El incendio de Jarilla cumple ya nueve días y sigue sin estar controlado. Lo que comenzó presuntamente por un rayo se ha convertido en uno de los peores desastres medioambientales de los últimos años en Extremadura. Con 15.600 hectáreas arrasadas en un radio de 164 kilómetros, las llamas avanzan en dos frentes: uno hacia Salamanca y otro hacia el Jerte, en dirección a Tornavacas, que es la zona que más preocupa a las autoridades.
Aunque ya no quedan pueblos confinados, continúan evacuadas las 80 casas de la zona periurbana de Hervás y varias viviendas aisladas de Jerte, Navaconcejo, Tornavacas y Cabezuela del Valle. El temor en la comarca es que el fuego se adentre en pleno corazón del valle, un enclave natural de enorme valor ecológico y turístico.
Los focos activos y la amenaza en el valle del Jerte
La prioridad de los equipos de emergencia es contener el frente que avanza hacia el norte, camino de Salamanca, y el que amenaza al valle del Jerte, donde las condiciones orográficas complican la actuación de los medios aéreos. La zona de Tornavacas, con pendientes escarpadas y bosques densos, es la más delicada en este momento.
El incendio de Jarilla ha generado una densa columna de humo visible desde decenas de kilómetros, lo que da cuenta de su magnitud. A pesar de los esfuerzos, las rachas de viento y las altas temperaturas juegan en contra de los equipos de extinción, dificultando cualquier avance.

Más de 500 efectivos trabajan contra el incendio de Jarilla, en uno de los mayores despliegues realizados en la región. Sobre el terreno operan 24 unidades de bomberos forestales, 26 medios aéreos, siete equipos de maquinaria pesada, agentes y técnicos de la Junta de Extremadura. Además de recursos de la Diputación de Cáceres.
A este operativo se suman militares de la UME, personal del Miteco, Guardia Civil, Cruz Roja y Protección Civil, junto a refuerzos llegados desde seis comunidades autónomas. Incluso bomberos procedentes de Eslovaquia y Alemania colaboran en las labores, un ejemplo de la dimensión del desastre. El valle del Jerte observa con angustia cómo las llamas amenazan sus bosques, cerezos y recursos turísticos.
El papel del CECOPI y la coordinación
El consejero de Presidencia, Abel Bautista, ofrecerá a lo largo de la mañana la última actualización tras la reunión del CECOPI (Centro de Coordinación Operativa Integrado). Este órgano dirige las labores de coordinación para asegurar que los medios desplegados en el incendio de Jarilla actúan de forma conjunta y eficaz.
La magnitud de la emergencia ha obligado a mantener una comunicación constante entre las autoridades autonómicas, la administración central y las entidades locales del valle del Jerte, donde alcaldes y vecinos temen que el fuego arrase un patrimonio natural único.

Aunque la mayoría de los pueblos del valle han podido recuperar cierta normalidad tras el fin de los confinamientos, el miedo sigue presente en lugares como Jerte, Tornavacas o Navaconcejo. Los vecinos de varias casas aisladas permanecen evacuados y, pese a que algunos intentan regresar para salvar pertenencias o animales, las autoridades insisten en el riesgo de permanecer cerca de las llamas.
La incertidumbre pesa sobre la población. El incendio de Jarilla no solo pone en jaque a los bosques y cerezales que caracterizan la comarca. También amenaza la economía basada en el turismo rural y agrícola. La temporada del cerezo, orgullo del valle del Jerte, se ve ahora ensombrecida por una tragedia que marcará a varias generaciones.