Apenas 200 habitantes, un casco histórico suspendido sobre un desfiladero y un título que sorprende a cualquiera: Frías, en la comarca burgalesa de Las Merindades, es oficialmente la ciudad más pequeña de España. No es un apodo turístico ni una exageración poética. Es un reconocimiento otorgado en el siglo XV que sigue vigente y que convierte a esta localidad de dimensiones diminutas en uno de los enclaves más pintorescos y singulares del país. Quien llega por primera vez cree haber puesto un pie en un decorado cinematográfico donde la Edad Media nunca se marchó.
Por qué Frías es una “ciudad” pese a su tamaño
El título de “ciudad” fue concedido en 1435 por el rey Juan II de Castilla. En aquel momento, Frías ocupaba una posición estratégica sobre el valle del Ebro y desempeñaba un papel clave en el control comercial y militar de la zona. Su castillo, su puente medieval y su comunidad de mercaderes generaban una actividad económica tan importante que el monarca decidió elevarla a la categoría de ciudad, un privilegio que implicaba autonomía, prestigio y un lugar destacado en la organización territorial del reino.
Hoy, pese a su reducida población, ese título se mantiene como un vestigio histórico que subraya su relevancia medieval. Frías es, por tanto, una ciudad no por su tamaño, sino por su pasado.
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Un castillo que domina el vacío
La visita comienza en lo alto del promontorio rocoso donde se asienta el imponente Castillo de los Velasco, uno de los más espectaculares de Castilla y León. Construido entre los siglos XII y XV, su silueta afilada domina el valle como un centinela de piedra. El acceso se hace por un puente levadizo reconstruido que conduce al interior, donde aún se conservan murallas, aljibes, dependencias nobles y torres de vigilancia.
La subida a la torre del homenaje es obligatoria: desde allí se disfruta de una panorámica de vértigo sobre el caserío medieval, el desfiladero del Ebro y los campos que rodean Frías. Pocas fortificaciones permiten entender tan bien la función defensiva de un castillo como esta, literalmente encajada en la roca y diseñada para resistir asedios durante siglos.
Las casas colgantes: la imagen más icónica
Pero si algo hace única a Frías son sus famosas casas colgantes, construcciones medievales que parecen haberse detenido en el aire. Asomándose sobre el precipicio, estas viviendas de entramado de madera se levantaron aprovechando cada centímetro del risco para ganar espacio en una ciudad donde la roca imponía sus límites.
@viajandoconmami La Ciudad más pequeña de España es Frías y está en Burgos👍 Es además, considerado como “uno de los pueblos más bonitos de España” , ¿lo conoces? 😉 La mejor forma de descubrir Frías es pasear y perderse por sus pequeñas y empedradas callejuelas👍 No te pierdas el puente romano, las casas colgantes, el castillo y el pequeño mirador para admirar su panorámica ❤️ Y ya que estas por la zona, pásate por la Ermita de Santa María de la Hoz y Cascadas con saltos de agua, ambas en Tobera (1,7km) #frias #Burgos #Spain #CastillayLeon #turismoburgos #pueblosbonitos #Tobera #loves_castillayleon #iamtb #Yosoytraveler
Recorrer las calles Rúa, Arrebatacapas o La Cabaña es una experiencia que mezcla historia, vértigo y belleza. Las casas se superponen unas sobre otras, las fachadas se inclinan, los soportales crujen al paso y la sensación es la de caminar por un pueblo suspendido en el tiempo. Es uno de esos rincones que resisten la tentación moderna y conservan el trazado original de la Edad Media.
Un paseo por el puente medieval
A unos minutos a pie se encuentra otra de las joyas del patrimonio local: el puente medieval sobre el río Ebro, un paso fortificado de más de 140 metros que incluye la famosa torre central. Construido en los siglos XIV y XV, servía como punto de control y peaje, pieza clave en el comercio entre Castilla y el norte peninsular. Su estampa, especialmente al atardecer, es una de las imágenes más fotografiadas de Frías.
Excursión a Tobera: un desvío imprescindible
La visita a Frías no está completa sin una escapada a Tobera, un pequeño barrio a apenas dos kilómetros que guarda algunos de los paisajes más bellos de Las Merindades. Allí, las cascadas del río Molinar forman un conjunto de pozas y saltos de agua que se abren paso entre casas tradicionales y antiguos molinos. El camino está perfectamente acondicionado y permite un paseo corto y accesible entre agua, vegetación y puentes de piedra.
Además, Tobera alberga las ermitas de Santa María de la Hoz y Cristo de los Remedios, dos templos encajados en un desfiladero que forman una postal inolvidable.
Una joya medieval que resiste al tiempo
Frías es una prueba de que la historia, cuando se conserva con mimo, puede seguir viva incluso en los lugares más pequeños. Su castillo, sus casas colgantes y su insólita condición de ciudad la convierten en una escapada imprescindible para quienes buscan patrimonio, naturaleza y autenticidad. Un viaje breve, pero inolvidable, al corazón medieval de España.