera como azafata en 1985, con apenas 20 años, pasó a ocupar el máximo cargo de la compañía casi cuatro décadas después.
Una carrera que comenzó en los pasillos de un avión
Mitsuko Tottori nació en 1964 y se graduó en la Universidad para Mujeres Kwassui en Nagasaki, un centro pequeño y mucho menos prestigioso que la élite académica japonesa, dominada por universidades como Tokio o Keio. En 1985 ingresó como tripulante de cabina en Toa Domestic Airlines, que poco después pasaría a formar parte de Japan Airlines (JAL). Para una joven de provincia, entrar a formar parte de la plantilla de la mayor aerolínea del país ya era un logro. Sin embargo, nadie imaginaba que aquella azafata acabaría escribiendo uno de los capítulos más importantes de la historia empresarial aeronáutica japonesa.

Ese mismo año, apenas unos meses después de incorporarse, JAL sufrió el peor accidente aéreo de aviación comercial. Un Boeing 747 se estrelló contra una montaña al norte de Tokio. En aquel accidente murieron 520 personas. El desastre marcó profundamente a la compañía y también a Tottori, que siempre ha señalado que esa tragedia definió su sentido de responsabilidad frente a la seguridad aérea. “Nuestra industria no puede existir sin seguridad. Esa ha sido siempre mi prioridad y mi guía”, declaró recientemente. Desde entonces, cada paso de su carrera ha estado marcada por esa convicción.
Ascenso en un mundo de hombres
Durante las siguientes décadas, Tottori pasó de atender pasajeros a liderar equipos de tripulación. En 2015 fue nombrada directora sénior de auxiliares de cabina, y poco después asumió cargos estratégicos en la gestión de la seguridad y la experiencia del cliente. En 2020, en plena pandemia de Covid-19, lideró operaciones para mantener los vuelos seguros en tiempos críticos lo que le valió reconocimiento dentro y fuera de la compañía.
En 2023 entró al consejo de administración de JAL como vicepresidenta sénior de experiencia del cliente, y un año después, en 2024, la compañía anunció su nombramiento como presidenta y directora ejecutiva convirtiéndose en la primera mujer en ocupar la presidencia de Japan Airlines en sus casi 75 años de historia.
Una “molécula alienígena” en el mundo corporativo japonés
Su ascenso ha sido descrito por la prensa japonesa como el de una “molécula alienígena”, un cuerpo extraño en un sistema dominado por hombres con trayectorias académicas impecables en las mejores universidades del país. De los diez últimos presidentes de JAL, siete procedían de la Universidad de Tokio, la institución más prestigiosa de Japón. Tottori, en cambio, llegó desde un colegio universitario para mujeres, con un perfil que en otro contexto habría pasado desapercibido.

Este contraste ha generado sorpresa y admiración a partes iguales. Para algunos, su ascenso representa una ruptura con la tradición de élites cerradas; para otros, es la demostración de que la experiencia de campo y la cercanía con los pasajeros pueden ser tan valiosas como un título en una universidad de renombre. La propia aerolínea destacó en un comunicado que Tottori fue promovida gracias a su “alto nivel de conocimiento y experiencia en operaciones seguras de vuelo y servicio al cliente”.
El peso de la seguridad en su liderazgo
Si algo distingue a Tottori es su obsesión por la seguridad aérea. Desde aquel fatídico accidente de 1985, ha insistido en que todos los empleados de la compañía deben aprender de la tragedia. En el Safety Promotion Center de JAL, es obligatorio que los trabajadores vean los restos del avión accidentado y escuchen testimonios de familiares de víctimas, una práctica que ella considera esencial para mantener viva la conciencia sobre la responsabilidad que implica volar.
Esa filosofía quedó en evidencia en enero de 2024, cuando un avión de JAL colisionó en la pista del aeropuerto de Haneda con una aeronave de la Guardia Costera. A pesar del fuego y la destrucción, los 379 pasajeros y tripulantes de JAL fueron evacuados sin pérdidas humanas, en lo que expertos calificaron como una evacuación “milagrosa”. Cinco de los seis ocupantes de la aeronave de la Guardia Costera fallecieron. Para Tottori, aquella respuesta rápida y efectiva fue prueba de que la cultura de seguridad que la compañía ha construido funciona incluso bajo la presión más extrema.
El nombramiento de Tottori también expone la brecha de género en Japón. Según la OCDE, el país ocupa el último lugar entre sus miembros en representación femenina en cargos directivos: solo el 13,2% de los puestos son ocupados por mujeres. En comparación, en países europeos como Francia o Noruega la cifra supera el 30%.

El gobierno japonés se ha fijado como meta que para 2030 un tercio de los cargos de liderazgo en las grandes empresas estén en manos de mujeres. Sin embargo, no logró su objetivo anterior de 2020 y ahora ha instado a las compañías a tener al menos una mujer ejecutiva para 2025. En ese contexto, Tottori se convierte en un referente y en una excepción. Con ella, Japan Airlines entra en el reducido grupo de menos del 1% de grandes compañías japonesas dirigidas por una mujer.
Inspiración para las nuevas generaciones
Lejos de presentarse como un símbolo aislado, Tottori ha dicho que espera que su nombramiento inspire a otras mujeres a dar el siguiente paso en sus carreras. “Espero que Japón se convierta pronto en un lugar donde la gente no se sorprenda cuando una mujer llega a la presidencia”. Para ella, lo más importante no es solo aumentar el número de mujeres en la cúpula de las empresas, sino lograr que las propias mujeres sientan la confianza de aspirar a esos cargos.
Su historia coincide además con una tendencia global. A finales de 2022, solo 12 de las 100 principales aerolíneas del mundo eran dirigidas por mujeres, entre ellas Marjan Rintel en KLM, Annette Mann en Austrian Airlines y Lynne Embleton en Aer Lingus. En 2024, Joanna Geraghty fue nombrada directora ejecutiva de JetBlue Airways, convirtiéndose en la primera mujer en liderar una gran aerolínea en Estados Unidos. Ahora, Japón se suma a esa corta pero creciente lista con el ascenso de Mitsuko Tottori.
Un símbolo inesperado
Tottori hereda una aerolínea que ha pasado por turbulencias económicas. Desde la crisis financiera de 2010 que obligó a JAL a declararse en bancarrota y ser rescatada por el gobierno, hasta la pandemia, que golpeó duramente a la industria. A esto se suman los desafíos actuales como la competencia global, el impacto medioambiental y la necesidad de formar a nuevas generaciones de personal en un sector que enfrenta escasez de mano de obra. “Los problemas que enfrenta la aviación son demasiado grandes para que una sola empresa los resuelva. Necesitamos trabajar juntos en medidas medioambientales, como el uso de combustibles sostenibles, y en el desarrollo del talento humano”, ha dicho Tottori.

Cuando Mitsuko se enfundó por primera vez el uniforme de azafata en 1985, no podía imaginar que casi 40 años después estaría al mando de la compañía. En un país donde el camino hacia la igualdad de género avanza con lentitud, Tottori se ha convertido en símbolo de lo posible. Su legado apenas comienza, pero ya inspira a miles de mujeres a mirar más alto, a creer que incluso desde los pasillos de un avión se puede volar hasta el cielo corporativo.