A primera vista, cuesta creer que este paisaje exista en la Tierra. Desde lo alto del mirador, una inmensa alfombra blanca se extiende entre colinas verdes del interior de Álava, como si la nieve hubiera caído en pleno verano. Pero lo que brilla al sol no es hielo: es sal. Y es que estamos en el Valle Salado de Añana, un escenario tan insólito como hermoso, fruto de miles de años de ingenio humano y de un fenómeno geológico único en el mundo.
Situado a tan solo treinta kilómetros de Vitoria-Gasteiz, el Valle Salado se levanta sobre un antiguo mar evaporado hace más de 200 millones de años. De sus entrañas brotan manantiales de agua salada que, canalizados por una red artesanal de madera, piedra y arcilla, alimentan las más de trece hectáreas de terrazas de evaporación que hoy forman este paisaje cultural declarado Patrimonio Agrícola Mundial. Durante más de siete milenios, generaciones de salineros han trabajado aquí siguiendo un método ancestral que se mantiene prácticamente intacto. El resultado es una de las fábricas de sal más antiguas y mejor conservadas del planeta.

La sal te transporta a un lugar inesparado
Visitar el Valle Salado es adentrarse en una historia viva. Las visitas guiadas permiten recorrer las pasarelas de madera que serpentean entre las eras salineras, escuchar el murmullo del agua salada descendiendo por los canales y observar cómo, bajo el sol, los cristales comienzan a formarse lentamente.
Durante aproximadamente una hora, un guía explica el origen del valle, la recuperación del sistema tradicional de producción y la importancia ecológica y cultural de este enclave alavés. La experiencia culmina con una parada en el “spa salino”, un espacio al aire libre donde los visitantes pueden sumergir pies y manos en las aguas hipersalinas de los manantiales. La sensación de ligereza y bienestar es inmediata: flotar sin esfuerzo, como si uno estuviera en el mismísimo Mar Muerto, pero rodeado de montes vascos.
De la tradición a la innovación
El recorrido no termina en las eras. Junto al acceso principal se encuentra la tienda del Valle Salado, donde se pueden adquirir las diferentes variedades de la prestigiosa Sal de Añana, utilizada por reconocidos chefs españoles. Desde la flor de sal hasta los cristales líquidos o los chuzos, cada producto conserva el sello de calidad y pureza que caracteriza a este enclave. El visitante también puede optar por experiencias complementarias: degustaciones guiadas, talleres familiares o visitas combinadas con proyecciones de realidad virtual que muestran el ciclo de la sal desde las profundidades de la Tierra hasta las manos del salinero.
Cómo visitarlo
El Valle Salado de Añana abre al público durante todo el año, aunque el mejor momento para verlo en plena actividad es entre mayo y septiembre, cuando se produce la cosecha de sal. Las visitas deben reservarse con antelación a través de la web oficial o en el propio centro de interpretación. Además de la visita general, existen recorridos temáticos —como la “Ruta de las Fuentes de Agua Salada” o la experiencia con cata—, así como talleres pensados para familias y grupos escolares. Para los que prefieran una aproximación más libre, la zona ofrece también rutas de senderismo señalizadas desde el casco urbano de Salinas de Añana, el pueblo más antiguo de Álava. Desde allí, un corto paseo permite contemplar el valle desde las alturas y entender su magnitud.




