Que no nos cieguen los números. Hay más mujeres trabajando, medio millón más de trabajadoras en el mercado laboral desde el año 2021, tras la pandemia. Pero la letra pequeña sigue siendo la misma. Gracias a la reforma laboral, las subidas del salario mínimo, los escudos sociales como los ertes, muchas cosas han cambiado para bien para las mujeres en España. Se ha sobrepasado la barrera de los 11 millones de afiliadas a la Seguridad Social, pero copan los empleos más precarios, la parcialidad, la temporalidad y los salarios más bajos. Tres expertas en la materia hacen una radiografía de la situación de la mujer en el mercado laboral español. Se ha avanzado mucho, pero faltan conquistas.
Carolina Vidal es secretaria confederal de Mujeres, Igualdad y Condiciones de Trabajo de CC.OO. “De total de personas registradas en el paro, son mujeres el 60,2%, lo que supone un millón y medio. Todavía hay brechas muy grandes, no avanza con la perspectiva de género que quisiéramos. La brecha de actividad entre hombres y mujeres sigue estando en los 10 puntos. En el último año, donde más se ha creado empleo para la mujer ha sido en el sector servicios. Nueve de cada diez mujeres que han encontrado empleo en los últimos doce meses ha sido en el sector servicios, el 88,63%. La clave es encontrar cuál es el motivo y es por una cuestión clara: porque tienen que cuidar a hijos y mayores. No hay recursos para los cuidados”.
Ha aumentado el empleo indefinido para las mujeres, pero, en este caso, también hay truco. La brecha con los hombres sigue siendo enorme, en los 15 puntos, porque la precariedad está instalada en el empleo de la mujer. “Es que la temporalidad sigue siendo mantenida por las mujeres. Se ha reducido en casi todos los sectores privados, pero no en el sector público, en sanidad y enseñanza, y toda esa temporalidad la absorben las mujeres. En el 2015, del total de mujeres trabajadoras, el 91% eran temporales. Hoy ha descendido en 30 puntos”.
Seguimos cobrando menos que ellos, con una diferencia media de salarios de 4.854 euros anuales. Y otro dato escalofriante: una de cada cuatro mujeres que trabaja gana igual o menos que el salario mínimo. Esto son 1.184 euros al mes en catorce pagas.
Contratos parciales: la mayor brecha
Pero la brecha más grande se encuentra en la parcialidad, con 18 puntos de diferencia. “Si trabajáramos las mismas horas que trabajan ellos, se reduciría un 64%. Este dato es brutal y las razones son varias: porque las mujeres no tenemos tiempo para trabajar más porque tenemos que cuidar, en segundo lugar porque los contratos a tiempo parcial son precarios y donde hay precariedad es donde estamos nosotras como la limpieza y la ayuda a domicilio y porque se nos paga menos porque se nos considera que nuestros trabajos tienen menos valor”.
El problema de los trabajos de baja cualificación
María José Bordetas es consultora de la Fundación Adecco. Asesora y acompaña a mujeres en situación de vulnerabilidad, sobre todo migrantes, para que encuentren un empleo. “Las mujeres a las que ayudamos tienen una doble vulnerabilidad: ser mujer y ser migrantes, que no tienen una red de apoyo. Ellas nos constatan que sienten que el empleador tiene desconfianza sobre sus competencias, sobre su experiencia laboral, que creen que en sus países de origen trabajan más despacio, a otro ritmo… Y detectamos que es cierto que son mujeres que vienen con titulaciones universitarias y aquí, es muy difícil homologar el título, pero es que en ocasiones no tiene ningún valor.
Hay mujeres venezolanas, por ejemplo ingenieras, que pueden tardar cinco años en homologar el título, así que acaban trabajando de reponedoras, de limpieza, en puestos de trabajo de baja cualificación. Hay muchos trabajos en los que no quieren trabajar las mujeres como en hostelería, restauración, camareras de piso o residencias”. A veces por la falta de reconocimiento de su experiencia laboral del pasado, gente que ha tenido un negocio y cuando llegan aquí esa experiencia le cuesta mucho que se reconozca”.
Cuando hablamos de trabajos de baja cualificación, esos empleos en el 99% están ligados a empleos parciales, de 20 horas semanales, que dan para pagar una habitación para vivir con sus hijos. También hay muchas madres solteras que tienen el peso de los hijos. “Son medias jornadas y muy temporales, sustituciones o empleos por temporada como reposición, que las contratan tres meses y no las vuelven a contratar”.
Más empleo, pero no de calidad
Lola Navarro, vicesecretaria general de UGT, recuerda lo difícil que es salir de la marcada desigualdad laboral de la mujer. “A pesar del incremento del empleo femenino, seguimos siendo las más afectadas por el paro. Porque el aumento de la ocupación de las mujeres se concentra en sectores más precarios, feminizados y con peores condiciones laborales, como la hostelería, los cuidados o los servicios administrativos. Estos sectores, además, son más vulnerables a las crisis económicas y a la temporalidad. Aunque estamos cada vez más presentes en el mercado laboral, esto no se traduce automáticamente en estabilidad ni en igualdad de oportunidades”. Las estadísticas hablan de más empleos para la mujer, pero no de calidad.
Otro elemento clave es la persistente falta de corresponsabilidad. A pesar de los avances legislativos, como la equiparación de los permisos por nacimiento o la obligatoriedad de los planes de igualdad, “el reparto desigual del tiempo de cuidados sigue impactando directamente en nuestras trayectorias laborales. Las mujeres dedicamos una media de casi siete horas diarias a los cuidados, frente a las cuatro horas que destinan los hombres”. Y mujeres que no figuran como demandantes de empleo. “En 2024, el 87,07% de las personas inactivas por dedicarse a labores del hogar eran mujeres, lo que refleja hasta qué punto la falta de corresponsabilidad limita nuestro acceso al empleo y perpetúa la desigualdad desde fuera del mercado laboral formal. Necesitamos políticas que vayan más allá del empleo cuantitativo y apuesten por la calidad, la corresponsabilidad en los cuidados, y la erradicación de la discriminación estructural que aún sufrimos”. Mucho por hacer todavía para la igualdad efectiva en el ámbito laboral.