En un recodo estratégico del Camino de Santiago, allí donde el río Ega se enrosca entre montañas y el aire del Pirineo se mezcla con el perfume de las viñas riojanas, emerge Estella, también conocida como Lizarra. Esta ciudad navarra, apodada por muchos como “la Toledo del norte”, despliega un legado monumental que asombra por su riqueza y coherencia histórica.
Declarada Conjunto Histórico-Artístico, Estella no es solo una ciudad de piedra y arcos románicos. Es una urbe donde el tiempo ha dejado marcas profundas, visibles aún en sus calles adoquinadas, en sus palacios medievales y en la solemnidad de sus iglesias.
La posición geográfica de Estella, entre Pamplona y Logroño, y su pasado como capital carlista efímera en 1835, explican parte de su importancia histórica. Pero lo que verdaderamente distingue a esta localidad es su extraordinario conjunto patrimonial, que comprende nueve Bienes de Interés Cultural (BIC) reconocidos oficialmente. Y que conviven con la espiritualidad viva del Camino de Santiago.
El legado jacobeo en piedra
El Camino de Santiago no atraviesa Estella como un sendero cualquiera: lo hace como una arteria que ha nutrido su historia durante siglos. Los barrios de San Pedro, San Miguel y San Juan, principales núcleos del casco antiguo, son testimonio de esa huella. En cada esquina, una iglesia, una portada románica, una historia tallada en capiteles.
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Al acceder a Estella por la Puerta de San Nicolás, último vestigio de su muralla medieval, el visitante comienza un recorrido que encierra siglos de espiritualidad y arquitectura. Allí espera la Iglesia de San Pedro de la Rúa, con su claustro románico. Dañado por la voladura del castillo de Zalatambor, pero aún lleno de figuras esculpidas que relatan un bestiario simbólico. A su lado, la iglesia de San Miguel, con una portada considerada una auténtica biblia en piedra, continúa asombrando con su programa iconográfico.
El paso por Estella del Camino ha dejado su impronta no solo en los monumentos, sino también en las tradiciones, leyendas y el propio urbanismo. El peregrino, al pisar sus calles, reconoce la ciudad como un santuario laico de cultura y arte.
Nueve tesoros culturales bajo un mismo cielo
La riqueza monumental de Estella se concreta en sus nueve Bienes de Interés Cultural, declarados en distintos periodos, pero todos integrados en un conjunto patrimonial armonioso. El Palacio de los Reyes de Navarra, también llamado de los Duques de Granada de Ega, es el único edificio civil románico conservado en Navarra, y hoy alberga el museo dedicado al pintor Gustavo de Maeztu.

Además del ya citado templo de San Pedro, destacan también las iglesias del Santo Sepulcro, de estilo gótico; San Juan Bautista, de origen románico, y Santa María Jus del Castillo, levantada sobre los restos de una antigua sinagoga. Esto evidencia el carácter multicultural que definió durante siglos a Estella. Junto a estos templos se suman los conventos barrocos de Santa Clara y las Recoletas. Además de la zona de los castillos, que conforman un sitio histórico relevante para entender las luchas medievales.
Todos estos monumentos no solo representan estilos y épocas diversas, sino que constituyen un relato visual de la evolución política, religiosa y cultural de Estella.