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Brigitte y Emmanuel Macron, una oda al amor que exige un final

El entorno del matrimonio insiste en que se aman con pasión, a pesar de las pequeñas trifulcas; sin embargo, la sociedad parece interesada en poner un final digno de novela francesa

Emmanuel Macron (L) y su esposa, Brigitte Macron. EFE/EPA/JALAL MORCHIDI

Con su novela Madame Bovary (1857), el escritor Gustavo Flaubert acabó con los excesos de romanticismo y marcó a los franceses una forma más cruda de amar: tal y como se presenta, sin idealizaciones y poniendo la palabra exacta. Desde entonces, jamás se había conocido, al menos públicamente, una historia de amor tan potente como la de Brigitte y Emmanuel Macron, que rompió cualquier límite rayando en el escándalo o incluso la inmoralidad. Brigitte se convirtió en la nueva Emma, en el arquetipo de mujer que obliga a mirar de frente la verdad, aunque sea incómoda.

Sin embargo, esa Francia acostumbrada a narraciones largas y profundas ahora quiere un punto final rápido para la historia de amor del Elíseo y buscan a la desesperada cualquier señal que les permita anticipar la ruptura matrimonial de los Macron. Pero hay muchos matices en los que detenernos para disfrutar de ella como si se tratase de una nueva novela de Flaubert, Proust o Annie Ernaux.

En primer lugar, su carnalidad. La novelista Gaël Tchakaloff, autora de Tant qu’on est tous les deux (Mientras seamos los dos), vivió día y noche durante meses casi pegada al corazón del presidente y de su esposa. Habló con numerosos testimonios, incluida la propia Brigitte, con quien empezó a forjar un vínculo estrecho durante la campaña presidencial de 2017, o la madre de Emmanuel, Françoise Noguès, y llegó a la conclusión de que la intensidad de su amor les permitirá superar cualquier desafío. También la llamada maldición del Elíseo.

El matrimonio, que contrajo matrimonio en 2007. Fotografía: EFE

Son una pareja muy unida, con un vínculo intelectual único y unidos por una visión poética y literaria de la vida. Tienen una visión romántica y novelesca de la unión y del amor. Bromean constantemente, se divierten juntos. Todo aquello que solemos perder con los años ellos lo han mantenido. Su carnalidad es parte del secreto. Se tocan mucho, se acarician con las manos, se toman del brazo, se besan en el cuello, en la mejilla… No necesitan hablar para entenderse. Sus diferentes temperamentos están marcados por una fuerte huella que es recíproca”, dice la biógrafa.

Françoise Noguès, por cierto, le desmintió esa historia que siempre se ha dado por válida de que los padres enviaron a Emmanuel a un internado parisino para que se olvidase de Brigitte. Admitió que fue duro ver a su hijo, menor de edad, enamorado de una mujer mayor, y le advirtieron sobre algunos riesgos, como el hecho de que no tendría descendencia. Pero fue él quien tomó la decisión de estudiar en la capital y niega que hubiese disputas graves cuando la relación prosperó.

En sus páginas, Gaël Tchakaloff deja claro que hay pocas cosas, o más bien nada, que puedan obstaculizar la felicidad de cada uno “mientras seamos dos”, una frase que repite constantemente Brigitte. Después de superar la mirada malévola de la sociedad de Amiens, la localidad en la que se incubó la pasión entre profesora madura y casada y estudiante adolescente, está convencida de que el amor resistirá la prueba del poder y de las habladurías, aunque estas den la vuelta al mundo.

“Me sorprendería mucho que se separasen antes de morir”, Françoise Noguès

Su conclusión es tajante: “Me sorprendería mucho que Emmanuel Macron y Brigitte Macron se separaran antes de morir”. Brigitte, una mujer independiente e intelectualmente poderosa, ha moldeado su papel como primera dama, una figura que realmente solo existe en Estados Unidos. Además de acompañar al presidente, tiene su propia agenda y cubre ciertas carencias del aparato ejecutivo, por ejemplo, en asuntos de infancia, acoso sexual o atención a personas con discapacidad.

Emmanuel tiene 47 años; Brigitte, 72. Los 31 años transcurridos desde que prendió el amor deberían ser suficientes para pensar que la diferencia de edad no es un obstáculo, pero sigue siendo un asunto que la sociedad no perdona. “El único defecto de Emmanuel es que es más joven que yo”, bromeó ella en una entrevista con la revista Elle. “Cuando leo sobre nuestra relación, siempre siento que estoy leyendo el relato de otra persona. Sin embargo, nuestra historia es muy simple”, indicó.

Brigitte se ha acostumbrado a las burlas, a veces muy hirientes, sobre su edad o sobre su matrimonio, pero no deja de inquietarle, sobre todo por todo lo que delata: desigualdad, edadismo y una mentalidad poco evolucionada. De puertas adentro, no hay distancia. “Desayunamos, yo con mis arrugas, él con su frescura, pero así es”, declaró en la entrevista mencionada añadiendo que se sentía la mujer más afortunada. “Lo importante es que hay un plan de amor, un plan para la vida”, confesó Emmanuel en una de las escasas ocasiones en las que ha hablado de su vida personal.

Emmanuel Macron, el rey Carlos III de Inglaterra, la reina Camila, y Brigitte Macron. EFE/EPA/Andy Rain

Después de su reciente visita de Estado a Windsor, por invitación del rey Carlos III, la pareja presidencial vuelve a estar en el punto de mira y los expertos en lenguaje verbal interpretan que hay tensión en sus gestos, especialmente durante la bajada de las escalerillas del avión presidencial, convertido, desde hace un tiempo, en uno de los puntos calientes para las cámaras. Emmanuel le tendió la mano a su esposa y esta prefirió apoyarse en la barandilla.

El rechazo hizo saltar de nuevo las alarmas, 43 días después de la famosa bofetada tras aterrizar en Hanói, Vietnam. ¿Valerse por sí misma es suficiente para hablar de crisis de pareja? Fue un mínimo gesto, una matrimoniada, en medio de un viaje lleno de complicidad y contacto físico. “Todos deben calmarse”, expresó Emmanuel tras el incidente en Vietnam y seguirá mascullando ahora. “Esto se está convirtiendo en una especie de catástrofe geoplanetaria sobre la que algunos incluso formulan teorías”, lamentó.

No dejará de ser una historia de amor inusual. Pero Emmanuel sigue siendo el hombre que acelera el corazón de Brigitte. Y viceversa. Lo confirma Catherine Debry, amiga de la primera dama. “A pesar de los pequeños desacuerdos, se aman como el primer día”. Pero la sociedad francesa está impaciente. En esta fascinante oda al amor hay un principio y un nudo, pero exigen un desenlace a la altura de su literatura. Sus cerebros buscan dar coherencia, atar cabos y, sobre todo, culminar con un final, trágico o apoteósico, un romance que puede ser todo menos plano.